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  • Hernández Aguilar Marco Antonio

El espejo humeante. México y sus contrastes: la importancia de la novela mexicana en el análisis del

Introducción

Somos la herencia y la consecuencia de los que estuvieron antes que nosotros. Podemos vernos, observarnos, odiarnos y hasta querernos al buscar nuestro reflejo en todos los rincones habidos y por haber en este gran país.

Nos encontramos en 2018, año histórico, año electoral, punto y aparte en el quehacer político de nuestro país. En este 2018, el presidente electo, líder carismático puro y el primer presidente con tendencias de izquierda elegido democráticamente, hace alusión a un grupo que él denomina como la mafia del poder. Andrés Manuel López Obrador recurre con frecuencia a citas históricas para defender su proyecto de nación, centrando su discurso en el combate a la corrupción, en culpar a la mafia en el poder de la desgracia del México de nuestros días, pero ¿qué y quiénes son la mafia del poder?

Este grupo identificado como los grandes empresarios y los políticos que se encuentran en la cúspide de la clase política, quienes se mantienen la mayoría del tiempo fuera de los reflectores, tramando sus planes sin más contrapeso que las pocas notas periodísticas que llega a haber de ellos.

Por lo general los podemos encontrar en las portadas de revistas de sociales o en publicaciones especializadas en dinero. ¿Existe la mafia en el poder?, ¿es un mito o una realidad?, ¿la mafia llegó con el neoliberalismo o se ha ido renovando desde que el sistema político mexicano consolidó sus instituciones a finales de los años veinte del siglo pasado?

En este contexto y con este pretexto, el presente trabajo se pretendió elaborar un collage de la novela mexicana que nos ayudará a entender lo que podría identificarse como la mafia en el poder: ese grupo de políticos y empresarios que actúan tras bambalinas y que conducen con sus complicidades el futuro de nuestro país. Para lograrlo, se recurrió a diversos novelistas para elaborar un mural novelístico que sustente nuestra interpretación de carácter histórico-político del presente trabajo.

Algunas de las novelas mexicanas de la segunda mitad del siglo XX nos ayudaron a entender lo que en los hechos ha de leerse como la historia no oficial de nuestro país. El contexto político y social en el que se escribieron estas grandes obras nos ayudó a entender lo que en los hechos ha de leerse como la historia no oficial de nuestro país.

El México contemporáneo ha sufrido un sinfín de transformaciones en lo político, lo social y lo económico que “según la historia oficial” ha respondido a las circunstancias internas y externas que han obligado a la clase política y a la élite en el poder a tomar dichas decisiones.

El papel de la novela mexicana es de suma importancia para entender el cómo y el porqué de los acontecimientos de este tipo a lo largo de nuestra historia. El novelista es un ser omnipresente al momento de escribir, es un ser de alcances inimaginables que desarrolla su trabajo con una mezcla de realidad y ficción como materia prima.

La literatura mexicana guarda ese otro entendimiento de la política, de nuestra sociedad y sus complejos. Nos muestra los claroscuros del poder, quienes se han beneficiado al ejercerlo y quienes han sido marginados por los desequilibrios en nuestra clase política.

La distopía mexicana

El 7 de marzo del año 2000, se trasmitió por televisión nacional un debate entre dos de las figuras principales de nuestra política nacional, Andrés Manuel López Obrador y Diego Fernández de Cevallos. El primero, quien entonces era presidente nacional del PRD, califica por primera vez en su discurso a los integrantes de la clase política en el poder como una “mafia”.

Este calificativo adquirió popularidad en los años siguientes al describir de manera explícita el modus operandi de nuestra clase política y los principales empresarios de nuestro país. Obrador mostró una solidez argumentativa y descriptiva que dejó sin capacidad de respuesta a Fernández de Cevallos, un gran debatiente.

Todo partido de oposición, como en aquel no tan lejano año 2000 era el PRD, se sustenta en el entendido de que el régimen actual, pero sobre todo el sistema político, se encuentra controlado por políticos deshonestos, corruptos e incapaces.

