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  • Elisa G. Cuevas Landero

Gabriela Mistral Una peculiar feminista 1889-1957

La dictadura militar no es ninguna novedad entre nosotros.

Nuestra verdadera tradición se llama tiranía: el caciquismo

de los indios, que se apartó de lo cavernario sólo en el noble

imperio de los incas y el caudillo español, cuyo cogollo

más limpio y decoroso sería la dictadura porfiriana de México.

Nacimos de semejante ángulo y aún no salimos de él.

Gabriela Mistral





A manera de homenaje


En diciembre de 2014, se cumplieron ciento diez años de haber sido escritos los primeros poemas (los tres Sonetos sobre la muerte) con los cuales obtuvo su primer reconocimiento, Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, con el seudónimo que llevaría como nombre de ahí en adelante, y, por el cual, la conocemos: Gabriela Mistral. Les invito a recordar (y, por supuesto, a leer) a esta gran mujer antes que chilena, latinoamericana y mujer-mundo, a través de este ensayo, a manera de pequeño homenaje.


En la República Mexicana, Gabriela Mistral es muy conocida y recordada cotidianamente, pues existen decenas de escuelas y universidades, públicas y privadas, donde, por lo menos su nombre, es pronunciado todos los días; hay que apuntar el dato acerca de que tan sólo en Mérida, existen alrededor de nueve planteles con el nombre de Gabriela Mistral. Además, quienes tenemos alrededor de los cincuenta años −o un poco más−, crecimos leyendo y memorizando alguno de sus poemas para niños, que contenían nuestros libros de texto de la Secretaría de Educación Pública, SEP, y, por lo cual, la suponíamos mexicana. En México se le admiró y quiso tanto, como ella quiso a nuestro país (del cual luego se apartó por el trato que algunos políticos le dieron).


Fue un pilar para el armado y escrito de algunos entrañables libros que la SEP publicó durante los años veinte, en México, país al que ella vino a colaborar –de forma directa con José Vasconcelos− por algún tiempo. Es estimulante recordar la trayectoria de una mujer que sigue siendo ejemplo, como maestra, como poeta, como diplomática, como Premio Nobel de Literatura, (cabe anotar el dato de que ninguna otra mujer, en Latinoamérica, ha obtenido tal reconocimiento después de ella), e incluso como feminista, ya que es hoy día bandera de lucha de algunos movimientos de América Latina y de varios sitios de internet que se autodefinen como LGBT y de movimientos políticos de jóvenes del Continente Americano.[1]


[1]Entre otros, se encuentran los siguientes sitios de internet donde GM es la clara inspiración de la organización: VHI, Cuídate en positivo, http://cuidatenpositivo.blogspot.mx/2009/09/lgbt-amo-amor-gabriela-mistral.html; About.com lesbianas, http://lesbianas.about.com/od/Libros/a/Gabriela-Mistral-La-Escritora-Y-El-Amor-Secreto.htm; http://columnasfeliperivas.blogspot.mx/2012/01/gabriela-mistral-lesbiana-toda-prueba.html; Dos manzanas.com, http://www.dosmanzanas.com/2009/09/el-lesbianismo-de-gabriela-mistral-poetisa-y-premio-nobel-de-literatura-desata-la-polemica-en-chile.html etc.



Qué mejor homenaje le podemos brindar que pronunciar cotidianamente su nombre, que evoca su exquisita y profunda poesía; y, el hecho, de que su ejemplo siga moviendo a la acción política a los jóvenes de hoy. Difundir el interés por su obra es, en este caso, también un sencillo homenaje, a tan grande escritora latinoamericana.


Introducción

Podría pensarse con alguna justificada razón que la literatura, la política y el poder son saberes excluyentes −estos dos respecto a la primera−; pero hasta el verso más sentimental, e intimista, lleva implícito un signo de poder o de política, pese a que el autor de tal verso, trate de evitarlo o, incluso, lo ignore. Así, podría suponerse que Gabriela Mistral es una poeta que les cantó principalmente a los niños y al amor, y que su obra nada tiene que ver con la política, los problemas sociales o el poder.


