top of page
  • Javier Cadena Cárdenas

El resto es silencio


Gracias Horacio, buenos días,

Buenos días Tomás,

Es un gusto compartir con ustedes esta experiencia.

Nueva para mí, por cierto.

Buenos días Holanda,

País en donde está ubicado el servidor que está haciendo que todo esto sea posible a través de Facebook Live,

Buenos días México,

Y al resto del mundo, buenos días, buenas tardes, o buenas noches.

Todo depende del huso horario en donde se encuentren.

Ah, porque eso sí, los organizadores con humor me aseguraron que esta transmisión posiblemente llegaría hasta Vancouver, Canadá, o hasta la colonia Juárez, aquí en la Ciudad de México, o hasta Monterrey, en el norte del país, o hasta…

Pero eso es irrelevante.

Lo importante es que ya estamos aquí.

Saludos a todas y a todos.

Saludos en este día y a esta hora.

Nada fáciles.

Por ello, pondero mucho su presencia virtual.

Me siento privilegiado por compartir con ustedes esta mesa inaugural de la sección de libros del Congreso Global de Empodérate, tú puedes, organizado por:

Escritoras Mexicanas,

Crisol Acatlán,

Axolotl,

Movimiento Internacional Vuelo de Mujer,

Ediciones El Nido del Fénix,

y la misma Empodérate, tú puedes.


Muchas gracias por invitarme.

Muchas gracias a ustedes por estar conectados en este formato que, por cierto, es el fiel reflejo de la nueva normalidad imperante.

Gracias por escucharme.

Quiero iniciar diciendo que, además, estoy muy contento porque apenas hace unos días el gran escritor Cees Nooteboom, ha sido galardonado en España con el Premio Formentor, por ser, explicó el jurado, un escritor “viajero que ha hecho del nomadismo una actitud filosófica, estética y espiritual que trasciende las fronteras y revela la naturaleza expansiva de los horizontes humanos” (1).


1.- Sedame, Andrés, “Cees Nooteboom: ‘vi, leí, esperé, y después escribí’”, artículo en El Cultural, 18/09/2020

Muchas felicidades a este autor holandés que me hizo pasar momentos muy agradables con la lectura de su obra, entre la cual se encuentran este par de libros: “Hotel nómada”, y “Los zorros vienen de noche”.


Unas verdaderas joyas literarias cuya lectura no se deben perder (2).


2.- Los dos títulos están disponibles en español publicados por Ediciones Siruela.

Y por cierto, y como si hubiese sido un acto de serendipia o de premonición, quiero decirles que el epígrafe general del libro que nos congrega, son unas líneas precisamente de Cees Nooteboom.

Permítanme leérselas:

“Todo lo demás es reemplazable, el arsenal de objetos con los que se guarece la memoria”.

Y bueno, el libro que escribí y ahorita estoy presentando en sociedad, se llama “El resto es silencio”.

Es decir: lo que escribí es lo que hay.

Y si existe algo más, es el silencio.

Exactamente eso: silencio.

Pero estamos aquí para hablar, no para callar.

Y precisamente sobre esta disyuntiva, recuerdo que el primer libro de memorias publicado en el México independiente, allá por la década de los años treinta del siglo diecinueve, se llamó “Hay tiempos para hablar y tiempos de callar”, en el cual su autor, Carlos María de Bustamante, comparte sus andanzas en la vida pública de aquel entonces (3).


Pero eso es historia.

Otra historia.

Ahorita les digo que quienes acostumbramos acudir a librerías, al observar un libro lo primero que vemos es la portada, y, acto seguido, lo volteamos para leer la contraportada.

Así que, como estoy presentando este libro, cuyo diseño es de Horacio Gabriel Saavedra Castillo -gracias Horacio-, les leeré lo que dice su cuarta de forros:

“En El Resto es silencio, compuesto con textos que van de unas pocas palabras a no más de una decenas de páginas, el autor (o sea yo) comparte de una manera concisa su percepción de la vida y de las diferentes formas de transmitirla a través de un estilo literario simple, pero profundo y bien construido, lleno de humor, sin ser para nada chistoso; al contrario, el humor que utiliza es una forma metafórica de decir de manera seria que es mejor dibujar una sonrisa que expulsar una lágrima”.

Y sigue:

“El Diccionario de escritores mexicanos siglo XX, publicado por el Centro de Estudios Literarios de la UNAM, definió a la obra literaria de Javier Cadena Cárdenas (México, 1956) como Brevedad y humor. Eso y más plasma en el libro que usted tiene en las manos”.


Bueno, la verdad sea dicha, ni ustedes ni yo lo tenemos en nuestras manos.