La clase política y la élite en el poder constituyen los grandes ejes en los que la legitimidad de la existencia del Estado transcurre en un periodo de gobierno. La renovación y evolución de los personajes en los altos mandos de los distintos niveles de los Poderes de la Unión es necesaria para aparentar un avance democrático y un buen funcionamiento institucional.

Ejemplos sobran en los que el poder se halla acumulado en unos cuantos personajes de nuestra clase política y empresarial, generando incomodidad e inmovilidad al interior del sistema político. Es por todos conocidos que cuando una minoría se adueña del poder político surgen movimientos y fuerzas opositoras que, en la naturaleza y la lógica de las dinámicas del poder, buscan hacer funcionar el engranaje electoral y la renovación del régimen.

Cuando Porfirio Díaz llega al poder con una filosofía positivista mexicanizada, logra instaurar el orden y el progreso. Construye el poder personal con el apoyo de una aristocracia poderosa, con el apoyo de la burguesía nacional y extranjera y, sobre todo, con la influencia de los científicos, un grupo de expertos amigos de Díaz que constituyeron su gabinete y envejecieron junto al General en el poder.

La importancia de los científicos en el poder en el porfiriato fue de más a menos. Este grupo de grandes mentes ayudaron a modernizar el país en cuanto a infraestructura, pero deformaron el carácter liberal de la Constitución de 1857. Con Díaz como presidente y los científicos como su brazo ejecutor, el país se encontraba en manos de unos cuantos mientras una gran mayoría padecía miseria y pobreza.

El resultado de esta acumulación de poder en unas cuantas manos fue un movimiento armado que exigía elecciones libres y la renovación de la clase política que permitiera volver a desarrollar una dinámica sana entre el poder político y el sistema social mexicano.

Al concluir la etapa armada de la Revolución Mexicana, se establece un nuevo orden constitucional en la Constitución de 1917: “Sin duda, la Constitución de 1917 puede ser considerada en más de un sentido como un documento que no se ha aplicado; pero también es verdad que la Constitución ha sido desde el principio un formidable instrumento de poder, a un grado en que no lo fue para Díaz la Constitución de 1857”(Córdova, 1990)

Esto permite el ascenso de una nueva clase política que se encuentra legitimada en la lucha armada, es decir, el caudillo se empodera y surgen luchas internas por el poder político. Es Plutarco Elías Calles quien logra controlar la atomización del poder y lo aglutina en un partido. El PNR es el gran triunfo de los jefes revolucionarios beneficiados por la lucha. Agrupar a sectores obreros, campesinos, de izquierda y de derecha al interior de un partido revolucionario y así burocratizar la revolución.

El jefe máximo, logró ejercer el poder de una manera fantástica por las acciones, e inverosímil por los instrumentos a su disposición. El Maximato recurre a las masas, pero construye una nueva burguesía que destierra de sus feudos a la antigua aristocracia porfirista, entrega el poder a los generales revolucionarios, y por consecuencia de la necesidad política y económica, surge una clase media que mantiene al régimen estable por unos años.

El chamaco Lázaro Cárdenas, una vez llegado a la presidencia de la República, se hace del control de las masas, reforma el partido, aleja a los militares del mismo y da sentido al carácter presidencialista en el que está fundamentada nuestra Constitución.

La evolución natural del partido de la revolución (PNR, PRM, PRI) es el compendio de las necesidades del sistema político y un esbozo de los que controlan al país en sus distintas etapas histórico-políticas. El gobierno civil posterior al periodo de los gobiernos de los generales revolucionarios formalizó el poder de las instituciones del Estado y entregó el poder político a un grupo de noveles políticos encabezados por Miguel Alemán Valdés.

Así, el sistema político se mantiene intacto, aunque se observan en el horizonte problemas que serán las causas del naufragio del PRI del siglo XXI. El primer gran golpe se da finales de los sesenta. El fracaso del milagro mexicano, los movimientos estudiantiles, las guerrillas, los grupos disidentes, las crisis económicas, los cuestionamientos al partido de la revolución, etc., fraguan la ruptura al interior de las cúpulas, la cual se observa claramente hasta la elección presidencial de 1988 fraguan la ruptura al interior de las cúpulas que se observa claramente hasta la elección presidencial de 1988.