Y, en efecto, escribió con profusión para los niños, el amor y el desamor pero, también es cierto, que buena parte de su obra está cruzada por grandes reflexiones políticas y sociales. Entre los temas importantes podemos encontrar reflexiones propiamente politológicas, sociológicas y, sobre algunos personajes de gran poder intelectual, político e incluso económico , con los cuales se relacionó; pero, también, encontramos en su obra, temas como la libertad, la democracia, los derechos humanos de niños y mujeres, el derecho al trabajo de los campesinos y los obreros, el derecho a la educación y al voto de las mujeres, el derecho a salarios justos y equitativos para hombres y mujeres, la necesidad de una organización seria entre las mujeres, etcétera.Exploremos algunos de dichos temas, que, por ser salidos de la escritura y el sentir de una poeta, son temas de una finura y un sentido profundo, que sólo Gabriela Mistral, pudo haberles dado.


 

 


La libertad que se vaya al diablo

La libertad anda de capa caída

en el corazón de nuestra gente.

Todavía la usan, casada

con la democracia, en los carteles.

Gabriela Mistral


La premio Nobel de Literatura, 1945, primera mujer en recibir tal distinción (en parte mexicana, por su participación en la construcción de los pilares educativos e institucionales del México posrevolucionario y, debido al gran amor que le tuvo a nuestro país; como queda anotado), alguna vez escuchó externar estas palabras a una persona: “la libertad que se vaya al diablo” y, al recordarlas, ironiza con ellas en su escrito sobre la libertad; que recuperó y publicó, en 1995, el poeta también chileno, Jaime Quezada, a través del sello editorial Fondo de Cultura Económica. Para ella, tanto la libertad, la democracia, como los derechos humanos –que siempre deben andar juntos en su opinión−, son signos de los tiempos de la modernidad.


Y aunque a veces la libertad se ve condicionada, no sólo desde la perspectiva del poder, sino también desde el aspecto económico por cuanto se prefiere a “tener frijoles que comer”, por encima del goce de la libertad, ésta, es fundamental por cuanto significa, para la vida misma de todo individuo. Veamos, en una de sus opiniones, cómo la valora:

El mundo suele quedarse con sólo un gramo de libertad, pero esa pizca, como la del radium, nos alumbra, nos calienta, y nos salva tarde o temprano. Y cuando en un lugar desaparece íntegramente, allí puede haber vacadas, trigo, metales y petróleo. Pero en el lugar hay un crujido de dientes, que suele oírse también en la noche, y que viene del hambre común de ella.[2]

[2] MISTRAL, Gabriela. “La pobre libertad”. En, Gabriela Mistral. Escritos Políticos, Jaime Quezada (Selección, prólogo y notas). México: FCE, Colección tierra firme, 1995, p. 146.

Esta metáfora, del radium y la libertad, da idea de lo importante que era ésta en el ideario político de Lucila Godoy Alcayaga; vital, tanto, o a la par, que el alimento. Perico de los palotes –como ella denomina a los prejuiciosos que creían saber algo de la libertad− o los confesados –como les solía llamar a los sujetos de doble moral− ya podían desconocer e ignorar los beneficios de la libertad, y padecer el desprecio de los desesperados o los necios, pero, la libertad, en su opinión, valía tanto “como pan y frejoles”[3].


[3] Ibíd., p. 144.


Aunque no existe un tratado teórico, sobre la libertad en la obra de la autora −lo cual no tendría por qué ser supuesto; aunque hubiera sido deseable−, es loable que una mujer de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, trate de una forma tan, aparentemente sencilla, pero, al mismo tiempo, de una manera tan profunda, el tema; mismo que se propuso siempre comprender y defender. Pues, aunque para ella la libertad era “tan joven y tan pobre”, bien sabía que de la defensa que se hiciera de esa “joven y pobre”, dependía nuestra vida como continente independiente; aunque comprenderla le hubiera costado tanto al criollo, según ella misma sostiene.


En su libro donde logra acrisolar la quintaesencia de sus ideas sociales y políticas, es el que le encargó realizar el Secretario de Educación, José Vasconcelos (que, cabe aclarar, fue quien la invitó a colaborar en México con él durante los años veinte del siglo pasado, con la anuencia del presidente Obregón), llamado Lecturas para mujeres; en él publicó un cuento de Rabindranath Tagore (de quien recomienda, debe ser leída toda su obra). Es un cuento corto que habla acerca de lo que es la libertad en su sentido esencial. En voz de Tagore, Mistral expresa que la libertad es poder volar por los cielos como el ave; es no querer compartir la jaula de quien ha perdido la noción de lo que es poder hacerlo (volar). Es invitar al preso a que se atreva a romper con su encierro; es poder volar, ala con ala, sin que se interpongan los barrotes de una jaula, en fin, es disponer del vuelo sin que nadie lo programe, sino el mismo surcador de cielos.

