- Eloísa Beatriz Méndez Gutiérrez
Un día en el sitio de Sarajevo

Foto credit: ODD ANDERSEN/AFP/Getty Images
Lejla despertó temprano, poco antes de la llamada al primer rezo del día. Pese a que la ciudad estaba sitiada desde hacía más de dos años, durante esas madrugadas obscuras y frías se escuchaba siempre una voz lejana, como un himno. Un almuédano desde alguna mezquita olvidada y quizá oculta dejaba escuchar su canto llamando al Al-adhan, rezo matutino para los musulmanes, que bien podría interpretarse como un mensaje de reivindicación y esperanza diciendo: “Pese al asedio de más dos años, la escasez, la falta de agua, el frío que quema, la violencia cotidiana, los bombardeos y los muertos, seguimos vivos y no nos vamos a rendir”
Lejla rezó porque ése fuese el último día del sitio de la ciudad –ignoraba que aún le quedarían trescientos sesenta y cinco días más- y porque terminara esa absurda y desgarradora guerra que estaba exterminándolos.
Salió de su casa cuando todavía reinaba una suave obscuridad en el ambiente. Tenía que aprovechar la falta de luz para ir al mercado a conseguir algún alimento. Hacía mucho que en la ciudad no había legumbres, carne o harina para hacer pan; los animales habían muerto, las tiendas habían cerrado y prácticamente no había nada para comprar. Tampoco tenía mucho dinero pero no era tan necesario; afortunadamente tenía cigarrillos (que era mejor que tener dinero) y podría intercambiarlos por algunas papas y quizá dos o tres cucharadas de café y azúcar. Si no, siempre estaba el mercado negro –pensaba ella-.
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Con las luces del alba llegó al mercado Markale y lo contempló: a su mente vino el terrible recuerdo de lo ocurrido apenas en febrero de 1994. Aquella mañana, pese al cerco, el mercado era un centro de bullicio, lleno de familias, niños, comercios con algunas mercancías, gente que entraba y salía tratando de recobrar algo de la cotidianeidad que la ciudad había perdido hacía largo tiempo. De repente se escuchó un terrible estruendo y sobrevino una explosión. Un obús de grueso calibre caía justo en el centro del mercado, lo que siguió fue un verdadero caos: gritos, gente corriendo, rostros impávidos. Después, todo se tiñó de rojo, con pedazos de cuerpos regados por todas partes. Lejla nunca borraría de su mente esas imágenes.
Posterior a la tragedia del mercado Markale (1) poco había quedado en pie en ese lugar. Esa mañana que Lejla se encontraba en el que fue el centro de abasto de la ciudad, extrañamente había algunas tiendas que, de manera improvisada, estaban abiertas. Pero en realidad, ¡había tan poco para comprar!. Quizá la inercia del tiempo llevaba a los dueños de los locales a abrir pero realmente no había mercancías.
(1) El ataque al mercado Merkale efectuado 5 de febrero de 1994 dejó 68 muertos y cerca de 150 heridos de acuerdo con las cifras oficiales. El 28 de agosto de 1995, una segunda explosión ocurrió en la plaza principal del mercado dejando 43 víctimas mortales y 75 heridos. Fuerzas del gobierno bosnio aseguraron que el proyectil “vino de las posiciones serbias que desde las colinas mantenían el cerco contra la ciudad”. Sin embargo, el estado mayor de los serbio-bosnios aseguró que el horrendo crimen fue “una maniobra de los musulmanes para precipitar los bombardeos de la OTAN contra sus milicias”.
Estos bombardeos son considerados crímenes de guerra por los que el líder Radovan Karadzic fue hallado culpable durante su juicio en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. El pasado 19 de marzo este mismo tribunal rechazó una apelación del ex líder y aumentó su condena a cadena perpetua. Karadzic, fue presidente de la entidad serbia de Bosnia Republika Srpska durante la Guerra de Bosnia en la década de 1990. Véase: BBC NEWS, 20 de marzo de 2019. “Radovan Karadzic sentence increased to life at UN tribunal”. En: https://www.bbc.com/news/world-europe-47642327 [Consultado: 29 de abril de 2019]. También el comandante Ratko Mladic fue sentenciado a cadena perpetua, así como Dragoslav Milosevic, comandante del cuerpo Sarajevo-Rumania del ejército de la Republika de Srpska, a 29 años de prisión.