El PRI rompe su habitual funcionamiento y se da el choque entre las últimas facciones “revolucionarias” del partido y la poderosa corriente de los tecnócratas. Los jóvenes maravilla de finales del siglo XX, eran la esperanza del partido para hegemonizar de nuevo el poder y mantenerse en la cúspide del sistema político.

Los tecnócratas y el neoliberalismo tienen como consecuencia la captura de las instituciones de nueva cuenta por un grupo de personajes que no permiten la competencia electoral libre y que constituyen la tan nombrada mafia del poder. Aunque el pluripartidismo es un gran avance de nuestro sistema político en búsqueda de su democratización, parece más un experimento de atomización del voto para evitar que la oposición se haga con el poder. Hemos vivido ya la alternancia con la llegada de Vicente Fox a la presidencia, pero aún nos encontramos lejos de la democracia liberal.

Una vez llegado a este punto, nuestro trabajo analizará los hechos de una manera sui generis. A la par que el sistema político evoluciona para mantenerse vivo, surgen grandes inconformidades que se excusan y encausan de distintas maneras. Una de ellas es la novela mexicana: El gran retrato de nuestro gran siglo, el siglo XX.

Diversos autores han elaborado complejos retratos de la diversidad casi infinita de las particularidades que conviven en México bajo el amparo de un mismo territorio constituido como nuestro Estado. La novela mexicana tiene como personajes centrales tanto a disidentes como a clases beneficiadas por los modelos económicos, y la manera en que se distribuye el poder político en nuestra nación. El primer paso para encontrarse en la novela mexicana es entenderse como parte de un todo que transforma y trastoca nuestra vida más allá de nuestras intencionalidades.

El espejo humeante, México y sus contrastes

¿La realidad tiene solamente un sentido? Cuando nos enfocamos en entender el interior del ser humano y su relación simbiótica con el poder y la política, podemos perdernos dentro de un abismo que no conoce fin. El trabajo del novelista mexicano ha sido acomodar las piezas del rompecabezas para que toda nuestra realidad tenga un sentido concreto y sencillo. No podríamos sentirnos completos con sólo leer los libros de texto que el propio Estado elabora con la historia oficial.

Hay muchas cosas detrás del poder. Sentimientos, símbolos, filias y fobias. El poder político está en manos de hombres y mujeres de carne y hueso que sufren traspiés y se encumbran en la victoria. El poder corrompe, es su naturaleza y como toda distorsión de nuestra verdadera identidad, debemos estudiarlo más allá de la argumentación politiquera.

Carlos Fuentes en La región más transparente (1958) camina por la Ciudad de México en los pies de Ixca Cienfuegos, personaje mítico de la novela nacional y latinoamericana. Ixca se desenvuelve en el México de la segunda mitad del siglo XX, conoce la periferia de la ciudad, sus males y sus creencias. Conoce también a la nueva burguesía que funciona de la mano del poder político y sus corruptelas.

En la primera entrega de Fuentes como novelista, también identificada como el inicio del llamado boom latinoamericano, se entrelazan un número infinito de razones y sentimientos que dan sentido al país que busca entrar en el mundo, el cosmopolitismo.

De igual manera que el porfirismo afrancesado, el México de la segunda mitad del siglo XX entra en un periodo en el que se americaniza nuestra cultura y se deja descansar un poco la idea del nacionalismo, se destensa la idea del nacionalismo, clasificando como folclóricas las costumbres propias del país, y se instituyen nuevas corrientes del pensamiento.

“Allí están, inaugurando discoteques, bailando hasta la fiesta siguiente, sumándole a la frivolidad un aire monótono, complaciéndose en la envidia que desencadenan, aprendiendo los nuevos pasos, estacionando su automóvil a media calle, intercambiando gritos tribales, retratándose en la Fuente de Trevi, dorándose la piel, fingiendo eterna adolescencia. Por lo pronto, algo saben: su famosa carencia de porvenir histórico no afecta, curiosamente, su actual nivel de ingresos.” (Monsiváis, 1977)

Ixca Cienfuegos representa esa mexicanidad que siempre se encontrará presente más allá de nuestras pretensiones cosmopolitas. La relación que Ixca tiene con los otros personajes de la novela, en especial con Federico Robles, hombre que se hizo rico gracias a la revolución, y con Norma Larrogoiti, esposa de Robles, relaciona íntimamente lo que el autor trata de expresarnos de su entendimiento con el entorno en el que desarrolla a sus personajes.