Lamentablemente, por la situación anómala que vivimos desde hace medio año, infinidad de actividades sufren un letargo que provoca que caminen lento.

Y eso le pasó a la salida al público del libro.

Pero, la verdad, eso no importa en este momento.

Lo relevante es que ustedes lo conozcan antes de nacer y, con mis palabras, se cautiven y lo adquieran y lo lean en cuanto se ponga a la disposición de las lectoras y los lectores.

“Brevedad y humor”, así se definió a mi obra.

Y ya verán que, al menos en este libro, así es.

Y respecto a la brevedad o extensión de la obra de quien tiene la osadía de escribir y publicar, no puedo dejar pasar la oportunidad de compartirles ese pequeño diálogo que en 1981 tuvieron dos de los escritores que, precisamente, como escritores tienen mi admiración: Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa.


En una entrevista que el segundo le hizo al primero le recordó la siguiente expresión que el argentino había externado:

“Desvarío empobrecedor el de querer escribir novelas, el de querer explayar en quinientas páginas algo que se puede formular en una frase”.

Y el peruano-español no sólo le recordó estas líneas, sino que de alguna manera, se las reclamó:

“Yo escribo novelas y siempre me he sentido dolido por una frase (la anterior) muy linda pero muy ofensiva para un novelista”, le dijo.

Y como respuesta, escuchó lo siguiente:

“Sí, pero es un error, un error inventado por mí. La haraganería, ¿no? O la incompetencia” (2).

Y siguiendo con la revisión de la contraportada, además de mi foto, obra de Teresa Carreón Granados –gracias Teresa-, también contempla unas líneas que me describen, tomadas de mi perfil en Facebook:

“Ociólogo profesional. Vago por convicción. Escribo por vocación. Leo por pasión. Veo cine y algo más”.

Eso dice la contraportada, y así me veo.

Así me considero.

Y cuando ya tenemos en nuestras manos algún libro listo para ser devorado por nuestros ojos y entendimiento, lo primero que leemos, en el supuesto que cuente con él, es el Prólogo.

Y “El resto es silencio”, cuenta con un prólogo escrito por la doctora Elisa G. Cuevas Landero, directora de la revista Crisol Acatlán –coeditora del libro junto a Ediciones El Nido del Fénix-, del que me place compartir unas líneas:

El resto es silencio, no tiene límites a la imaginación ni a la creatividad: abre una serie de pasadizos a la ilusión para que el lector se tope con las letras que forman una gran espiral que el autor (o sea yo) construyó a manera de cenote con la finalidad de que uno se introduzca lo mismo en la transparencia de sus aguas que en su obscuridad absoluta donde pueda encontrarse con tesoros que guarnecen el fondo de cada una de las hondonadas que le aguardan en cada pasaje”.

Y sigue:

“La pretensión del autor (otra vez yo) es que cada una de las páginas, sean tan placenteras como sentir el agua helada en el cuerpo al lanzarse al fondo de los pasadizos de dichos cenotes”.

Y termina:

“Al leerlo, así lo podrá experimentar el lector: lo aseguramos”.

Hasta aquí estas palabras escritas por la doctora Cuevas -gracias Elisa-.


Palabras que me heredan un gran compromiso ante el público lector: hacer que esa agua helada a la que se refieren, verdaderamente entre por sus ojos e inunde su cuerpo y altere sus sentidos.

Todo un enorme reto.

No cabe duda.

Un reto que para cumplirlo, creo, quien escribe y publica debe tener paciencia.

Esa paciencia que, necesariamente, está sometida a la urgencia de las lectoras y de los lectores.

Así que espero que ustedes sean impacientes.

Pero después de leer el prólogo, paso obligado es revisar el índice del libro en cuestión.

Y el de “El resto es silencio” consigna el título de cincuenta textos, cantidad que orilla a que de inmediato se vea el número de páginas, y éste tiene cien.

Cien páginas, a dos por texto.

Cierto, pero no real, ya que en “El resto es silencio” hay textos de unas pocas líneas, y otros de algunas, muy pocas, páginas.

Por ejemplo, el primero que aparece se llama “Autobiografía”, y dice:

UNO
“Nací y no he muerto. Vivo.”

DOS
“Me declaro en vida permanente”.

Y después de conocer estas dos aseveraciones, a lo mejor alguien piensa:

“Naciste y sigues vivo. Con eso me dices todo”.

Y sí, efectivamente, entre los hechos de nacer y de morir, se vive y se va construyendo una biografía, que cuando por iniciativa propia se hace pública se convierte en autobiografía.

Y en este transcurrir del tiempo, por cierto, se aprende.

Y “Aprendizaje” así se llama otro texto, que dice:

“La vida –tarde o temprano– coloca a cada quien en el lugar correcto. Aunque no le corresponda.”

