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El crisol emocional del rito, interacciones y la estructura sentimental de lo social

  • Ernesto Cayetano Sotelo Galicia
  • 1 may
  • 10 Min. de lectura
"El corazón tiene razones que la razón no conoce." Blaise Pascal

Foto: Eneas De Troya, Artesanas de Oaxaca: Barro Negro
Foto: Eneas De Troya, Artesanas de Oaxaca: Barro Negro

Resumen

 

El presente ensayo explora los alcances y limitaciones de las teorías sociológicas de las emociones, destacando la centralidad del rito en la comprensión de la vida afectiva individual y colectiva. Se analiza la transición desde la visión de Durkheim sobre la efervescencia colectiva como base de la solidaridad y las creencias; pasando por el microanálisis de Goffman sobre la gestión emocional en el orden de la interacción; hasta la propuesta de Collins de la energía emocional generada en cadenas de rituales como motor de la vida social y la estratificación. Se vinculan los órdenes micro y macro de la emocionalidad a través de estas perspectivas teóricas, examinando sus fortalezas explicativas y los desafíos que aún persisten en la conceptualización y el estudio de las emociones en el entramado social.

 

1.     Introducción

 

El estudio de las emociones ha transitado históricamente entre la psicología y la sociología, con esta última buscando comprender su dimensión social y su rol en la configuración del orden colectivo. Émile Durkheim sentó las bases al analizar cómo los rituales religiosos generan emociones compartidas que fundamentan la moralidad y la cohesión social. Sin embargo, su enfoque macroestructural tendió a diluir la especificidad de las experiencias emocionales individuales y sus mecanismos interaccionales.


Erving Goffman, influenciado por Durkheim, desplazó el análisis hacia las situaciones de interacción cara a cara, examinando cómo los individuos gestionan sus expresiones emocionales dentro de los rituales de interacción para construir una presentación del yo coherente. Si bien profundizó en la dimensión micro, su conexión explícita con las estructuras macrosociales permaneció relativamente laxa.


Por otra parte, Randall Collins, busca integrar ambos niveles a través de su teoría de las cadenas de rituales de interacción (CRI) y el concepto de energía emocional (EE), argumentando que las emociones generadas en los rituales micro se acumulan y fluyen a través de las CRI, influyendo en la estratificación social y la motivación individual.


Finalmente, se ofrecerá una conclusión densa que explore las posibilidades y limitaciones de estos enfoques y sus posibles aplicaciones.


1.1 Durkheim: la emoción como fuerza motriz de la moralidad.

 

Emilie Durkheim sentó las bases del estudio de las emociones en la sociología, al estudiar al rito como un mecanismo fundamental para la producción y el mantenimiento de la solidaridad social y la conciencia colectiva. En su análisis sobre lo «sagrado», el autor argumenta que las reuniones rituales generan una intensa efervescencia colectiva, un estado de excitación compartida donde las emociones individuales se intensifican y se fusionan en un sentimiento colectivo1.

1 Durkheim, Émilie, Las formas elementales de la vida religiosa, México, Colofón, 2004, pp. 222 y 228.


Esta experiencia emocional intensa se proyecta sobre objetos y símbolos, que se convierten en representaciones sagradas de la colectividad y sus valores morales2. La participación en los rituales, por lo tanto, no solo reafirma la pertenencia a una comunidad humana, sino que también inculca y refuerza las creencias y normas morales compartidas a través de la vivencia emocional conjunta.

2 2 Ibidem, p. 218.



El sociólogo francés subraya que las emociones que surgen en las concentraciones grupales no son meramente individuales, sino que poseen una cualidad social intrínseca. El sentimiento moral, para Durkheim, emerge precisamente de esta efervescencia colectiva y comprende los sentimientos relativos a lo que está bien y lo que está mal. Así, la emoción se convierte en la fuerza motriz de la moralidad y la cohesión social: la efectividad de los rituales para generar emociones compartidas determina el grado de solidaridad de una sociedad.

 

Los alcances de teóricos Durkheim, radican en haber identificado el rito como un poderoso generador de emociones colectivas que son esenciales para la constitución y reproducción del orden social. Su análisis pionero establece una conexión fundamental entre la práctica ritual, la experiencia emocional compartida y la emergencia de la moralidad. Además, Durkheim ofrece una perspectiva sobre cómo las representaciones colectivas (ideas, creencias, símbolos) se cargan emocionalmente a través de los rituales, influyendo en la forma en que los individuos piensan y se comunican3.