Mike Persson /AFP
Se encontraban pocas personas, alguno que otro vecino, pero en general después de la tragedia el mercado siempre estaba vacío. Supo entonces, que tendría que dirigirse al mercado negro para conseguir algún alimento. Tuvo suerte, consiguió azúcar y un poco de café, ese día habría en casa algo para desayunar para ella, sus dos hijos y para la desprotegida Alina. Estaba pensando en ello cuando descubrió a un pequeño grupo de señoras que estaban explicando cómo hacer una sopa con hierbas de la región y decidió escucharlas. Quizá con la poca agua que tenía almacenada y algunos insumos verdes que la naturaleza le proporcionaba algo podría preparar para ayudar a mitigar la sensación de hambre que ella y sus hijos sufrían desde hacía meses. No era el mejor alimento, pero en algo ayudaría, pensaba para sí misma.
El día seguía su curso y el sol llegaba lentamente al cenit, el reto era ahora conseguir agua. Las reservas que Lejla tenía estaban casi por terminarse. El suministro de este líquido vital había sido interrumpido desde el inicio del sitio de la ciudad; ella había logrado almacenar algo durante los meses de invierno, pero esa reserva estaba a punto de acabarse; otro lugar donde se podía encontrar agua era el río Miljacka que cruzaba toda la ciudad, pero acercarse a éste era casi encontrar una muerte segura. Al movimiento de cualquier persona cerca del río, propiciaba que éste se convirtiera en blanco perfecto para las bazucas y morteros de las tropas ubicadas en los Alpes Dináricos, la cadena de montañas que rodean casi toda la ciudad.
Las mismas señoras que se encontró en el mercado le indicaron un lugar, muy cerca del que fue el Ayuntamiento, donde había un centro de almacenamiento de agua y a éste se dirigió. Mientras iba caminando hacia este sitio contempló de lejos los muros calcinados y ennegrecidos del “Vijecnica”, la biblioteca de la ciudad, edificación que en algún momento albergó al gobierno de Sarajevo y posteriormente se convirtió en archivo histórico nacional.
Se había terminado de construir casi 100 años antes –en 1884- con una arquitectura sumamente refinada que incorporaba elementos de tradición árabe. Era un edificio imponente, elevado y majestuoso, dedicado a albergar la Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina, que contaba en su acerbo con más de dos millones de libros, obras de arte, incunables y objetos históricos de la cultura bosnia y más de “155 mil rarezas bibliográficas” (2).
(2) Véase: Sánchez Arsenio y Santamaría, Itziar, “La Biblioteca de Sarajevo, siete años después”. En: https://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/118612/1/EB12_N110_P10-15
[Consultado: abril de 2019]. RTVE, “Renace Vijecnica, “La biblioteca de Sarajevo destruida por la guerra”. En: http://www.rtve.es/noticias/20140509/renace-vijecnica-biblioteca-sarajevo-destruida-guerra/936061.shtml [Consultado: abril de 2019].
Recordó cómo la noche del 24 al 25 de agosto de 1992 desde las colinas que rodean la ciudad, se dio la orden de disparar proyectiles de fósforo sobre este tesoro arquitectónico y cultural. Las bombas cayeron por decenas y en menos de nada el inmueble completo estaba ardiendo en llamas; el cuerpo de bomberos de la ciudad con antiguos carros de agua, mangueras deterioradas y llenas de hoyos hicieron todo lo posible por controlar el fuego que consumía la gran biblioteca de la ciudad; los empleados de ésta a riesgo de perder la vida empezaron a tirar por las ventanas literalmente todo lo que estaba a su alcance: libros, objetos de arte, manuscritos, esculturas, ediciones antiguas del Corán de extraordinario valor histórico.
Fuera de la edificación ardiendo, la gente formó improvisadamente largas cadenas humanas para salvar todo aquello que llegaba a sus manos y llevarlo a un lugar seguro. Lejla recordó su participación en este lazo de esfuerzos conjuntos que sólo con la ayuda de sus brazos trataba por todos los medios de salvar lo que fuera de los tesoros de la biblioteca: por las manos de ella desfilaron objetos valiosísimos. Finalmente, cuando el techo de la biblioteca se venció, el alma de los habitantes de Sarajevo también se derrumbó: no hubo nada más qué hacer.
