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  • Silvestre Cortés Guzmán

¡El sueño en tiempos de pandemia!

¿Acaso Dios no castigó al hombre quitándole el sueño y dándole el conocimiento? ¿No es la privación del sueño el castigo mayor que existe? Resulta imposible amar la vida cuando no se puede dormir. Los locos padecen frecuentemente de insomnio; de ahí sus terribles depresiones, su asco por la vida y su tendencia al suicidio.

Emil Michael Cioran.




INTRODUCCIÓN


La pandemia de COVID-19 por SARS-CoV-2. ha generado alteraciones significativas en nuestro día a día. Uno de los ámbitos más visiblemente afectados es el sueño, si bien la convivencia social fue el espacio con más alteraciones, también lo fueron otras áreas que parecían totalmente al margen de la misma. Al principio se pensó que el “encierro” no duraría mucho, ahora volteamos a ese pasado reciente y nos preguntamos: ¿cómo ha durado tanto?[1] A poco más de un año de haberse decretado la emergencia sanitaria todo ha cambiado[2], incluso el sueño.


[1] El 31 de diciembre de 2019, autoridades de salud de la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China informaron sobre la presencia de un conglomerado de 27 casos de Síndrome Respiratorio Agudo de etiología desconocida, estableciendo un vínculo con un mercado de mariscos y animales.

[2] El lunes 30 de marzo de 2020, “El canciller y titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard, informó que el Consejo de Salubridad General determinó hoy declarar emergencia sanitaria en México por causa de la pandemia de coronavirus COVID-19, que al momento ha causado la muerte de 28 personas y mil 94 casos confirmados más, por lo que la medida tendrá vigencia hasta el 30 de abril”.



En el pasado, el sueño era una actividad valorada, estimada; empero la época industrial alteró nuestras vidas y el sueño se convirtió en una acción de “desperdicio”, innecesaria, superflua, hasta banal ¿por qué descansar si hay tanto que ver y qué hacer?


Esta nueva apreciación del sueño la vemos reflejada en frases tales como:


el sueño es una pérdida criminal del tiempo y una herencia de nuestro pasado cavernícola” (Thomas A. Edison);

El sueño es para los débiles” (Margaret Thatcher)

y quizás la más ilustrativa en cuanto al valor del sueño:


el dinero nunca duerme de Gordon Gekko.[3]

[3] Foster Russell, ¿Por qué dormimos?, TED TALKS https://www.thefabulous.co/s/d8tHZdmRb5?lang=es [Recuperado el 29 de junio 2017]


El sueño ha sido escasamente valorado en nuestra sociedad[4] y tiene impactos diferenciales dependiendo de los diversos grupos de edad de la población, pocos saben de su importancia para la salud, el desarrollo y el aprendizaje en los seres humanos. El sueño es pausa en una sociedad donde el descanso ha sido juzgado como pérdida de tiempo ya que en la lógica maximizadora de la civilización moderna, a nadie le gusta perder.


[4] Solamente en 1953 fue que el investigador pionero Nathaniel Kleitman pudo derribar la creencia comúnmente sostenida de que el sueño era sencillamente un cese de toda actividad cerebral (Siegel, 2003).


En adelante me ocupo sobre la importancia del sueño para los seres humanos en general, y especialmente para los “adultos tempranos”[5], seres humanos entre los 20 y 40 años de edad.


[5] Cuando hablamos de “adulto temprano” retomamos la clasificación de los ciclos de la vida del libro Desarrollo Humano de Papalia Diane, et al, (2010) 11a edición. pp. 8-9.



Centro la atención en este grupo de edad partiendo de la hipótesis de que, tomar siestas diarias, de al menos 30 minutos al día como estrategia cotidiana coadyuva al desarrollo de la creatividad, la memoria y el aprendizaje en los individuos. Este grupo etario en particular se encuentra inserto en actividades económicas productivas y es factible afirmar que son quienes más aporta el PIB nacional[6].


[6] Con base en los datos del INEGI se estima que esta alrededor del 46% Fuente: INEGI, Encuesta Nacional Empleo (ENE) al IV trimestre 2000 y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN ) al IV trimestre 2020.


En todo ejercicio intelectivo resulta necesario definir de qué se está hablando y cuáles son las variables a considerar, por ende, me ocupo inicialmente de definir qué es el sueño, cómo se produce el proceso fisiológico del cual es parte, de su incidencia en el desarrollo y crecimiento del individuo; para después caracterizar a los individuos que se encuentran en la denominada “adultez temprana” describiendo los perjuicios y beneficios que tiene el dormir adecuadamente.


Finalmente, describo de manera sucinta, la propuesta de siestas diarias a la luz de casos exitosos en empresas y países que ya aplican esta medida.


¿Qué es el sueño?