3 Ibidem, pp. 219.

 

Sin embargo, la teoría de Durkheim también presenta limitaciones en el estudio de las emociones. Su énfasis en el nivel macro de la estructura social y las representaciones colectivas tiende a subestimar la diversidad y la negociación de las experiencias emocionales individuales dentro de los rituales. 


Aunque reconoce la intensidad emocional de la efervescencia colectiva, no profundiza en los microprocesos interaccionales específicos a través de los cuales se genera y se manifiesta esa emoción. Además, su distinción entre solidaridad mecánica y orgánica, aunque un intento de abordar la complejidad de las sociedades modernas no especifica suficientemente las variaciones en la intensidad ritual y la participación individual.


En este sentido, alguna de las interrogantes se le pueden hacer a la perspectiva del autor es, ¿Cómo se articula la experiencia emocional individual de lo sagrado con la efervescencia colectiva en la propuesta analítica de Durkheim? ¿En qué medida la explicación del origen de las creencias religiosas basada en la vida social puede dar cuenta de las variaciones individuales en la intensidad emocional y la naturaleza emocional de lo «sagrado»?


1.2  Goffman: la puesta en escena de las emociones.

 

Erving Goffman retoma las consideraciones teóricas de Durkheim al reconocer la importancia de los rituales en la vida social y su capacidad para generar y regular emociones. Empero, Goffman desplaza el foco de análisis del nivel macro de la sociedad al microanálisis de las situaciones de interacción cara a cara. Para Goffman, el "orden de interacción" posee una autonomía como campo de estudio, distinto pero vinculado a otros órdenes sociales4.

 4 Goffman, Erving, “El orden de la interacción”, en Los momentos y los hombres, selección a cargo de Yves Winkins, Barcelona, Editorial Paidós, 1991, pp. 169 y 170.


Su interés se centra en cómo los individuos se presentan y gestionan las impresiones ante los demás dentro de estos encuentros, utilizando una perspectiva dramatúrgica donde la vida social se asemeja a una representación teatral.

 

El autor analiza diversas "unidades de interacción" que a menudo están cargadas de rituales, como los encuentros conversacionales, las representaciones "de tribuna" y las celebraciones sociales5. 

5 Ibidem, pp. 186, 195 y 202.



Al igual que Durkheim, Goffman reconoce que los individuos se comportan ritualmente en estas situaciones, siguiendo ciertas reglas y convenciones para mantener la coherencia de la interacción "cara a cara" de los participantes. 


La interacción “cara a cara”, es la imagen de sí mismo que cada individuo busca proyectar y mantener durante la interacción, y los rituales de interacción sirven para proteger la propia y la de los demás6. 

6 Ibidem, pp. 176-177


Estos rituales, aunque a menudo de carácter cotidiano y aparentemente superficiales (como los "ritos de contacto"), poseen una dimensión emocional crucial, ya que su éxito o fracaso genera sentimientos de orgullo o vergüenza.


La base epistemológica de Goffman al ubicarse en el interaccionismo simbólico enfatiza la construcción social de la realidad a través de la interacción y el significado compartido. A diferencia del énfasis de Durkheim en la influencia de las estructuras sociales sobre las emociones, Goffman se centra en cómo los individuos negocian sus emociones y las "ponen en escena" para gestionar las impresiones y definir la situación7. 


7 Ibidem, p. 189.



Si bien Goffman reconoce que las estructuras sociales influyen en las interacciones, también señala que la relación entre las prácticas interaccionales y las estructuras sociales es a menudo de "acoplamiento laxo"8.

 8 Ibidem, p. 198.


Ahora bien, una limitación de la propuesta de Goffman reside en que presta poca atención a la experiencia subjetiva de las emociones y cómo estas informan y son formadas por la interacción. Su noción de un "acoplamiento laxo" entre las prácticas interaccionales y las estructuras sociales sugiere que la relación entre ambos niveles no es determinista ni siempre predecible, lo que dificulta la generalización de las observaciones micro a niveles macro.


Quizá de las interrogantes que quedan al aire, ¿Cómo se puede establecer una relación entre el “orden de interacción” con la estructura social en la configuración de las emociones?


Collins: energía emocional, rituales de interacción y la estratificación afectiva.

 

Según Randall Collins, tanto Durkheim como Goffman realizan aportes fundamentales al estudio de las emociones. De Durkheim, Collins destaca el modelo explícito de cómo se producen los sentimientos de membresía grupal, los símbolos que expresan valores sociales, y las energías emocionales que animan a los individuos a través de los rituales sociales.