 
 

El pequeño cuento referido es el siguiente; lo transcribo por lo breve que es y, porque nos da una idea perfecta de lo que Gabriela Mistral sentía que debía implicar por sí mismo el término libertad:

LA LIBERTAD

-El pájaro manso vivía en la jaula, y el pájaro libre en el bosque. Mas su destino era encontrarse, y había llegado la hora.

-El pájaro libre cantaba: “−Amor, volemos al bosque.” El pájaro preso decía bajito: “−Ven tú aquí, vivamos los dos en la jaula.”

-Decía el pájaro libre: “−Entre rejas no pueden abrirse las alas.” “− ¡Ay! –decía el pájaro preso−; ¿sabré yo posarme en el cielo?”

-El pájaro libre cantaba: “−Amor mío, pía canciones del campo. “El pájaro preso decía:” Estate a mi lado, te enseñaré la canción de los labios.”

-El pájaro libre cantaba: “−No, no, no, nadie puede enseñar las canciones.”

-El pájaro preso decía: “− ¡Ay! Yo no sé las canciones del campo.”

-Su amor es un anhelo infinito, más no pueden volar ala con ala. Se miran, y se miran a través de los hierros de la jaula; pero es en vano su deseo. Y aletean, nostálgicos, y cantan: “−Acércate más, acércate más.” El pájaro libre grita: “−No puedo. ¡Qué miedo tu jaula cerrada!”

El pájaro preso canta bajito: “¡Ay! No puedo: ¡mis alas se han muerto!”[4]

[4] TAGORE, Rabindranath. En Gabriela Mistral, Lecturas para mujeres. México: Porrúa, colección Sepan Cuántos, no. 68, 2005, p. 210-211.




Aunque en opinión de la poeta, nos cuesta mucho conciliar el pasado indio con el pasado español, lo cual nos lleva a pronunciar con tartamudeo la palabra libertad, en palabra política precisa, ella defiende a ésta, con otra metáfora, como manantial de aguas vivas. Por eso, sostiene que, a pesar de que algunos burgueses o incluso proletarios, no admitan su valor, e incluso la critiquen de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, la libertad, permite la vivificación política; y para ello no hace falta más que una pizca para extender sus beneficios por América, con los efectos del radium, como queda dicho.


Democracia, derechos humanos y políticos de la mujer, los derechos de los niños, son otros de los temas políticos que Gabriela Mistral trata en su obra poética y prosística. Lo cual completa la idea que pretendo mostrar en este trabajo acerca del ideario político de esta gran escritora.


Quizá esta propuesta de abordar el estudio de las ideas políticas de la Premio Nobel de Literatura, no sea novedosa, pero para mí fue una revelación el libro que Jaime Quezada publicó a fines del siglo pasado con una selección de los escritos sobre la obra política en prosa de su compatriota, mismo que alentó mi interés. Desde entonces, he venido, a mi vez, recuperando la obra publicada de la autora, con el afán de poder elaborar un ideario político de esta brillante mujer.


Mi propósito es poder mostrar que una mujer como ella pudo ser madre, maestra y poeta, hasta cierto punto actividades consideradas como propiamente femeninas, pero también alguien que se distinguió por haber incursionado no sólo en las ideas, sino en la práctica política, actividades consideradas como “masculinas”, sobre todo en la época en que las desarrolló.[5]


[5] No me refiero a lo femenino y lo masculino como un cliché; utilizo una perspectiva teórica para comprender sus diferencias: la del sociólogo Ferdinan Tönnies; quien realizó una clasificación atendiendo a las características de la voluntad esencial y de arbitrio, así como a la de comunidad y sociedad, lo cual finca las diferencias entre hombres y mujeres a través de la producción de sus significados “femenino” y “masculino” en un contexto social. Para ahondar en el tema consúltese el escrito sobre Voluntad empírica en el libro Sociología de la familia. España: Universidad de Navarra, 1993.