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A partir de ese momento las personas observaron estoicamente cómo ardía y se perdía de una forma irremediable la cultura escrita y los tesoros históricos de la que fue la ciudad otomana mas importante de los Balcanes y la segunda del Imperio turco después de Estambul; cómo se incendiaba la memoria histórica de una urbe que durante los siglos XIX y XX se había convertido en la expresión vívida de Oriente y Occidente; una metrópoli que era la síntesis material de la antigua ciudad otomana y del moderno occidente contemporáneo.
Cabe señalar que la Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina, ubicada en Sarajevo resguardaba no sólo manifestaciones de la cultura musulmana. Preservaba sí manuscritos islámicos muy antiguos; pero también, custodiaba de igual forma los primeros documentos de la ancestral cultura ortodoxa de la región, iconos bizantinos, pergaminos en español “ladino” de aquéllos judíos sefarditas que migraron desde España después de su expulsión, reliquias del culto católico, incunables de inmenso valor histórico, pinturas y esculturas. ¡Todo se perdió!.
Se incendiaron a la vista de todos siglos de cultura, de conocimiento, de tolerancia religiosa, de multiculturalidad, como un claro ejemplo de destrucción de todo lo que había sido Sarajevo hasta ese momento. El edificio, de acuerdo a testigos presenciales, ardió casi tres días y tres noches ¡no quedo nada! Sobrevivió –aproximadamente- el diez por ciento del contenido de la biblioteca (3).
(3) Euroxpress, portal de noticias de la Unión Europea. Pacho, Lorena. “La biblioteca de Sarajevo renace de sus cenizas” 7 de agosto de 2014. En:
https://www.euroxpress.es/noticias/la-biblioteca-de-sarajevo-renace-de-sus-cenizas [Consultado en: abril de 2019]. Como acto de resistencia pacífica y llamado de atención internacional sobre la tragedia que vivía esta ciudad, el músico bosnioherzegovino Vedran Smailović tocó su violonchelo entre los escombros de la biblioteca de Sarajevo. La fotografía que muestra el hecho ha dado vueltas por todo el mundo. De acuerdo con la mayoría de las fuentes fue el profesor Nikola Koljevic el hombre responsable de ordenar el ataque contra la biblioteca nacional. Koljevic era un catedrático de la Universidad de Sarajevo que amaba la literatura, recitaba de memoria a Shakespeare en inglés y era considerado por sus alumnos como un maestro muy destacado, amante de su profesión y los libros. Al terminar la guerra, Koljevic se dedicó al alcohol, finalmente se suicidó en 1997 en Belgrado. Consúltese: “El profesor que incendió la biblioteca de Sarajevo: la historia del Día Internacional de la Biblioteca”, en La Red de Bibliotecas, un programa Fundación EPM. Octubre 24 de 2016: https://reddebibliotecas.org.co/diario/el-profesor-que-incendio-biblioteca-sarajevo-dia-internacional-biblioteca [Consultado: abril de 2019].

Foto: Gervasio Sánchez
Salir a la ciudad era más que deprimente. Sin embargo, Lejila sentía un cierto consuelo al caminar por las laderas de las montañas y cruzar por las antiguas mahalas o barrios. Atravesar lo que quedaba del barrio musulmán, observar las casas llenas de proyectiles incrustados en las paredes en el barrio católico y, cruzar las edificaciones abandonadas del antiguo barrio judío, le provocaban una gran nostalgia.
Recordaba cómo, si bien existían distritos residenciales para cada religión los habitantes de Sarajevo mezclaban cotidianamente sus pasos y se re-encontraban en sus mezquitas, en el bazar, en los alrededores de las iglesias católicas u ortodoxas. Caminar por el antiguo Sarajevo antes del inicio de esa irracional guerra era un deleite, con sus calles empedradas, su arquitectura austrohúngara y sus deliciosas pastelerías vienesas donde podía degustarse un aromático café bosnio recién molido (4).
(4) Descripciones interesantes de la multiculturalidad de Sarajevo durante la primera mitad del siglo XX se encuentran en Kuic, Gordana, El olor de la lluvia en los Balcanes, España, Editorial Funambulista, 2015. Consúltese también: El Clarín, Argentina, 26 de marzo de 2015, “Sarajevo, la historia en cada esquina”. En:
https://www.clarin.com/viajes/sarajevo-historia-esquina_0_rJ-bJfcw7g.html
[Consultado en: abril de 2019]. También véase: National Geographic, España, 28 de octubre de 2018 “Seis curiosidades de la historia de Sarajevo”
En: https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/6-curiosidades-historia-sarajevo_13354/1 [Consultado: abril de 2019].