Durkheim establece que la cohesión social depende de la efectividad con que se ejecutan los rituales y de la persistencia de sus efectos emocionales9.

9 Collins, Randall, Cadenas de rituales de interacción, trad. Juan Manuel Iranzo, Barcelona, Anthropos Editorial, 2009, pp. 142, 151 y 179.


Collins subraya la intuición durkheimiana de que las ideas y creencias emergen de las prácticas sociales ritualizadas y que la intensidad de los rituales conduce a variaciones en los patrones de membresía y las ideas asociadas.


De Goffman, Collins valora su enfoque en el ámbito de las situaciones cotidianas y su análisis detallado de las mecánicas interaccionales específicas que constituyen los rituales


Goffman proporciona una comprensión de cómo los individuos negocian su participación y las significaciones emocionales en el momento de la interacción,

 así como de las estrategias utilizadas para mostrar u ocultar sentimientos en la "puesta en escena" de las emociones10.

10 Ibidem, pp. 37-38.


Con base en tales aportaciones11, Collins desarrolla la Teoría de Rituales de Interacción (TRI) la cual postula que la vida social está tejida por secuencias de rituales de interacción (RI) que generan y transforman energía emocional (EE), un sustrato afectivo duradero que moldea las motivaciones, las identidades y las estructuras sociales12.


11 La actual investigación está consciente de que el autor también está influenciado por H. Garfinkel, T. Scheff y G. H. Mead; sin embargo, se considera a Durkheim y Goffman como los ejes articuladores del desarrollo de su propuesta teórica.

12 Ibidem, p 141.


De esta forma, postula que la EE generada en un RI se convierte en un ingrediente emocional para el siguiente encuentro, encadenando las interacciones a lo largo del tiempo (es decir, cadenas de rituales de interacción CRI) y configurando patrones macro13.

13 Ibidem, p. 145


Una vez esbozado lo anterior, cabe preguntarnos, ¿es posible que la EE desde un ámbito micro del ritual retroalimente el ámbito macro? En virtud de esta cuestión, examinaremos sus categorías de análisis y las ejemplificaremos con fines comprensivos:

 

Emociones perturbadoras o dramáticas o energía emocional:


Collins distingue entre las emociones transitorias y dramáticas, y la energía emocional (EE) como un estado afectivo duradero14.

14 Ibidem, p. 147.


Las primeras son las más evidentes, como el miedo, la ira o la alegría, mientras que la EE subyace como un tono emocional persistente. Los RIs son cruciales en la transformación de las emociones iniciales, a través de la intensificación en la efervescencia colectiva, en la EE que perdura después del ritual15.

15 Ibidem, p. 146.

 




El ritual de interacción, transformador emocional:


Un RI exitoso, caracterizado por un foco de atención común y una consonancia emocional creciente, genera sentimientos de solidaridad y. La emoción inicial es secundaria; lo importante es la intensificación a través del contagio emocional y la sincronización de ritmos. Por ejemplo, la tristeza en un funeral genera solidaridad, mientras que la cordialidad en una fiesta crea sentimientos de pertenencia16.

 16 Ibidem, p. 149.


Rituales de poder:


En los rituales donde se ejerce el poder, la atención se centra en el acto de dar y recibir órdenes. Quienes dan las órdenes experimentan un aumento o mantenimiento de su EE, mientras que quienes obedecen tienden a perderla17.

17 Ibidem, p. 154.


La participación impuesta y la necesidad de mostrar aquiescencia generan emociones de sumisión. Estos rituales pueden tener efectos duraderos en la personalidad, como la identificación con el agresor o el desarrollo de personalidades sadomasoquistas.

 



Rituales de estatus:


El estatus, entendido como pertenencia o no pertenencia, se manifiesta en el nivel micro como inclusión o exclusión. La intensidad ritual modula la cantidad de emoción generada. La diversidad social de las CRI también juega un papel crucial: baja diversidad genera fuerte solidaridad local, mientras que alta diversidad (cosmopolitismo) se asocia con individualismo y menor adhesión a símbolos grupales. La transgresión de los protocolos de estos rituales puede generar vergüenza y deseo de exclusión en contextos cosmopolitas18.

18 Ibidem, pp. 158-160.

 

Pugnas emocionales:


Las situaciones de conflicto dentro de los RIS destruyen el foco de coordinación y la intensificación emocional. Quien controla la situación puede frustrar el micro-ritmo común, imponiendo su propio ritmo e interrumpiendo la actividad conjunta. La pérdida de la capacidad de anticipar las reacciones del otro conlleva una disminución de la EE. En estas pugnas, la persona dominante puede focalizar la atención en sí misma, convirtiéndose en un "objeto sagrado" durkheimiano y accediendo a una reserva de EE19.

