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  • Joaquín Balancan Aguirre

Aura: Un libro en disputa

El 15 de mayo de 2020 se cumplen ocho años de la desaparición física de Carlos Fuentes, uno de los escritores mexicanos más influyentes en la literatura mexicana y cuyas obras siguen siendo motivo de estudio, reediciones y análisis de un México que parecería no estar tan lejano.

Una de estas obras, que descubre el lado fantástico de las calles y antiguas casas de la Ciudad de México es Aura, la cual es -posiblemente- una de las más leídas por la crítica y el público.

Se trata de una pequeña obra maestra, pequeña por su extensión, pero grande por su construcción, historia y recursos narrativos. Un texto que posee una trama impactante que hace imposible dejar de leer y no recomendar.

Una de estas recomendaciones fue de la profesora Georgina Rábago, que lo incluyó en el currículo de su materia de literatura, del tercer año de secundaria del colegio de monjas “Félix de Jesús Rougier”.

En el año 2001, en ese colegio estudiaba la hija del entonces Secretario del Trabajo, Carlos Abascal, quien protestó ante la dirección del plantel por esa lectura que consideró inmoral e indigna de su hija. Ante este escenario, la profesora fue despedida y el asunto captó rápido la atención de los medios ante los enfrentamientos verbales del secretario Abascal, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis.

Este hecho absurdo e inverosímil, lejos de inhibir la lectura de Aura, le dio un enorme impulso, en una entrevista a la RTVE, Fuentes dijo que se llegaron a vender más de 20 mil ejemplares por semana y -de manera sardónica- dijo que estaba dispuesto a otorgarle el 10% de sus regalías al secretario Abascal.

Aura ha sido objeto de admiración de muchos creadores, de esta obra se han realizado cortometrajes, montajes teatrales y en 1989 el compositor Mario Lavista la adaptó como ópera de un acto.

Dentro de toda la atracción por esa obra maestra de Fuentes, se encuentra el curioso testimonio del Cronopio mayor: Julio Cortázar; quien en una entrevista en su casa de Saignon, Francia, realizada por la profesora canadiense Evelyn Picón Garfield en el año 1973 sostuvo que le hubiera gustado escribir Aura.

En aquel encuentro, al hacer una retrospectiva sobre los autores del llamado “boom”, el escritor habló de su admiración por La ciudad y los perros de Vargas Llosa y el deslumbramiento que le causó Cien años de soledad de García Márquez.

En esa ocasión al hablar de la obra de Fuentes, se refirió así: “Está también Carlos Fuentes. Estoy hablando de todos los que forman ese llamado “boom” pero por algo lo forman. Esto no es gratuito. Fuentes, siendo más irregular como escritor, ha escrito cosas extraordinarias, algunos cuentos largos como Aura, un cuento fantástico, admirable, que me hubiera gustado escribir a mí. Yo le envidio mucho ese cuento”[1]

 

[1] Picon Garfield, Evelyn, Cortázar por Cortázar, Xalapa, 2da. Ed., Universidad Veracruzana, 1981, p. 124.

 

Esta revelación además de halagadora para Fuentes nos revela la fascinación de Cortázar sobre lo “mágico”, lo “fantástico” o “sobrenatural” y que el autor llevó a su máxima expresión en cuentos como “Casa tomada”, “La puerta condenada” o “La isla a medio día” por mencionar algunos.

Así, ambos testimonios, uno en el extremo del repudio a la obra y el otro de admiración, nos dan algún punto de referencia para entender los apasionamientos que despierta la obra de Fuentes, la cual da la impresión de no dejar a nadie indiferente y en donde, además de los recursos narrativos, los temas que aborda en sus libros, está presente el juicio sobre la vida misma del escritor.

Sin lugar a duda, Fuentes seguirá causando debates y muchas interpretaciones, seguirá siendo un escritor en disputa, y como “origen es destino” Aura no estará exenta de esto. Estoy seguro de que así el autor seguirá vivo entre nosotros y su obra seguirá rejuveneciendo y renaciendo a los ojos de nuevos y viejos lectores.

 

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