Fue una mujer que estuvo cerca de hombres revolucionarios, de hombres con poder estatal, de intelectuales selectos, de artistas y escritores de talla mundial, con los cuales se hablaba de tú a tú y, no sólo eso, ella se destacaba por sus grandes ideas acerca del quehacer político que debían desempeñar las instituciones y los hombres que se encontraban construyendo naciones como Chile y México. Este rasgo en mi opinión ha de ser destacado simplemente por tratarse de una mujer en un Continente donde el machismo era un rasgo muy acentuado sobre todo a principios del siglo XX.


Respecto al tema de las mujeres y los derechos que Mistral le reconoce y defiende refiero lo siguiente.



Las mujeres: educadas y organizadas

Están llenas de recelo rencoroso,

porque se las busca, es cierto,

a la última hora…

Gabriela Mistral








No se piense que Gabriela Mistral fue una feminista como las que conocimos en los años sesenta y setenta del siglo XX. Ella es apenas una adolescente al inaugurarse ese siglo; aunque, no por joven, fue menos guerrera en relación a las sesenteras, en cuanto a las exigencias de equidad en salarios y acceso a la educación de las mujeres.


Le parecía que la educación, al menos la básica, debía ser obligatoria para todos y, en cuanto a los salarios, debían ser iguales, de acuerdo al desempeño, para hombres y mujeres. No es que ella postulara la igualdad de hombres y mujeres con ello, no, ella entendía y defendía las diferencias entre hombres y mujeres, pero sí estaba convencida de que, la equidad en salarios y, en educación, podría acabar con la condición humillante que la mujer había padecido por siglos. A sus apenas diecisiete años, siendo entonces una maestra rural, escribió en un periódico llamado La voz de Elqui. Interdiario radical noticioso i de avisos[6], el jueves 8 de marzo de 1906, lo siguiente:



[6] Transcribo respetando la grafía original del periódico tal cual se escribía entonces. Asimismo las citas que realizaré en esta parte.



Retrocedamos en la historia de la humanidad buscando la silueta de la mujer, en las diferentes edades de la Tierra. La encontraremos mas humillada i mas envilecida mientras mas nos internemos en la antigüedad. Su engrandecimiento lleva la misma marcha de la civilizacion; mientras la luz del progreso irradia mas poderosa sobre nuestro globo, ella, agobiada, va hirguíendose mas i mas.[7]

[7] MISTRAL, Gabriela. “Colaboracion. La instruccion de la mujer (Especial para la Voz de Elqui)”. La voz de Elqui. Interdiario radical noticioso i de avisos. Vicuña, Chile, año X, No. 988, jueves 8 de marzo de 1906. En, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Museo Gabriela Mistral de Vicuña. Gabriela Mistral en La Voz de Elqui. Santiago de Chile, 1992, p. 43.



En su opinión, la mujer, a lo largo de la historia, ha sido envilecida y humillada –de lo cual ella lamentablemente dio cuenta, por partida triple, debido a su condición de mujer, por ser pobre y por poseer rasgos indígenas−, pero ante eso ella nunca se doblegó; al contrario, se rebeló y se negó a que la historia continuara siendo la misma, para ella, y para la mujer en general.


 

Lee el cuento: DE PASO

 

Así, a pesar de su extrema juventud, a los 17, puede escribir desde su entraña ardiente y su mente despejada, un gran discurso sobre el repudio hacia la creencia de que la mujer no necesitaba más que una mediocre educación; al fin y al cabo, se creía entonces (y yo agregaría que incluso hoy, a un siglo de distancia) que no se ocupa más que de la marcha del hogar (como si fuera poca cosa); por ello, la mujer no necesita grandes estudios.


Al respecto Gabriela Mistral escribe en ese mismo periódico, La voz de Elqui, frases contundentes, como las siguientes:


Se ha dicho que la mujer no necesita sino una mediana instruccion; i que aun hai quienes ven en ella al ser capaz solo de gobernar el hogar.


La instruccion suya, es una obra magna que lleva en sí la reforma completa de todo un sexo. Porque la mujer instruida deja de ser esa fanática ridícula que no atrae a ella sino la burla; porque deja de ser esa esposa monótona que para mantener el amor conyugal no cuenta mas que con su belleza física i acaba por llenar de fastidio esa vida en que la contemplacion acaba. Porque la mujer instruida deja de ser ese ser desvalido que, débil para luchar con la Miseria, acaba por venderse miserablemente si sus fuerzas físicas no le permiten ese trabajo.[8]

[8] Ibíd., p. 44.