Robles es un burgués que se hizo rico gracias a los beneficios que le trajo el ser soldado de la revolución y que utiliza su poder económico para ingresar a las grandes cúpulas del poder político. Su esposa proviene de una familia caída en desgracia y que pretende vivir una vida lejos de la pobreza y la marginación al casarse con Robles. Esta pequeña parte del gran mural que representa La región más transparente, es una aportación sumamente detallada de cómo se han integrado las familias en el poder en nuestro país:

“La vista perdida sobre los contornos pálidos de la alameda, Ixca Cienfuegos murmuró: —Es lo que nos preguntamos todos. ¿Qué habrían hecho los llamados “revolucionarios puros” ahora? ¿Qué harían hoy los Flores Magón, Felipe Ángeles, Aquiles Serdán?

—Quizá serían profesores mal pagados y un poco atarantados—gruñó Robles mientras daba vueltas en la boca al puro, como un torniquete aromático.— No es lo mismo darse cuenta de la injusticia que ponerse a construir, que es la única manera eficaz de acabar con la injusticia.” (Fuentes, 1986)

Por otro lado, tenemos la visión de los disidentes, de los que han sido rechazados por el sistema y que se mantiene en eterna lucha por lograr sus ideales en nuestra realidad. José Revueltas, personaje magnífico, exquisito escritor, luchador incansable, alguien que vivió apasionado con la idea de que el comunismo era posible aquí en el reino de los mortales. Revueltas es sin duda el gran referente de la novela que encara el desencanto, de las letras que transmiten esa crudeza entre lo que está a simple vista y lo que se guarda bajo la llave del tiempo.

Contemporáneo de Octavio Paz, Revueltas es obligado a replegarse ante sus intencionalidades y el tono de su crítica. Se desenvuelve a placer en la marginalidad intelectual, desarrolla de manera hiperactiva, se constituye como el gran pilar del comunismo en México: “Revueltas se considera, y jamás dejará de hacerlo, un bolchevique, un comunista, alguien que piensa heroicamente en un medio donde la palabra “comunista” evoca mujiks fornicando en la cama de los zares, asesinato de una familia real, destrucción de la propiedad privada, subversión de la moral y complot contra la existencia de Dios” (Monsiváis, 1979)

La obra de Revueltas es tan basta y tan compleja que su análisis no puede darse desde una sola perspectiva. Revueltas se entrega a sus demonios, se deja dominar por ellos y da voz a los marginales de un sistema político que es insensible ante sus indígenas, sus campesinos, la gleba.

Obras como El Luto Humano (1943) nos transportan al México marginado, al campo abandonado, donde la revolución y la contrarrevolución generaron tragedias que contradicen el triunfo de cualquier movimiento armado:

“Dos, tres, cuatro veces, y siempre su viva Cristo Rey, terco, sombrío porque no era Cristo sino algo terrible e inmortal, sin nombre, que latía junto a su corazón y que no cesó de latir cunado éste quedó en el aire, muerto dentro del cuerpo, levemente móvil al soplo de la brisa… Recordaba esta historia el sacerdote pero ya no podía recordar más. Ni siquiera las hazañas bestiales de los propios soldados cristeros.” (Revueltas, 1981)

Esta novela retrata de manera fidedigna las carencias y dolencias de los hijos olvidados por la Revolución y las peripecias que enfrentaron al enfrentarse al poder político que los sepultó en vida, condenándolos a la injusticia y la violencia de manera perpetua. Los matices de la obra de Revueltas condensan de manera magistral los hechos que la historia ignora y que constituyen el cosmos del poder político en nuestro país.