Con la finalidad de calmar un poco su espíritu tan lastimado, le gustaba volver a imaginar el “Charshiya” o bazar tipo turco lleno –en otros tiempos- de bullicio y de gente. En ese mercado podía encontrarse casi todo: mercancías exóticas, lámparas de colores estilo oriental, tapetes persas, pequeños locales con delicadas especies, tiendas de sombreros donde lo mismo se ofrecían velos para cubrir la cabeza y los rostros de las mujeres musulmanas como bonetes muy modernos para las mujeres occidentales.
Extrañaba los atardeceres en las terrazas durante los meses de verano en las que, a la sombra de una higuera, se podía disfrutar de un clásico té de menta, un típico café estilo bosnio con terrones de azúcar y un delicioso baklaba. Evocaba con cierta nostalgia y melancolía las crónicas de su abuela –a su vez re-contadas por sus abuelos- acerca del antiguo Sarajevo, la ciudad musulmana europea más importante después de Estambul, próspera, multicultural, moderna, tanto que fue la primera capital europea que tuvo tranvía eléctrico circulando por sus avenidas.
Los otomanos habían permanecido en ésta por más de trescientos años y posteriormente, a la llegada de los austríacos se inició la construcción de edificios típicos del modernismo europeo. Al paso del tiempo, ello generó una mezcla arquitectónica única en el centro de Europa. Sarajevo era –sin duda- la fusión material del mundo occidental y del mundo oriental (5).
(5) Ivo Andréi, escritor yugoslavo, expone cómo con la construcción de un puente sobre el río Drina se inició durante el siglo XVI el tránsito e intercambio entre el mundo cristiano y el mundo islámico en la zona de los Balcanes. Su libro es una larga crónica que abarca desde el siglo XVI hasta el XX, que nos ayuda en mucho a entender las paradojas de la vida en común que la historia marcó para los habitantes de Bosnia y Herzegovina.
Véase: Andreí, Ivo. Un puente sobre el Drina. (Traducción española de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pïstelek), Barcelona, Ediciones RBA libros, 2010.
La ciudad estaba –y sigue aún- dividida solamente por una línea; no por una calle, no por una barda, no por un edificio, ni por un solar. Una línea dibujada en el suelo separa la parte austriaca y la parte musulmana. En esta primera zona se observa una arquitectura muy del estilo vienés-austríaco, con imponentes construcciones de estilo imperial, casas con exquisitos repujados en sus fachadas, balcones de hierro forjado y avenidas anchas con una traza urbana cuadrangular.
En la zona musulmana reina el estilo arquitectónico otomano con calles empedradas, con sus grandes mezquitas, su bazar, sus fuentes y sus avenidas trazadas de manera circular serpentina. Sin embargo, anotaba Lejla, lo más importante era la convivencia de las personas. La población de cualquier credo religioso circulaba con toda libertad y tolerancia; en aquellos tiempos era tal la diversidad que incluso la Catedral del Sagrado Corazón (católica), la Catedral de la Natividad (ortodoxa) y la Mezquita Ferhadija (musulmana) prácticamente se encuentran dentro de un mismo kilómetro cuadrado.
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La Sinagoga sefardí está a pocos minutos andando de este núcleo religioso, pero igualmente cerca. Sarajevo vivía en una multiculturalidad cotidiana en la que convivían tranquilamente los descendientes de judíos sefarditas, musulmanes bosnios, croatas católicos y ortodoxos serbios, en medio de una tolerancia digna de remarcarse.
Lejla caminaba y pensaba ¿dónde había quedado la multiculturalidad y la tolerancia que en otra hora había caracterizado a los habitantes de Sarajevo? ¿A qué hora surgió ese principio arcaico e intolerante de pureza y limpieza étnica? ¿Por qué no se habían escuchado las más de cien mil voces que al unísono se presentaron en una magna manifestación el 5 de abril de 1992 en el centro de Sarajevo manifestando el respeto a la multiculturalidad y multietnicidad de Bosnia y Herzegovina? ¿Qué había pasado? (6)
(6) El 5 de abril de 1992 se realizó en el centro de Sarajevo una magna manifestación multicultural y multiétnica que gritaba por la paz y la tolerancia para Bosnia y Herzegovina, y un no rotundo a la inminente guerra que se avecinaba. Veiga, Francisco, Slobo, Una biografía no autorizada de Milosevic, Barcelona, España, Ed. Debate, 2004, p, 270.