Una voz muy estrepitosa, alzada, reclama desde Vicuña, la equidad en educación, porque en ello se juega la transformación del género femenino. Tan fuerte es esa voz que todavía hoy es capaz de movernos de nuestra moderna comodidad al hacernos reflexionar acerca de la vitalidad que representa la instrucción en la vida digna de las mujeres. Hoy no podemos más que concederle la razón al sentir, más que leer, la fuerza de sus palabras en estos otros dos breves párrafos:

Instruir a la mujer es hacerla digna i levantarla. Abrirle un campo mas basto de porvenir, es arrancar de la degradación muchas de sus víctimas.

Es preciso que la mujer deje de ser mendiga de protección; i pueda vivir sin que tenga que sacrificar su felicidad con uno de los repugnantes matrimonios modernos; o su virtud con la venta indigna de su honra. Porque casi siempre la degradación de la mujer se debe a su desvalimiento.[9]

[9] Ibídem.

La pequeña Lucila, antes de adoptar el nombre de Gabriela Mistral, vivió un ambiente familiar y social en el cual las mujeres eran ultrajadas, humilladas, degradadas y todo lo que acabamos de leer, esa es la razón que le hace expresar de una forma tan enérgica el razonamiento que publica en los periódicos de principios del siglo XX.


Ella estaba muy convencida (pues ella misma, así como su media hermana –también maestra rural), eran un ejemplo de lo que las mujeres instruidas pueden llegar a lograr si tienen las mismas oportunidades que los hombres para acceder a la educación.


Gabriela y su hermana Emelina Molina Alcayaga, que, por ser mayor que ella, fue incluso su maestra (la única que Lucila tuvo prácticamente en toda su vida) habían logrado trasponer la barrera de su condición de mujeres y el enorme muro, también muy difícil de trasponer, que era el de la pobreza.

Así, cuando Gabriela comenzó sus labores como ayudante de profesor en 1904 (y que pronto cambió para ser profesora titular y luego directora de un colegio en La Serena, Coquimbo, Chile), así como a publicar, dos años más tarde, en el periódico La voz de Elqui, habrá de emprender una lucha por conquistar un espacio no sólo en el magisterio, sino en el mundo de las letras y en la sociedad. Pronto escribirá sobre la desigualdad en sentido material pero también en sentido social. Sostendrá entonces, convencida, que a las mujeres, no sólo les será de beneficio enorme instruirse, sino también organizarse políticamente.


Da un salto cualitativo en sus reflexiones y pasa de describir las condiciones miserables en que vive la mujer, y de su necesidad de educación, hacia la lucha por pensar y proponer la organización de las mujeres del pueblo.


Ella sostiene que es entendible que las mujeres estén recelosas de toda organización, porque algunas se incorporaron a los gremios, o a las sociedades masculinas, donde la violencia de las asambleas les impidió ver que ellas tienen conciencia de “la carne viva del problema social”: la inequidad, la explotación en el trabajo, el no tomarlas en cuenta en las decisiones, el ser discriminadas por otras clases sociales que no eran las suyas, etc.; todo lo cual es parte de la claridad en la condición que guarda toda mujer.


Por eso, Gabriela Mistral trató de convencerlas, a través de sus escritos periodísticos con sentido político, acerca de que lo primero que tienen que hacer las mujeres es conocerse, porque sólo conociéndose pueden organizarse.


Lo primero −dice−.es conocerse. No son las líderes obreras lo que por ahí pintan, ni mujeres viciosas cuyo contacto manche, ni energúmenos que agiten una asamblea hasta malograr todo trabajo sensato.[10]

[10] MISTRAL, Gabriela. “Organización de las mujeres”. En, Gabriela Mistral. Escritos Políticos, Jaime Quezada (Selección, prólogo y notas). México: FCE, Colección tierra firme, 1995, p. 68.

No, las mujeres tienen que conocer cuál es su verdadera condición; no la que se pretende para difamarlas; saber, por ejemplo, que nada de los dichos corrientes son ciertos, acerca de los vicios o el mal carácter de las líderes obreras. Tienen que hacer caso omiso de todas las murmuraciones que únicamente pretenden desacreditar y desanimar a las mujeres empeñosas. Por eso tienen que conocerse a ellas mismas y a su sociedad.