En Los errores (1964), Revueltas recurre a la sátira para criticar al Partido Comunista Mexicano, y denunciar sus prácticas subversivas que los igualaban con el partido del régimen. Al mismo tiempo construye un escenario que es fiel reflejo de la ciudad en aquellos años sesenta. Con esta novela, Revueltas demuestra que su carácter revolucionario se perfila como un gran mito de la construcción de oposición en México:

“Los principios del internacionalismo proletario exigían a los mejores de los comunistas mexicanos un acto supremo de solidaridad: Eladio Pintos estaba obligado a pagar con su vida las horrendas intentonas de que habría sido —y se estremece uno al decirlo: la muerte de Stalin— el asesinato más monstruoso y bárbaro, el más injusto, el más inmerecido de la historia entera de la humanidad.” (Revueltas, 2014)

Los personajes que Revueltas crea, contienen un gran sentido social y se forman desde el entendimiento de su entorno. Las características existencialistas de la obra de Revueltas imponen condiciones al deber ser y cuestionan el ser del mexicano. Nuestro nihilismo tiene orígenes revolucionarios:

“Revueltas no logra ningún personaje clásico, pero sus prostitutas, sus vagabundos, sus enfermos, sus comunistas, sus criminales, sus sacerdotes, sus condenados, son una galería vital, que viven de la perdición, su caída, sus humillaciones, como un destino, o sea, entendemos en ello una grandeza.” (de la Concha, 2005)

En la periferia de nuestra sociedad, los disidentes siempre son golpeados de manera brutal por el sistema, esto los obliga a tomar acciones que, a veces, abandonan el tono pasivo de su entendimiento de la oposición.

Carlos Montemayor, conocedor de temas indígenas y de sus problemáticas, encuentra en la novela el mejor canal de comunicación entre el gran público y estos asuntos que se mantiene al margen del interés nacional.

En Guerra en el paraíso (1991), Montemayor logra consagrarse y darnos a conocer los pormenores de la guerrilla de Lucio Cabañas en Guerrero a finales de los sesenta y el primer lustro de los años setenta. Con esta historia podemos observar que los problemas en la zona sur de nuestro país no se reducen a los de la actualidad. Los indígenas de Guerrero, Chiapas, etc., son los traicionados de la Revolución y los olvidados de un sistema que los desplazó para dar paso a la modernidad.

Como en Revueltas, Montemayor observa que los movimientos políticos de esa época, estaban principalmente fundamentados en el comunismo y la ideología marxista. Son los primeros pasos de lo que hoy conocemos como la izquierda en México, aunque la izquierda del siglo XXI no se encuentra bien definida y ha dejado las acciones radicales de lado para actuar como un partido más en el sistema político.

La novela retrata la importancia de las acciones de la llamada brigada de ajusticiamiento y las contradicciones al interior del movimiento guerrillero. También nos muestra un poco de lo que fue la labor del Partido de los Pobres.

En este sentido, la lucha continua de los diferentes grupos inconformes por los resultados de la Revolución Mexicana, se siguen dando. No es mero acto de la casualidad que existan matanzas como la de Ayotzinapa en el año 2013, o las autodefensas en distintas latitudes del sur, el EZLN; que siga existiendo esa necesidad de implementar planes de emergencia ante la situación política, social y económica del sureste de nuestro país, como las zonas económicas especiales o el ingreso del ejército en labores de policiacas en el sexenio de Calderón. La disidencia tiene un papel fundamental en los hechos de nuestra cultura política:

“Porque no todos los que se dicen revolucionarios, o marxistas, piensan que hay que combatir con las armas. Porque muchos dicen que no, que no hay condiciones, que falta un estudio exhaustivo, o sea completo, sin que falte nada, de la realidad. Y eso lo dicen en sus casas, o en las universidades, tomando café, durmiendo en su cama, viendo la televisión todos los días, sin perder el sueño por los moscos, ni por el frío, ni por la lluvia, ni por el hambre, como nosotros aquí en la sierra… porque en la legalidad todo es engaño y el gobierno acaba matando a la gente, como Rubén Jaramillo, que creyó que podía dejar las armas y vivir en la lucha legal, como todos los campesinos creen” (Montemayor, 2016)

Las distancias entre nuestra realidad y las del otro México, el indígena, el campesino, el disidente, están atadas a nuestro entorno y a nuestro nivel de convencimiento de lo que sucede en él. El poder corrompe, es su naturaleza, pero esa naturaleza hace del hombre un carroñero de su realidad inmediata. Desconocemos latitudes inhóspitas para nuestras ideas, desarrollamos fobias al discurso no moderno, no occidental.

