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  • Javier Cadena Cárdenas

Diversidad Funeraria en la CDMX



México, el país entero y sobre todo la Ciudad de México, vive un pluralismo ideológico, político, religioso y cultural, que de primera instancia se pudiese afirmar forma parte de la idiosincrasia de sus habitantes, tanto como entes sociales como en lo individual, y que en la cotidianidad se puede confundir, sobre todo en materia religiosa, con un sincretismo caracterizado por una mezcla espiritual sin depurar. Fernando Solana Olivares, dice:


“Mexicanamente puede irse del santón narco Malverde hasta la Santa Muerte reverenciada en las calles, o de los forzados santos cristeros de última hora hasta la santería caribeña que se anuncia en el aviso oportuno, o de los derviches giradores en las islas de Ciudad Universitaria hasta los muecines islámicos de Lindavista, o de los creyentes aferrados a la literalidad bíblica hasta aquellos para quienes la mera palabra religión resulta repelente, o de los budólogos, budistas y budiatras hechos al vapor de la moda hasta los perseverantes nerds devocionales que han trocado su fe judeocristiana por una beatería oriental más pintoresca pero igual de intoxicante” (1).

(1) Solana Olivares, Fernando, “Lirios y flores de loto”, periódico Milenio Diario, 8 de octubre de 2004, página 24.



Imagen tomada del medio: imparcialoaxaca.mx del link: https://bit.ly/3muMnb0


Esta situación, hay que reconocerlo, no ha sido privativa de México. El escritor español Vicente Verdú al analizar la última década del siglo XX -tiempo al que, siguiendo a Jesús Ibáñez, llama ‘capitalismo de ficción’-, reconoce que


“un sujeto puede, en este tiempo, profesar respeto por todas las formas de vida en cuanto budista, encandilarse con la existencia de los ángeles en su condición católica y reforzar la centralidad de la familia en cuanto mormón, todo dentro del pack” (2).

Pero el ‘mexicanamente’ descrito por Solana Olivares, hay que reconocerlo, es el reflejo de la libertad que se vive actualmente en la capital del país. Pero al mismo tiempo existe la posibilidad de que sea la manifestación de una crisis de valores y de creencias producto de insatisfacciones y de múltiples ofertas en materia religiosa y de salvación de almas.


Independientemente de lo anterior, un hecho real, tangible, es todavía el predominio que el catolicismo tiene en la aceptación de la población capitalina. Mayoría que, a decir verdad, para fortuna de todos ya no se refleja en una intolerancia extrema y agobiante. Hoy en día son pocas y esporádicas las manifestaciones de intolerancia religiosa y de persecución legal o gubernamental a otras creencias y prácticas religiosas. Aunque existen, son ya lejanos los tiempos de la inquisición y de la guerra cristera.


Imagen tomada del medio: cuestione.com del link: https://bit.ly/3ocR0af



Ahora bien, aunque la intolerancia ya no es una manifestación cotidiana y grave, eso no quiere decir que la tolerancia existente provoque que las diferentes comunidades religiosas se entremezclen en todos los ámbitos de la vida. Al contrario, cada comunidad tiene sus medios y sus formas de agenciárselos. Sus servicios, con excepción de los gubernamentales, son proporcionados por integrantes de sus mismas comunidades.


Los judíos, por ejemplo, tienen sus escuelas, sus clubes de diversión, sus instalaciones religiosas, sus grupos musicales, sus restaurantes, sus tiendas de autoservicio, sus instalaciones de salud. Y los servicios funerarios no tendrían por qué ser la excepción. Y se entiende como servicios funerarios un todo que incluye la concepción que tienen de la muerte y de los ritos a seguir en el proceso de deshacerse del cuerpo inerte de un ser humano integrante de su comunidad, un todo que necesariamente abarca el aspecto de la comida, mismo que se subsana con los servicios de banquete que empresas especializadas ofrecen para tal fin, anunciándose de la siguiente manera:


“Nos ponemos a sus órdenes para brindarles un servicio en el luto: Desde el desalojo de los muebles de la casa para iniciar el luto, quitar cuadros y decoraciones, tapar espejos. Llevamos todo lo necesario para el luto. Sillas acojinadas negras, tazas de café turco, posillos, cafetera eléctrica para te y café soluble, compoteros para rezo de la mañana, para poner satar, aceitunas, jalawe, etc. Jarras para jugo y agua, vasos de cristal, platos de vajilla fina de porcelana blanca, o de cristal, platones, cubierto. Meseros especialistas en luto, la entrada desde las 06:00 AM para alistar lo del resto y desayuno de la mañana, partir fruta y montar mesas tipo buffet, atender a la gente todo el día, café y agua, te, para las oraciones, llevar la atención del luto con listas y viendo a diario que no falte nada para los días siguientes. Cosas para rezo como rosquillas, jalawe, pan con queso, frutas, quesos, café turco. Nos iríamos después del rezo de la tarde, después de organizar todo y dejar listo para el día siguiente entrar a las 06:00 AM. Atención personal” (3).

(3) “Luto Judío Servicio”, en www.popempresas.com


Imagen tomada del medio: enlacejudio.com del link: https://bit.ly/3fZpMBg



Pero no sólo los judíos, también otras comunidades religiosas, así como de diversas culturas y nacionalidades. En la Ciudad de México, por ejemplo, existen restaurantes de comida china, tailandesa, japonesa, árabe, libanesa, argentina, uruguaya, francesa, italiana; y colegio alemán, franco-español, japonés, americano, inglés. También hay cementerio americano, inglés, francés; y casas de cultura que difunden las costumbres de cada cultura, nacionalidad o país.


Los judíos, musulmanes, budistas y católicos, manifiestan en sus prácticas funerarias las diferencias que tienen entre sí. Pero no sólo lo que los distingue, también las coincidencias. Por ejemplo, todas creen en la dualidad cuerpo-alma, hasta el budismo, a pesar de no creer en la existencia del alma, considera que el conjunto de estados psicológicos que provoca la reencarnación no se extingue, continúa sin cuerpo en espera de la siguiente vida o existencia.


También coinciden en la creencia de que la vida no termina con la muerte del cuerpo y que el alma sobrevive a la muerte. Inclusive aunque el catolicismo como institución no acepta el fenómeno de la reencarnación, en lo individual muchos seguidores de esta religión sí creen que pueda ser posible y a través de sesiones de hipnosis tratan de demostrarlo, lo que provoca que tengan otra convergencia con las demás religiones. Pero estas coincidencias no sólo se dan entre estas cuatro comunidades, sino también con otras manifestaciones religiosas, ancestrales y modernas. Stanislav Grof escribe:


“En todas las culturas, religiones, sistemas filosóficos, cosmogonías, prácticas rituales y organizaciones sociales antiguas no occidentales nos encontramos con la creencia de que la conciencia perdura más allá de la muerte. Todas esas visiones pueden diferir en su modo de concebir esa existencia después de la muerte pero todas ellas comparten la creencia de que la muerte no supone la aniquilación definitiva del individuo sino que constituye un estado de transición o transformación” (4).

(4) Grof, Stanislav, “La supervivencia después de la muerte: observaciones de la moderna investigación sobre la conciencia”, en Doore, Gary (compilador y editor), “¿Vida después de la muerte?”, Editorial Kairós, primera edición, 1992, páginas 37-38.