Tienen que ser conscientes de que existen tres clases sociales, pero que las diferencias materiales no deben apartarlas unas de otras, sino más bien impulsarlas como personas con una misma causa. Así, esas tres clases sociales de mujeres –abunda en su lúcida disertación al respecto, Gabriela Mistral−: jamás nos hemos mirado a la cara, y es preciso hacerlo, porque la lucha de las mujeres es una lucha de auténtica unidad y no sólo de embustero discurso propio para las fiestas patrias. Para no seguir purgando la culpa de no habernos mirado a la cara, es preciso trabajar a favor de la concordia nacional de una a la otra orilla del Amazonas:

Santa ronda nacional de mujeres sería ésa en que la mano pulida coja la mano prieta, y la aparadora de zapatos escuche, de igual a igual, a la maestra y la costurera diga a la patrona cómo van viviendo ella y sus tres hijos con su salario de tres pesos. Asamblea cristiana, en que la dueña de la vivienda pútrida mire la prueba de ésta en la cara sin sangre de su pobre inquilina.[11]

[11] Ibídem.

Gabriela Mistral sostenía que la educación penetra la condición de las mujeres y las ha de volver conscientes de su situación material, no para que luchen entre ellas por esa razón (debido a esas diferencias materiales); su condición de mujeres las ha de llevar a crear un bloque fuerte que oponer a las condiciones de desigualdad, explotación y abusos; la educación tiene que guiar hacia la creación de una cultura superior, donde mujer, campesino, niño, obrero y propietario, tengan como hazaña haber democratizado la cultura y haber humanizado al Estado. Leamos cómo lo expuso textualmente la brillante disertación de la Premio Nobel en su texto sobre la Organización de las mujeres:





La primera faena cívica era ésa: soldar las clases por medio de intereses y sentimientos comunes. Dar en la pequeña propiedad la emoción de la patria; dar, en el servicio amplio ¡inmenso! de beneficencia, el latido moral de un Estado, atento como un hombre a la guardia de la salud; dar, en la casa obrera, la dignidad al ciudadano, que no lo es solamente porque reciba el sol y beba el viento; incorporar en las muy vacías fiestas de aniversarios nacionales una ceremonia de gratitud hacia los mejores artesanos; impulsar con algo más que la protección al salitre la riqueza nacional, abriendo los bancos de pequeño crédito agrícola para que pueda sembrar cada campesino que tiene una lonja de suelo; y democratizar la cultura, llevando la biblioteca del pueblo como un río generoso, de un extremo a otro del país; humanizar el Estado; y hacer así esa red de intereses y de amor que es una raza. Al dibujo precioso de esa red, en que el centro está en todas partes, porque puede rompérsela donde se la toque y es preciosa en cada punto, hemos preferido el dibujo geológico de capas (de arcilla fina, de piedrecillas menudas y de roca ciega) que tenemos.

El ideario político de Gabriela Mistral es de un contenido altamente crítico, pero sobre todo, sin ser socialista −como lo llegó a aclarar más de una ocasión, cuando fue interrogada al respecto−, es de un alto contenido social; ya que dicho ideario hace énfasis sobre la necesidad de que el Estado sea quien tenga a su cuidado la salud, la beneficencia social, el trabajo de los artesanos y los campesinos, cuide que la pequeña propiedad y los intereses de las diversas clases sociales converjan con el interés nacional, que la cultura llegue a todos, y, sobre todo, es absolutamente democrática su idea acerca de que el Estado sea una especie de red fuertemente unida por los intereses y amor, dice ella, de toda una raza.[12]

[12] Señala uno de sus biógrafos, Jaime Quezada, que alguna vez GM sí aclaró su postura política cuando la pretendieron acusar de fascista. Ella respondió en aquel momento: “yo soy socialista no internacionalista, es decir, con herejía o cisma en el sentido de desear que nuestro socialismo futuro sea americanista criollo. No puedo ser fascista y menos puedo ayudar a ciertas personas en una propaganda sorda o abierta de esta índole […] Soy, antes que todo, obrerista y amiga de los campesinos.; jamás he renegado de mi adhesión al pueblo y mi conciencia social es cada día más viva”. Prólogo del libro Gabriela Mistral. Escritos políticos. México: FCE, 1995, pp. 13 y 25.