La búsqueda de agua para Lejla continuaba; en tanto, volvía a ceñir el abrigo desgastado sintiendo el furor del frío de Sarajevo. El último invierno había sido terrible, con sesenta días con nieve y con temperaturas de menos veinte grados fue una de las épocas más difíciles de soportar durante el sitio. La ciudad de Sarajevo, ubicada en una cañada y rodeada por montañas condensa más el frío y hace que éste se sienta más. Durante el invierno las nevadas inundaban la ciudad, caminar por las laderas era casi imposible, la obscuridad hacía de cómplice para poder salir, pero el frío y el viento helado eran más que insoportables. La nieve proporcionaba a los habitantes de la ciudad el agua que necesitaban, pero incluso para derretirla era necesario un poco de fuego. ¡Que largos inviernos!
Sin electricidad, gas u otra fuente de energía y sin poder hacer fuegos que fueran muy visibles a los ojos de los francotiradores de las montañas, no había cómo calentar el cuerpo. Tampoco había mucho que quemar, ella y sus hijos tenían algunos troncos de leña almacenados que les habían sobrado del primer invierno; para el año siguiente empezaron a deshacerse de los muebles: las cómodas, los roperos, las sillas, la pequeña mesa. Después siguieron con la ropa que no era indispensable hasta llegar a los libros que celosamente habían guardado por muchos años. Todo había ido a parar a la hoguera con tal de tener algo de fuego y poder calentar un poco el cuerpo ante esos helados inviernos que parecía que nunca iban a terminar.
La mayoría de sus vecinas se habían ido ya de la ciudad o se resguardaban en alguno de los seis bunkers que servían de refugio seguro (7). En estos lugares podían estar a salvo de los bombardeos hasta por un mes. Pero la obscuridad, la humedad, el encierro no eran para ella. Aún con todo, en variadas ocasiones Lejla pensó que quizá deberían irse ella y sus dos hijos pequeños a alguno de los bunkers de salvación. Ya no había mucho que cuidar de la casa y respecto a su esposo no sabía nada del él desde hacía muchos meses. Trataba de no pensar en ello y no contar los días desde la última vez que lo vio partir haciendo un esfuerzo sobrehumano por no considerar aquella despedida como la última vez que lo vería.

(7) Durante el sitio de Sarajevo se utilizaron los resguardos militares de la época socialista como refugios civiles, y cuarteles para los soldados bosnio musulmanes. Una vez terminada la guerra los bunkers quedaron abandonados. Posteriormente, en uno de ellos, misioneros franciscanos con el permiso del Ayuntamiento instalaron un comedor. De ahí partió el proyecto de escuelas multiétnicas y multi-religiosas que actualmente funcionan en Sarajevo (y en otras ciudades de Europa). Estos centros escolares han impulsado la convivencia pacífica entre las tres comunidades -bosnio-musulmana, serbio-ortodoxa y croata-católica- que están asentadas en el país. Se han convertido -como afirman su propulsores- en “El germen de una sociedad nueva, tolerante y respetuosa” Véase: RTV.es. Pueblo de Dios, 30 de enero de 2012 “El sitio de Sarajevo” En:
http://www.rtve.es/television/20120130/sitio-sarajevo/493813.shtml [Consultado: mayo de 2019]. También puede consultar: Vida Nueva Digital. España. 15 de junio de 2012. “La iglesia del búnker” En: https://www.vidanuevadigital.com/2012/06/15/la-iglesia-del-bunker/ [Consultado: mayo de 2019].
Lejla quería irse a los bunkers, pero lastimosamente no podía. Y tenía sus razones: su labor como distribuidora del diario “Oslobodjenje” (8) por un lado; y por otro, no quería dejar sola a su vecina más próxima que estaba a punto de dar a luz -y a punto de volverse loca- Alina, una jovencita de apenas diecisiete años que amaba la vida y su vida en Sarajevo. Ella vivía en Dobrinja (9), un barrio de Sarajevo muy cercano al aeropuerto, que fue escenario de una parte de los combates más encarnizados durante la guerra. Para esas fechas en Dobrinja ni un solo edificio estaba intacto, era –literalmente- un campo de guerra, antes lleno de gente, se convirtió en una ciudad abandonada y fantasma.