19 Ibidem, pp. 167-170


Emociones inmediatas o dramáticas: 


Estas emociones son fluctuaciones del flujo basal de EE, configuradas por contraste con él. La sorpresa, la alegría, la ira y el miedo son ejemplos de emociones inmediatas intensificadas en los RIs20.

20 Ibidem, pp. 172-173.


La justa ira es una emoción colectiva dirigida contra quienes afrentan los símbolos sagrados del grupo, proporcional a la carga emocional de los sentimientos de pertenencia. 


El miedo, en las relaciones sociales, suele ser una respuesta a la ira de otro y está relacionado con la baja EE derivada de la subordinación.


La transformación de las emociones inmediatas en energía emocional duradera:


Las experiencias emocionales inmediatas tienden a retroalimentar la estructura duradera de la EE. Las situaciones de dominación o pertenencia incuestionada incrementan la confianza y la atracción hacia ciertos tipos de situaciones. Por el contrario, la subordinación y la impopularidad tienen efectos negativos. 


Las emociones negativas intensas pueden persistir como "traumas" si la posición general del individuo en el "mercado interaccional" es deficiente. El ciclo vergüenza-ira, propuesto por T. Scheff, ilustra cómo las emociones negativas pueden retroalimentarse en las CRI21.

21 Ibidem, p 179.


La estratificación de la energía:


La distribución desigual de EE en las CRI es un factor clave en la estratificación social. Quienes dominan los RIs pueden utilizar la EE obtenida para dominar rituales posteriores, perpetuando ciclos de poder y estatus22 .

22 Ibidem, p 180.


La alta EE permite apropiarse del foco de atención y genera una suerte de legitimidad micro-situacional. La estratificación de la EE se presenta como el "encofrado vivo" de otras formas de estratificación social, haciéndolas más resistentes al cambio.


A partir de lo expuesto, podemos aproximarnos a responder la interrogante, por lo cual planteamos la posibilidad que la EE desde un ámbito micro del ritual retroalimente el ámbito macro. 


De esta manera, la EE no se disipa inmediatamente al finalizar el ritual, sino que persiste y es transportada por los individuos a través de sus cadenas de rituales de interacción (CRI).



En términos más amplios:

 

1.- La EE como ingrediente para futuros encuentros: La EE que un individuo obtiene (o pierde) en un ritual se convierte en un ingrediente emocional para sus encuentros sociales posteriores. Esta EE predispone al individuo a participar en ciertos tipos de situaciones y con ciertas personas, buscando repetir experiencias que generaron EE positiva o evitando aquellas que resultaron en EE negativa.


2.-La concatenación de interacciones micro que forman pautas macro: La secuencia de encuentros en la vida de un individuo, sus CRI, está marcada por estas emociones y cogniciones cargadas emocionalmente. La operación de los RI en cada encuentro intensifica, transforma o menoscaba esa EE, de manera que los individuos llevan consigo efectos emocionales que influyen en sus próximas situaciones.


3.-La estratificación como resultado de CRI: Desde una perspectiva macro, las pautas que emergen de la concatenación de RI micro a micro pueden manifestarse como estratificación social.


El orden social se construye en el nivel micro a través de estos encuentros que generan EE y solidaridad moral de forma variable y discontinua en la población.


4.-Reproducción de estructuras de poder y estatus: Quienes dominan los RI a nivel micro pueden utilizar la EE que obtienen para seguir dominando en rituales futuros. De manera similar, quienes son el centro de atención en rituales de estatus pueden usar su EE para convocar y dinamizar otros rituales, manteniendo su posición central. 


Así, la EE generada en interacciones micro contribuye a la reproducción de las estructuras de poder y estatus a nivel macro.



5.-Movilización de la EE en movimientos sociales: Los movimientos sociales son un ejemplo de cómo la EE generada en rituales específicos (como protestas o reuniones) puede intensificarse y movilizar a grandes grupos de personas, teniendo un impacto significativo a nivel macro.


En suma, la EE generada en los RI a nivel micro influye en las motivaciones y el comportamiento de los individuos en sus interacciones posteriores, formando CRI. La agregación de estos procesos a lo largo del tiempo y entre una gran cantidad de individuos da como resultado la configuración y reproducción de patrones sociales a nivel macro, como la estratificación, el poder y el estatus. 