De acuerdo con el instituto del sueño, es una parte integral de la vida cotidiana,


“una actividad biológica que permite reestablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. El sueño ha sido y sigue siendo uno de los enigmas de la investigación científica”

y a la fecha aún tenemos grandes dudas sobre él.


Durante los periodos de sueño, pasamos por diferentes fases de sueño, las cuales se repiten en patrones de cuatro a seis ciclos. Dichos patrones, pueden ser caracterizados con diversos matices en cuanto a actividad muscular, cerebral y ocular. Desde un punto de vista neurofisiológico, el sueño es un estado específico de alerta cerebral, es la actividad a la que un ser humano normal le dedica un tercio de su vida, pero ¿qué pasa mientras dormimos? y ¿para qué dormimos?


¿Qué pasa mientras dormimos?


Antiguamente se pensaba que el sueño era una etapa en la cual el cuerpo completo descansaba, no había actividad; se consideraba la inmovilidad y relajación muscular; empero no se tomaba en cuenta, o no existía la posibilidad de saber qué ocurría en nuestro cerebro. Fue entonces que, en virtud del adelanto tecnológico y con la invención del electroencefalograma, que se logró la representación gráfica de las oscilaciones de la actividad eléctrica del cerebro y con ellos un cumulo de información, mediante la cual podemos constatar que durante el periodo de sueño este órgano tiene mayor actividad, incluso más que en estado de vigilia (despiertos). Con base en los acontecimientos antes descritos, resulta lógico preguntarnos ¿qué pasa mientras dormimos? ¿para qué dormimos?


¿Qué pasa en nuestro cerebro?


Una respuesta tentativa a la pregunta de qué es lo que pasa en los planos orgánico y funcional en el cerebro la encontramos en el artículo de Paul Carrillo-Mora, Jimena Ramírez-Perisb, y Katia Magaña-Vázquez “Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el estudiante universitario” publicado en la Revista de Medicina de la UNAM (2013)[7] quienes señalan que:


El sueño suele dividirse en dos grandes fases que, de forma normal, ocurren siempre en la misma sucesión: todo episodio de sueño comienza con el llamado sueño sin movimientos oculares rápidos (No MOR), que tiene varias fases, y después pasa al sueño con movimientos oculares rápidos (MOR).

[7] Paul Carrillo-Mora, Jimena Ramírez-Peris, Katia Magaña-Vázquez (2013) “Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el estudiante universitario”, México, UNAM Revista de la Facultad de Medicina, 15 octubre 2013, p. 8.




En abono a lo anterior, dichos autores, además de describir el proceso del sueño lo vinculan con la memoria, lo cual nos permite establecer una suerte de vinculación entre estas dos variables. La memoria está en estrecha relación con la calidad de sueño del que disfrutamos durante la noche. El cuerpo siempre necesita un momento de descanso y es durante la noche donde puede reponer toda su energía gracias a la oscuridad y a la disminución de producción de algunas hormonas, encargadas de mantener al organismo en alerta durante el día para realizar las actividades cotidianas.


[…] la evidencia más consistente respecto al efecto positivo del sueño se ha observado en dos tipos de memoria: la memoria declarativa (memoria que es fácilmente expresada verbalmente: información de hechos y eventos), y la memoria procedimental (memoria acerca de habilidades y destrezas motoras). Hasta el momento prácticamente no existe ninguna evidencia que sugiera lo contrario (es decir, que el sueño favorezca el olvido o la alteración de la memoria previa)[8]

[8] Ibid., p. 9



En suma, el sueño y la memoria corren por rieles paralelos, ya que el papel que ejerce el sueño consiste en fortalecer la memoria, así como la capacidad de retención, entendimiento y rendimiento. Ergo, la memoria se va consolidando en la medida que el individuo realice los ciclos de sueño adecuadamente.


¿Para qué dormimos?


Uno de los objetivos fundamentales del sueño es la restauración de la energía. Se ha demostrado científicamente que durante el sueño y sólo en él se activan genes de restauración y conservación de la energía lo que permite al cuerpo ahorrar energía y dotarle de reposo para las actividades de la vigilia, esta función es literalmente de descanso, también se eliminan radicales libres acumulados durante el día, amén de generarse un proceso de regulación metabólica y endocrina, homeostasis sináptica, activación inmunológica y consolidación de la memoria.


En virtud de lo anterior, es evidente que no es poco lo que ocurre en el cerebro, pero sobre todo pone de manifiesto la importancia del sueño en el desarrollo integral del ser humano.


Los adultos tempranos


Algunos autores como Chacón (2009) y Papalia (2010) señalan que la Adultez Temprana, o también llamada adultez joven o juventud, es la etapa que abarca el periodo de vida de los 20 a 40 años, es un periodo donde los adultos buscan su realización personal en muchos ámbitos tanto el laboral, como lo es obtener una profesión y desarrollar su conocimiento en su trabajo, y el personal, donde se busca encontrar una pareja con la que comparta sus metas y sea un apoyo en la realización de sus objetivos. En esta etapa se van a producir cambios y acontecimientos que crean incertidumbre y tensiones hasta que el sujeto los controla.