El poder transforma al individuo. Los edificios de gobierno guardan secretos inimaginables, historias inverosímiles que deforman por completo la investidura de nuestros funcionarios.

Jorge Volpi en La paz de los sepulcros (1995) nos narra una historia en la intimidad del poder y como éste puede llegar a consumir por completo al individuo que no sabe ejercerlo.

La historia gira entorno a un integrante del gabinete presidencial y de cómo este va construyendo su carrera al interior del gobierno. Asimismo, es un entendimiento muy cercano a lo que podríamos identificar y clasificar como la mafia en el poder. Las interconexiones entre el poder y los crímenes, son el alma de la política mexicana. Casualidad o mera coincidencia, Volpi escribió esta novela en un periodo de la historia de México en que las instituciones mutaban hacia el salinismo.

Puede tratarse de una historia que refleje el trágico destino del partido y de su candidato a la presidencia en aquel oscuro 1994. ¿Colosio buscaba el poder o Colosio fue consumido por el poder? Preguntas como ésta surgen al estudiar desde la novela mexicana al poder político en nuestro país. La novela tiene un lugar importante dentro de la comunidad intelectual, pero carece de impulso en la comunidad estudiantil de Ciencias Políticas al momento de analizar los factores que han hecho mutar al sistema político mexicano:

“Es curioso convertirse en lo que antes era nuestro objeto de estudio, como si de pronto los insectos o las bacterias nos inspeccionaran bajo la lente del microscopio, igual que en el cuento de Cortázar, como si nos convirtiéramos en los ajolotes que antes observábamos con devoción.” (Volpi, 2017)

Conclusiones

La presente investigación formuló un análisis de algunas novelas mexicanas de la segunda mitad del siglo XX. Buscando encontrar el trasfondo de lo que sucede al interior del poder político en nuestro país.

La novela juega un importante papel en la relación político-histórica de nuestra clase política, el poder económico y la sociedad en general.

A través de este análisis se comprendió que lo que López Obrador califica como la mafia en el poder, es un retrato hablado de la manera en que se ejerce el poder en nuestro país. La novela mexicana, interpreta lo que parece vedado para nosotros como entes ajenos al funcionamiento real del poder.

La revisión de estas novelas nos llevó a comprender que existen personajes que superan a las instituciones y que han capturado su funcionamiento desde tiempos remotos de nuestro sistema político. También, deshebró la importancia que tiene la disidencia como factor de cambio o como factor en la aplicación de las políticas públicas.

Comprobar que la mafia en el poder no es un mero cuento electorero, constituye un paso complicado de dar en el entramado de las relaciones de poder. La novela mexicana aún cuenta con varios capítulos por escribir.

En noviembrede 2018, con López Obrador como presidente electo a punto de entrar en funciones, con la cuarta transformación de la vida pública de México en puerta, además con la mayoría en el congreso, es decir, con el famosísimo “carro completo”, estamos ante un escenario que puede ser la esperanza de México o la gota que derrame el vaso. Un presidente todo poderoso acecha a nuestra clase política; la mafia en el poder tiembla. No es el fin del mundo, es un capítulo más de nuestro México distópico.

 

Córdova, Arnoldo (1990). La formación del poder político en México. Era.

Monsiváis, Carlos (1977). Amor Perdido. Era.

Fuentes, Carlos (1986). La región más transparente. Fondo de Cultura Económica.

Revueltas, José (1981). El luto Humano. Era.

Revueltas, José (2014). Obra Reunida. Novelas II. En algún valle de lágrimas, Los motivos de Caín, Los errores. Era.

De la Concha, Gerardo (2005). Los réprobos y los devotos. Textos de Difusión Cultural. Serie Diagonal.

Montemayor, Carlos (2016). Guerra en el Paraíso. DeBolsillo.

Volpi, Jorge (2017). La paz de los sepulcros. DeBolsillo. [

 

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