Y aquí alguien bien podría externar:

“Totalmente cierto. La vida te enseña a base de revolcones”.

Y, de manera picaresca, hasta añadiría:

“Pero hay de revolcones a revolcones, y hay que saber con quién se dan”.

Y estos revolcones y a esta enseñanza a las que alguien se podría referir, bien se llegaría a través de la ley de la vida y, con ella, alcanzar la madurez necesaria para reproducir una vieja tradición moderna.

Y así se llaman tres textos: “Ley de la vida”, “Madurez” y “Vieja tradición moderna”:

UNO

“Ley de la vida” tiene un epígrafe de don Enrique González Pedrero, sociólogo mexicano, quien por cierto fue mi maestro en la universidad.

Lo cito:

“Cuando uno es joven la vida es un proyecto, cuando se llega a la madurez es la realización del proyecto y en la vejez llega la etapa de observar y callar”.


Y mi texto dice:

“La niñez, fantasías.
La adolescencia, deseos.
La adultez, vivencias.
La vejez, recuerdos”.

DOS

En “Madurez”, escribo:

“Con toda parsimonia y con el corazón en la mano, expresa: Hoy este corazón se entrega muy a su pesar. Por partes, poco a poco, a cuenta gotas. Con extrema precaución”.

TRES

“Vieja tradición moderna” también cuenta con un epígrafe, es este caso de Silvia Tomasa Rivera:

“El amor no se transforma, sólo cambia de ser”,

Eso dice la escritora mexicana.

Y yo escribo:

“Yo
Los tuyos
Los míos
Los nuestros
Los de ellos
Los de nadie
Los de todos”

Y al leer este mini texto alguien podría pensar en la película “Los tuyos, los míos y los nuestros” de Raja Gosnel, y sería válido.

Como también lo sería si pensara en ideales compartidos.

Y aquí yo le podría decir que son ideales y realidades que vivimos en nuestras “Cotidianidades”.

Y así se llama un pequeño texto que a la letra dice:

UNO

“Después de sus encuentros ella se dice, se repite en sus adentros, a sí misma, en silencio: No cabe duda, hay dos tipos de hombres: los que dan resultados y los que dan excusas. Y automáticamente, con resignación y aburrimiento, se dispone a escuchar la que él en esta ocasión, cualquiera, le dirá”.

DOS

“Se aman con todo su odio.
Se odian con todo su amor”.

Bueno, y ustedes no me dejarán mentir, después de los ideales y de las realidades vividas en nuestras cotidianidades, siempre creemos que tenemos “Asignaturas pendientes” por realizar o alcanzar.

Y en el libro consigno cuatro:

“Salud,
dinero,
amor.
Morir”.

Y a lo mejor alguien preguntaría:

“¿Cómo se llega a esa conclusión?”

Y yo podría responderle que por descontento o por un sentido de vacío.

Pero en el libro digo que también puede ser por “Ego”.

Y al respecto escribo:

“Abrió su propia agencia de detectives para encontrase a sí mismo. El expediente tiene tres líneas de investigación: su pasado, su presente, su futuro”.

Y bueno, alguien podría reclamar:

“¡Así, quién no!”

O también hacer ese ejercicio de tratar de conocer a todas y a todos, y por ello escribí un texto titulado “Pronombres”:

“YO quiero ser y estar

decir y hacer

creer y trascender

sobrevivir a los tiempos.

¿quién eres?

¿Conciencia? ¿Reflejo?

¿Complemento?

¿Eres sólo tú? ¿O eres todos y todas?

ÉL o ELLA quieren ser tú y yo

estar en ti y en mí

reproducir y perdurar

desea ser el todo.

NOSOTROS o NOSOTRAS no existimos

somos entelequia enmascarada

no estamos y nos ven y escuchan

somos inmortales.

USTEDES a todos y a todas envidian

cual sicofantes modernos

hacen exégesis de nuestras vidas

en polvo nos quieren transformar.

ELLOS y ELLAS son nuestras némesis

de todos y todas, es verdad

contradictorios y contradictorias a cuan más

vengativos y vengativas, justos y justas a la vez”.

Hasta aquí esto de los pronombres.

Y si recuerdan amables video escuchas, líneas arriba mencioné al amor como una posible asignatura pendiente de alguien.

Y es que en el juego dialéctico que es la existencia también existe la contraparte del amor: el no amor o el desamor.

Y en “El resto es silencio”, encontrarán “Cuatro cantos al desamor”:

UNO

“–Hagamos el amor

–te dije esa noche

–Hablemos de amor

–pediste al amanecer

–Enterremos el amor

–convenimos al atardecer.

