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  • Jesús Brioso Tejada

México: ¿Mudo?



México, como nación, ha sido incapaz de preservar sus recursos naturales, ya sea por intereses económicos o por ignorancia; y, si es por ignorancia, lo es por el desconocimiento del gran valor estratégico de estos recursos naturales, para el desarrollo nacional. Ahora, qué nos podremos esperar de la situación que guarda la riqueza cultural, mucha de la cual fue heredada por los habitantes originarios de estas tierras.



La riqueza cultural que posee México es inmensa e imposible de enlistar, pero sin duda alguna, hay riqueza que podemos observar y escuchar y, una de éstas, es la riqueza lingüística que sobrevive en México.


Esto me ha llevado a la conclusión que es inminente: si no se hace nada, México perderá poco a poco sus cuerdas vocales, estará dejando de hablar, se estará quedando en silencio, lentamente se estará dejando de escuchar. Lánguidamente se dejarán de escuchar esos sonidos que desde tiempos inmemoriales han hecho eco en sus valles, barrancas, desiertos y costas.



¿Se perderán para siempre esos sonidos?, ¿será acaso que nunca volveremos a oírlos, ni pronunciarlos? ¿O será acaso que esos sonidos, dulces para el oído, nunca más volverán a ser pronunciados? ¿Acaso nadie recordará cómo pronunciarlos o, mucho menos, entenderlos?

¿Acaso desaparecerán de la faz de la tierra para siempre?


¡Sí! Todo lo anterior nos refiere al inminente peligro que acecha a las lenguas originarias del territorio nacional.


Sorprendente es que después de tantas desventuras que han sufrido nuestras lenguas- desde la conquista- sigan vivas, aunque muchas ya agonizando.


El pasado 23 de octubre, el Senado alzó la voz, habló por fin, se escuchó su voz. Exhortó al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) a que proporcione un informe acerca del nivel de riesgo que guardan las 364 variantes de las lenguas originarias de México. Que dé a conocer qué lenguas se encuentran en extremo peligro de desaparecer.


Por desgracia, no tenemos que ser especialistas en la materia para darnos cuenta que todas se encuentran en un nivel de riesgo; es algo claro que ninguna está a salvo. De este punto se tiene que partir, saber cuáles son las lenguas en extremo peligro y emprender las acciones, con el claro objetivo de su preservación, estudio y difusión.

 
 


El gran avance que se tiene es que ya está identificado el problema: el inminente peligro de desaparición de un gran número de estas lenguas milenarias.

Sin duda alguna, estaremos al pendiente del informe que el INALI proporcione a la Cámara de Senadores, para saber cuáles son las estrategias que segará en este sexenio, para la preservación de las lenguas originarias.


Ahora bien, al comienzo me referí a México como nación, comprendiendo a gobierno y sociedad pues, tanto el gobierno tiene la obligación de emprender las políticas gubernamentales acorde a las necesidades reales, para la preservación de nuestra riqueza lingüística; como nosotros, la sociedad, tenemos la responsabilidad de preservarlas como auténticos herederos de esta gran riqueza lingüística.



Debemos tomar conciencia, pensar, darnos una idea de lo que significa la desaparición de una sola lengua, qué es la desaparición de un pensar, la muerte de un sentir, de una forma diferente de ver el mundo, la extinción de esos sonidos armoniosos que producen las cuerdas vocales del ser humano al hablarlas. Y que, gracias a nuestros padres, nuestras abuelas y abuelos, que las preservaron con recelo y con un amor impresionante, han llegado hasta nuestros días.

Sería decepcionante que nosotros, como únicos herederos, las dejemos perder, que no hagamos nada, que sólo seamos espectadores de su extinción.

“Cenca tlazohcamati”

Del Nahuatl: Muchas gracias

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