 
 

El pasaje de la cita anterior, donde se lee, que hemos preferido el dibujo geológico, al dibujo precioso de esa red, en que el centro está en todas partes, es una idea, que nos envía a una época como la actual, donde la red, ya sea virtual o real, nos remite a un tipo de organización horizontal y democrática, de la sociedad, del partido, del sindicato, de las redes sociales cibernéticas, o de cualquier organización actual, moderna, cuyo centro es el nodo de donde emergen los haces de poder de forma horizontal y concéntrica.


Al menos, como aspiración, eso es lo que caracteriza a las llamadas redes sociales actuales o a la organización política concéntrica –que han analizado contemporáneamente, por ejemplo, teóricos como Michel Foucault, Ulrich Beck, John Kenneth Galbraith, Maurice Duverger o Manuel Castells. Por eso, es muy revitalizante este ideario de Gabriela Mistral.


Ver cómo se adelanta a su época escribiendo sobre el advenimiento de una organización socialista criolla y sobre una estructura organizacional a manera de red donde el centro está en todas partes es, realmente genial.

Gabriela Mistral tuvo que desmentir en varias ocasiones lo que se decía de ella acerca de sus ideas políticas. Fue acusada de ser lo mismo socialista, que comunista y, en el extremo opuesto, simpatizante del fascismo. Sin embargo, ella se definía, a sí misma, como alguien contraria a los partidos políticos y a la masonería –forma, ésta última, de organización política en aquella época y que le cobró su antipatía al cesarla de su cargo como directora en un liceo de Chile[13]; se decía, en realidad, demócrata ingenua y defensora del socialismo americanista y criollo; asimismo, defensora de la unidad americana.[14]

[13] En una carta de 1954 recuerda cómo llegaron a decirle sin cortapisa que debido a su antipatía por la masonería era relevada de su cargo: “Vengo a avisarle que, no siendo UD. persona grata para la Masonería, deberá dejar la dirección de este Liceo.” Ver la carta en Gabriela Mistral, Victoria Ocampo. Esta nuestra América. Correspondencia, 1926-1956. Buenos Aires, Argentina: El cuenco de plata, 2007, p. 254.

[14] Ibíd., pp. 44, 250 y 254

Un Estado humanizado, sin ser autoritario, es una de sus ideas políticas sobresalientes. Es entendible que ella pensara en un Estado fuerte y al mismo tiempo humano y democrático, ella vivió en diferentes países en los que fue representante diplomática de Chile, siendo testigo de formas de ejercicio gubernamental autoritarias o fascistas, y vivió, de alguna manera, los desastres que dejaron las dos guerras mundiales.


Por eso, es que el mejor Estado, en su opinión, era aquel que hacía posible la libertad, la dignidad humana, la educación, la cultura y la equidad para mujeres, campesinos, obreros, artesanos y pequeños propietarios; que aquel que pretendía la fuerza y el poder, simplemente por ser hegemónico a nivel regional o mundial (es por ello que aprecia al Estado mexicano y, por lo cual, colaboró con Obregón y Vasconcelos en el proyecto editorial de la Secretaría de Educación; ella admiraba a los gobernantes cuya preocupación principal era la educación para todos).


Sus ideas eran eco de las ideas liberales e ilustradas, modernas, sí, pero humanistas. Pues, aunque hizo la defensa de lo originario y lo ancestral de la cultura americana (con respecto a lo cual la dictadura militar, la tiranía, el caciquismo o incluso el nacismo y la tragedia, no le resultan ajenos a la cultura latinoamericana), la organización política, la quería moderna, liberal y democrática; quería la unidad del continente en torno a sus dos herencias: la indígena y la europea[15]. Y, tal vez, sus ideas parecen hasta posmodernas al sugerir la equidad de género. Idea peculiar para una época en la cual la mujer era absolutamente sometida al dominio de las instituciones tradicionales como la iglesia y la familia.


[15] Sus ideas acerca de que las formas políticas dictatoriales no nos son ajenas, véase su escrito “Política y espíritu”. En, Gabriela Mistral. Escritos Políticos, Jaime Quezada (Selección, prólogo y notas). México: FCE, Colección tierra firme, 1995, p. 175.