DOS

Hoy publicaron los diarios

la muerte de nuestro amor

¡Crimen perfecto!

dicen todos que fue

Lo matamos los dos

tú y yo

Somos cómplices

no nos traicionemos

Sepultémoslo

en el cementerio del olvido.

TRES

No debí quererte

esa

es

la verdad.

Desde que fuiste al mar

quedaste

impregnada

de sal.

CUATRO

Los amorosos son dos

canta el poeta.

Hay muchos hombres

piensa tu cabeza.

Hay muchas mujeres

dicta mi conciencia.

Los desamorosos somos todos los demás

enseña la experiencia”.

Duro el desamor, ¿no les parece?

Y bueno, ya que salió el tema de las contradicciones y contrapartes que el día a día presenta, es oportuno decir que la vida misma también tiene la suya: la muerte.

Y hay muertes que se desean.

Y no por tendencias suicida o asesina.

Sino por algo que para muchas y muchos es la vida misma: el amor.

Y “Morir de amor” se titulan las siguientes líneas:

“Soñó que alguien le dijo Te amo. Y se negó a despertar”.

Y aquí, con lágrimas en los ojos, alguien bien podría decir:

“Romántico y cierto. Nadie quiere despertar de un lindo sueño”.

Y yo sólo le comentaría que le asiste la razón.

Y es que en el fondo, la mayoría de los seres humanos cultivamos el romanticismo y soñamos con su concreción en uno o en una.

Así, hasta que la realidad comete alguna tropelía.


Como la descrita en el texto “Burocracia”, que cuenta con un epígrafe de Jorge Ibargüengoitia, quien dice:

“Las vidas de los burócratas no han producido ni mitología, ni épica”.

Eso dijo el escritor mexicano.

Y ahora leamos mis palabras sobre la “Burocracia”:

“Con todo el aplomo y la seguridad que deja el haber colaborado en altos niveles del gobierno y la iniciativa privada, el día de su boda, acordaron: Aquí se hace el amor a las diez de la noche, estemos o no estemos, que quede claro. Después de varias décadas de vida en común, hay una enseñanza: Sobre advertencia no hay engaño”.

Y no los voy a engañar, ya mero termino, y lo haré compartiendo la última parte del texto que le da nombre al libro: “El resto es silencio”.

El más largo del índice.

Y que a su inicio tiene dos epígrafes: uno de Elías Canetti, y el otro de Siri Hustvedt.

El de Canetti, dice:

“Di tus cosas más personales, dilas, es lo único que importa, no te avergüences, las generales están en el periódico”.

Y el de Siri, afirma:

“Debo decir que los autores que afirman recordar a la perfección sus röstis de patatas de décadas atrás no son de confiar”.

Y al último de “El resto es silencio”, se lee lo siguiente:

“¿Qué me debe la vida? Es una de las preguntas que a últimas fechas me hago y la respuesta a la que llegué es: principalmente inteligencia y oportunidades diferentes y mejores para vivirlas, como dice el cantante, en el mismo lugar y con la misma gente.
¿Qué le debo a la vida? Es la otra interrogante a la cual le he encontrado esta respuesta: inteligencia, sí, le debo la inteligencia que me hubiese servido para, entonces, ahora sí actuar de manera correcta durante todos mis días tal y como se me presentaron. Esta falta de inteligencia me orientó a comportarme de cierta forma que mis deudas para con la vida se acrecentaron, de las cuales en especial me duele no poder saldar todas las que tengo con mis seres queridos, a quienes sinceramente les digo: perdón. Perdón y gracias”.

Perdón y gracias también les digo ahorita a ustedes.

Y a manera de despedida, déjenme leerles el mini texto llamado “Epitafios”:

UNO

“Inhumación: Aquí están mis huesos.Mi espíritu,con ustedes”.

DOS

“Cremación: Aquí están mis cenizas.Mi espíritu,con ustedes”.

Ahora sí, muchas gracias por haberme acompañado y soportado.

Y espero no haberles provocado sueño.

O algo peor: insomnio.

Notas:

1.- Sedame, Andrés, “Cees Nooteboom: ‘vi, leí, esperé, y después escribí’”, artículo en El Cultural, 18/09/2020

2.- Los dos títulos están disponibles en español publicados por Ediciones Siruela.

3.- De Bustamante, Carlos María: “Hay tiempos para hablar y tiempos para callar”, ediciones Conaculta, 2002.

4.- Vargas Llosa, Mario, “Medio siglo con Borges”, editorial Alfaguara, primera edición en México, julio 2020, página 32.

*Texto leído por el autor durante la mesa inaugural de la sección Libros, del Congreso Global de Empodérate, tú puedes, el 26 de septiembre de 2020, a través de Facebook Live.

bottom of page