Por lo tanto, la dinámica emocional a nivel micro es fundamental para entender la macro-estructura social.

A partir de lo expresado, la TRI de Randall Collins ofrece una base epistemológica coherente al situar las emociones en el centro de la explicación sociológica. 


Si bien la operatividad de sus conceptos, especialmente la EE, requiere de un mayor desarrollo empírico, la teoría presenta un marco valioso para la integración dualista del estudio de las emociones. 


A través del concepto de ritual de interacción y sus dinámicas transformadoras de la energía emocional, Collins busca tender un puente entre el nivel micro de las interacciones cotidianas y el nivel macro de las estructuras sociales y la estratificación.


La comprensión de cómo los RIs generan, intensifican y distribuyen la EE proporciona una perspectiva novedosa y prometedora para analizar la intrincada relación entre las emociones individuales y el orden social en su conjunto.

 

1.4  Conclusiones.

 

La obra de Durkheim, Goffman y Collins ofrece perspectivas complementarias y progresivas sobre el estudio de las emociones a través del lente del rito, revelando la emoción como una fuente primordial de la construcción moral de la realidad social. Durkheim estableció que los rituales generan una efervescencia colectiva que trasciende las emociones individuales, cristalizándose en valores morales y creencias compartidas que definen lo sagrado y lo profano, lo permisible y lo no permisible.


Esta experiencia emocional compartida sienta las bases para una conciencia anímica colectiva, un sentimiento de pertenencia y solidaridad que une a los miembros de un grupo. La transgresión de los símbolos sagrados, cargados emocionalmente, provoca una respuesta emocional colectiva, reafirmando los límites morales de la comunidad.


Goffman extendió esta comprensión al ámbito de la interacción cotidiana, mostrando cómo los rituales de interacción cumplen la función de mantener el orden social micro y proteger la "cara" de los interactuantes.


La gestión de las emociones en estas interacciones contribuye a la construcción de una conciencia anímica individual, la imagen de sí mismo que cada persona busca proyectar y mantener. 


El éxito en la ejecución de estos rituales genera orgullo y confianza, mientras que el fracaso conduce a la vergüenza. Así, la dimensión moral de la realidad social se construye no solo a nivel macro de las creencias religiosas, sino también en el nivel micro de las interacciones cotidianas a través de la regulación y expresión de las emociones.



Collins, al integrar las perspectivas de Durkheim y Goffman con su teoría de las CRI y la EE, ofrece la posibilidad de estructurar una teoría dualista de las emociones que vincula los niveles macro y micro del orden social. La efervescencia colectiva durkheimiana puede entenderse como un poderoso generador inicial de EE, que luego se distribuye y se modifica a través de las CRI analizadas por Collins, influyendo en las motivaciones y las posiciones de los individuos en la estructura social.


Las interacciones cotidianas estudiadas por Goffman se convierten en los nodos donde la EE se intercambia y se transforma, afectando la conciencia anímica individual y, a través de la acumulación de EE en las CRI, contribuyendo a la configuración de la conciencia anímica colectiva y las estructuras de estratificación.



La posibilidad de una teoría dualista radica en reconocer que las emociones poseen una dimensión tanto colectiva como individual, y que ambas están interconectadas a través de los mecanismos rituales y los flujos de energía emocional. Los rituales, en sus diversas formas y niveles de intensidad, son los mediadores clave en esta articulación, generando, modulando y canalizando las emociones que fundamentan la moralidad, la identidad y la estructura de la vida social.


El estudio de las emociones desde esta perspectiva integrada permite una comprensión más rica y compleja de cómo los sentimientos individuales se entrelazan con las fuerzas sociales para dar forma a la realidad que habitamos.


1.5  Bibliografía.

Collins, Randall, Cadenas de rituales de interacción, trad. Juan Manuel Iranzo, Barcelona, Anthropos Editorial, 2009.

Durkheim, Émilie, Las formas elementales de la vida religiosa, México, Colofón, 2004,

Goffman, Erving, “El orden de la interacción”en Los momentos y los hombres, selección a cargo de Yves Winkins, Barcelona, Editorial Paidós, 1991

 

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Subdirección:

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Edición web:

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Colaboran en esta obra, miembros de la comunidad universitaria de la FES Acatlán y de algunas otras facultades de la UNAM; así como miembros de otras instituciones públicas nacionales y extranjeras. Los escritos son propiedad intelectual y responsabilidad de quienes los escriben y los firman.

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