(8) Oslobodjenje significa “Liberación”, periódico bosnio fundado en 1943 en Sarajevo por partisanos antinazis. Al inicio del conflicto armado los edificios del Oslobodjenje fueron quemados y prácticamente destruidos. A pesar de esto, el periódico no dejó de publicarse un solo día durante el sitio de la ciudad dando siempre muestras de su compromiso con los habitantes de Sarajevo, defendiendo hasta sus últimas consecuencias la multietnicidad bosnia, el respeto total a diferencias religiosas y la riqueza multicultural de Bosnia y Herzegovina. Sus integrantes, bosniacos, croatobosnios y serbobosnios dieron muestras de ello. Véase: López de Miguel, Alejandro, 18 de abril de 2014. “El periódico bosnio que sobrevivió al asedio de los 12.000 muertos”. En: https://www.publico.es/internacional/periodico-bosnio-sobrevivio-al-asedio.html [Consultado: abril de 2019]
(9) El barrio de Dobrinja en Sarajevo, ubicado muy cerca del aeropuerto fue escenario de gran parte de los combates más violentos entre serbios y musulmanes. Para el año de 1994 ni un solo edifico estaba intacto, las personas que vivían ahí, huyendo de la violencia, o desalojados, abandonaron sus casas, sus autos y todas sus pertenencias. El barrio, de acuerdo con testigos presenciales era, literalmente, una “ciudad fantasma”. Actualmente -2019- cuando uno visita la zona aún pueden verse en un número muy importante de edificios huellas de las bazucas y los morteros incrustados en las paredes de los edificios. (Nota de la autora)
En Dobrinja una noche, Alina y su familia se acostaron después del rezo nocturno, como lo hacían desde que ella tenía memoria. De repente y de manera alterada despertó al escuchar alboroto en su casa por la incursión de gente extraña. Su padre bajó la escalera para saber qué pasaba, y tanto ella, como su madre y hermana permanecieron ocultas por un buen rato. Cuando las encontraron las obligaron a salir y se las llevaron en un camión para sacarlas de ese lugar. Alina vio cómo se llevaban a su padre golpeado y sangrante hacia otro transporte y no imaginó que nunca más lo volvería a ver.
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A ella junto con otras mujeres más las llevaron a una especie de refugio de salida. Ahí cada noche llegaban hombres y eran violadas todas las mujeres, algunas las dejaban ahí hasta que notaban su vientre aumentado como certeza de que habían ahí dejado su semilla. Sólo así las dejaban ir. Alina milagrosamente había logrado escapar, no así su madre y hermana menor, con las cuales pudo reencontrarse años después. Posteriormente cuando Alina se dio cuenta de que estaba embarazada no podía creerlo, no quería y desde sus entrañas odiaba al descendiente del violador que tenía en su vientre, hizo todo lo posible por abortar, pero no lo logró. Para cuando se encontró con Lejla el embarazo estaba llegando a su fin. Estaba sola, deprimida, sin recursos, viviendo casi en la calle y a punto de volverse loca. Solamente contaba con el apoyo de Lejla y ella no iba a dejarla sola. (10)
(10) ACNUR, org. La agencia de la ONU para los refugiados. Padoan, Laura, 18 de abril de 2012. ”Una niña nacida durante la guerra cuenta su historia 20 años después del sitio de Sarajevo”. En: https://www.acnur.org/noticias/noticia/2012/4/5b7e708c23.html [Consultado: abril de 2019]
Antes del atardecer Lejla pudo regresar a su casa y preparar algo de comer con agua y un poco de carne seca que voluntarios a través de la ACNUR (11) les hacían llegar. Sin duda, era un día de suerte.
(11) Íbidem.
Y también era un día de suerte para la ciudad pues se vivía una jornada considerada “tranquila”. Usualmente los proyectiles caían cotidianamente en un promedio de unos trescientos veintinueve impactos diarios (12); pero, justamente ese día habían disminuido notoriamente. Por lo cual, esa tarde antes de que el sol se ocultase Lejla saldría junto con un pequeño grupo de mujeres a dar sepultura a los muchos cadáveres que se encontraban por las calles.
(12) Respecto a la cantidad de proyectiles lanzados sobre la