Al respecto, Diane Papalia[9], en su libro Desarrollo Humano señala que las características básicas de un adulto temprano son: aceptar responsabilidades propias, tomar decisiones independientes, obtener independencia financiera, gozar de buena salud, reforzar la personalidad, asumir roles sociales y familiares, consolidar su identidad y pone en marcha su proyecto de vida. En suma, el adulto temprano comienza a superar el egocentrismo y logra colocarse en el lugar del otro, comparte experiencias y comportamientos de manera altruista, desarrolla la habilidad de aplicar el conocimiento complejo en distintos niveles.


[9] Papalia Diane, et al, (2010) Desarrollo Humano. México: Mc Graw Hill, 11a edición. pp. 420-479.


En cuanto a la caracterización antes descrita, conviene recordar que la adultez temprana tipificada en términos típico-ideales abarca de los 20 a los 40 años, en el modelo ideal, ya que en el plano empírico dichas características no son cubiertas por todos los individuos que se ubican en este rango de edad.



La importancia del sueño en la adultez temprana.


Con base en las características señaladas en el apartado anterior, es factible afirmar que, el adulto temprano es aquel individuo que –en el ideal—debe consolidar los conocimientos aprendidos en etapas anteriores, pero de forma aplicada.


De tal suerte, consolidar su estabilidad laboral, educativa y psicosocial se convierten en los objetivos fundamentales en este periodo.[10] La escuela, el trabajo y la familia serán los espacios en los que se desarrollará este individuo, empero con una visión más seria y responsable, lo que comienza a generar presión y estrés durante su vida.


[10] Es indispensable hacer la observación de que, en el siglo XXI, la juventud se ha prolongado, cada vez más. Los jóvenes postergan su proceso de maduración al permanecer en el hogar familiar por más tiempo. En algunas ocasiones cuentan con independencia financiera, asumen roles sociales determinados y tienen la mayoría de las capacidades y actitudes que señala Papalia, pero no romper con el vínculo familiar directo propicia que la “juventud” se prolongue por más tiempo.


Asumir este tipo de responsabilidades genera en ocasiones trastornos del sueño, si a eso sumamos la incertidumbre en todos los órdenes y el encierro provocado por la emergencia sanitaria, amén del impacto epidemiológico en los contextos domésticos tenemos como resultado un peligroso coctel de convivencia social que altera las relaciones interpersonales, generando violencia intra familiar, maltrato, discriminación e incluso asesinatos y casos de suicidio.


Metodología


Con la finalidad de indagar sobre las alteraciones que ha producido la pandemia en grupos etarios de la denominada adultez temprana, así como para identificar cuáles son las principales consecuencias generadas por el trastorno del sueño y bajo el supuesto de que existe una articulación directa entre pandemia y alteración del sueño, realizamos 118 cuestionarios con estudiantes y profesores universitarios correspondientes al grupo etario (78 mujeres y 40 hombres). También realizamos entrevistas a profundidad, dicha entrevista se realizó con 3 Profesores dos de Psicología y una de Pedagogía de la universidad.


Resultados:


  • 104 de los entrevistados afirmaron haber sufrido alteraciones en el sueño a partir de la declaración de emergencia sanitaria, de ellos fueron 68 mujeres y 36 hombres.


  • 16 manifestaron no haber sufrido alteraciones de sueño durante el último año, de ellos fuero diez mujeres y cuatro hombres.


  • 88.1% de la muestra señalaron haber sufrido alteraciones en sus hábitos de sueño lo cual ha generado diferentes consecuencias. En contra parte sólo el 11,8% afirmaron no haber sufrido modificaciones en sus hábitos de sueño.


Consecuencias generadas por el trastorno del sueño


Las principales alteraciones de orden cognitivo registradas mediante la encuesta fueron:


v Disminuye el tiempo de atención en actividades que requieren mayor concentración como es el caso de memorización y mecanización de contenidos.

84.53 % de los encuestados manifestaron problemas de concentración y memorización.


v 88% de los encuestados manifestaron problemas de memorización de corto plazo.


v 90 % de la población encuestada toma de decisiones poco razonadas.


v 85% detectó deterioro en las respuestas en tareas de larga duración, esto sobre todo con estudiantes universitarios.


v 80% de los encuestados mostraron alteraciones de humor, irritabilidad y enojo.


v 90% presentaron manifestaciones carentes de auto vigilancia y autocrítica.


v 88% manifestaron fatiga excesiva y presencia de micro sueños involuntarios.


v 84.53% manifestaron falta de concentración y retención en el aprendizaje.


v 85% de la población encuestada presentó síntomas de aletargamiento cognitivo.