La divina condición
No es verdad que la medida para subsanar los grandes errores
Son las grandes locuras gratas,
No hay momentos gratos que devengan de la locura.
3:00 am
Quiero que sepas que me dirijo a tu casa
Traje un bocado para que compartamos en tu cama
Es algo tarde pero no concibo el sueño
Te he estado buscando desde mi casa
Quiero encontrarte
Me miras y te escucho en todas mis cosas
Una silueta con tu forma habita mi ropa
Sé que el olor que me acaricia en la noche es el tuyo
Y tuyo es el calor que me abraza en el momento más frío de la madrugada
el que acontece antes de amanecer.
Quiero buscarte y entrar por la ventana,
quiero saber que sí puedo
No te asustes, ni te extrañes
Quiero que cuando veas mover tu cortina desde afuera
sepas que soy yo y me esperes acostada y nerviosa
por si me escuchan en la calle o en la sala
No hace falta que te levantes
Quiero entrar como héroe
Como nos enseña el occidente que se debe hacer esto
Quiero recibir esta mañana contigo, y luego
volver a escapar con un beso tuyo.
Perdí el miedo al miedo al punto de las 4:00 am
No existen las locuras gratas
y esa verdad que se taladró en mi mente el sábado oscuro
Fue tan breve que dura todavía
Perdí el miedo al miedo al punto de las 4:00 am, la hora más fría.
Salté la barda que protege tu casa
A las 4:10 explotó en mi pecho una bomba protegida
por los brazos del tiempo contenido en él mismo.
Porque el tiempo es una espiral ascendente
que se presenta ante nosotros de dos formas,
y gira entre nosotros atemporal y descontinuado, descatalogado
y triturado en pequeños fragmentos de instantes,
uno mas pequeño que otro,
y otro más eterno que el primero
En el viraje temporal del impacto,
se desintegró el sistema metafísico del cuerpo.
Atravesé la ventana y entré a un abismo, a otro tiempo.
No eras tú.
Toqué el suelo con las manos
y me vino un calambre en los hombros,
ahí donde descansa el alma,
se torció el tendón que conecta la espina a la conciencia,
y un derrame interno alentó la diástole.
Se infectó el Ser.
4:20 am.
Ruido, respiro, susurro. te vi,
No faltó decir nada, tu mirada me enterró, entendí todo
Esta locura que tus ojos redondos miran decepcionados,
esta inmadurez propia de un niño jugando a Superman,
son militares que me corrigen,
Son botas en la espalda y la nuca empapada
Al retorno ya no quedaba sudor,
expiré petróleo
y gracias a la glándula pineal
se regeneró poco a poco la conciencia,
no tuvo la misma suerte el órgano de la confianza
lo ví atorado en el barandal de seguridad.
Irónico recurso del cuerpo que,
como el hígado,
tiende a desintoxicar el Ser y a regenerarse,
pero también es escudo de los efectos de los excesos.
Esa noche buscaba una micro dosis de tu hipnotizante cariño
como quien busca en la locura una línea de coca,
un gramo de alivio
6:00 am.
Quiero decirte que no ha pasado en vano ni un solo segundo
No son estériles mis errores,
son demonios que me corrigen,
pero ¿a costa de qué?
Esa noche, antes de mis "quieros"
Ignoré poner el acento en ti,
escribir no costaba nada
Pero escribir no me basta
porque no me alcanzan las palabras
De momento, las palabras que sobreviven en mi
Están tan furiosas conmigo que no ceden a mis disculpas
Y están cansadas,
no me tienen confianza.
Ayúdenme hoy,
nada más hoy
Cedan a este desordenado texto para decir lo que es preciso
Que he dañado a mi propia inspiración
Que una disculpa es tierra muerta cuando la locura se impone
Que si pudiera
diera la vida para regresar una noche,
una semana,
dos meses
Y volver a empezar
Que diera lo vivido por acostarme en su pecho
Para verme en su futuro
Desde todo mi pasado
Y que a pesar de todo,
me regalaste el gran milagro
De vivir en carne humana
La divina condición del arrepentimiento.
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