 

Lee el poema: EL JUICIO

 

El desempeño profesional de la propia Gabriela fue singular en aquella época en que mujeres como ella o Palma Guillén de Nicolau (mexicana quien colaboró con ella por varios años) fueron las primeras mujeres, representantes diplomáticas de sus respectivos países, en el extranjero. Así, más que en sus ideas –como suele suceder, corrientemente −, fue en los hechos, donde Gabriela Mistral se realizó como un personaje posmoderno.


Desafió a las instituciones de su país y, a las de otros, con una carrera dedicada a la docencia, a la escritura, la poesía, la diplomacia y la voluntad de vivir plenamente (entre cuyos capítulos de su vida se cuenta su relación homosexual; aunque vivida de una forma tormentosa y, de la cual, apenas sabemos por el libro sobre el intercambio epistolar habido entre ella y Doris Dana, que se publicó, por primera vez, apenas en 2009).


Más singular resulta el capítulo de su vida que raya casi en conflicto con el gobierno argentino de Juan Domingo Perón, cuando una de sus amigas, la destacada periodista y editora argentina, Victoria Ocampo, fue apresada por el régimen, por ser contraria a las ideas de dicho presidente; Gabriela Mistral lo desafió enviándole una carta de protesta y exigiéndole la puesta en libertad Victoria Ocampo. Cosa que sucedió al muy poco tiempo de haber sido encarcelada.


Motivo por el cual Victoria le escribió una carta llena de agradecimiento a su amiga notificándole que de mucho había servido que abogara por ella; aunque no sería del todo libre, pues no podría salir al extranjero, ya que no le sería otorgado su pasaporte (mismo que tardó varios años en ser emitido nuevamente).[16] Lo cual da cuenta de las virtudes políticas de Gabriela Mistral, poco comunes, en una mujer, no sólo de los años cincuenta, sino aún de la presente década.


[16] Tal carta puede leerse en, Gabriela Mistral, Victoria Ocampo. Esta nuestra América. Correspondencia, 1926-1956. Buenos Aires, Argentina: El cuenco de plata, 2007, pp. 212 y ss.


El compromiso y actualidad del pensamiento político de esta sensible mujer es hoy inspiración para las nuevas generaciones; no sólo de su país, sino del mundo. Ya que su causa, presente en su obra, en su vida, en sus principios morales y, en su discurso comprometido, continúa siendo la causa de las mayorías sociales. Vayan pues estas líneas como pretexto para retrotraer la parte vital de la obra de Gabriela Mistral a nuestros días; para que nos continúe alentando hacia la lucha interna y externa, no sólo de las mujeres, campesinos y obreros, sino de todos los seres humanos.


Fuentes consultadas

  • GUILLÉN de Nicolau, Palma. Gabriela Mistral (1922-1924). En, MISTRAL, Gabriela. Lecturas para mujeres. México: Porrúa, Sepan cuántos 68, 2005, pp. VII-XII.

  • MISTRAL, Gabriela. Antología poética. Prólogo y edición de Rosalía Aller. Madrid, España: EDAF, Biblioteca 245, 2009.

  • MISTRAL, Gabriela. “Colaboracion. La instruccion de la mujer (Especial para la Voz de Elqui)”. La voz de Elqui. Interdiario radical noticioso i de avisos. Vicuña, Chile, año X, No. 988, jueves 8 de marzo de 1906, [sic].

  • MISTRAL, Gabriela. Desolación. Biblioteca virtual universal, 2003. [Libro electrónico].

  • MISTRAL, Gabriela. Desolación. Ternura. Tala. Lagar. Introducción de Palma Guillén de Nicolau. México: Porrúa, Sepan cuántos 250, 2006.

  • MISTRAL, Gabriela. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Museo Gabriela Mistral de Vicuña. Gabriela Mistral en La Voz de Elqui. Santiago de Chile, 1992.

  • MISTRAL, Gabriela. Antología. Gabriela Mistral en verso y en prosa. España: Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Edición conmemorativa, s.d. [Libro electrónico].

  • MISTRAL, Gabriela. “La pobre libertad”. En, Gabriela Mistral. Escritos Políticos, Jaime Quezada (Selección, prólogo y notas). México: FCE, Colección tierra firme, 1995.

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