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  • Adolfo Arreola García

La educación y la cultura como instrumentos de poder hegemónico


Introducción


En el contexto de la llamada Guerra fría se dio un fenómeno del cual poco se habla pero que extiende sus tentáculos hasta nuestros días y nuestro entorno, este evento es la guerra cultural. Aunque en su concepto no se denota claramente, la guerra cultural como tal, cubre aspectos culturales, académicos y de comunicación de masas para la formación de conciencia social en un Estado dado, con un sesgo a favor de los intereses de aquellos que ostentan o desean el poder e influencia.


En otras palabras, se busca la aceptación incondicional de políticas, acciones y actitudes iniciadas o adoptadas por entes extranjeros en territorio de un tercer Estado, recurriendo a la educación, la cultura y al convencimiento como medios de dominación.


Este tipo de acciones representan el llamado “poder blando” del realismo, que fue tan eficiente en los días de la contienda ideológica mundial bipartidista para contener el avance del comunismo tanto en la Europa de la posguerra como en la América Latina; y que en el presente representa un medio de manipulación y dominación al servicio de la potencia mundial hegemónica, para sumar voluntades en un país ajeno, y ganar tanto el corazón como las mentes de la población, con lo cual facilitan su participación en asuntos y sectores internos de un tercer Estado que de otra manera le estarían vedados.


De esta manera, al convencer y no imponer su voluntad el Estado más fuerte obtiene la aprobación de parte de la población en crisis para su intervención como “medio salvador infalible”.


¿Quiénes lo utilizan?


Debido a su naturaleza éste tipo de instrumento de influencia y/o dominación no requiere de una tecnología sofisticada o costosa; por lo que, el poder de manipulación e influencia, lo puede utilizar todo aquel Estado, organismo o individuo que desee imponer su perspectiva sobre un tema o situación, de manera suave pero eficiente. Sin embargo, quienes lo utilizan con mayor profusión son los entes dominantes de una sociedad, sea ésta nacional, internacional o mundial; como muestra de lo anterior a continuación se describen dos ejemplos:


Primero, durante el periodo del conflicto internacional entre bloques ideológicos, la Guerra Fría, dicha arma de dominación y defensa fue utilizada principalmente por las llamadas superpotencias para lograr doblegar resistencias, comprar voluntades, educar agentes o derrocar gobiernos. Para ello no hacía falta más que utilizar un lenguaje convincente apoyado con sanciones económicas principalmente al momento de proponer cambios en la esencia de instituciones, organismos, gobiernos o naciones. Es evidente que lo anterior no requería del empleo de la fuerza física, sino, del poder blando en puntos estratégicos de la estructura gubernamental de los Estados en desventaja.


Segundo, desde el momento en que quedó una potencia como ganadora indiscutible, en este caso los Estados Unidos de América, la educación y la cultura se han utilizado para lograr todo tipo de objetivos en el sistema internacional contemporáneo, a fin de mantener su hegemonía al promover sus métodos, sistema de gobierno, academias, productos y tecnologías como la mejor opción para lograr el progreso de las naciones.


Sin embargo, su principal objetivo es hacerse con los potenciales clientes del mercado internacional, para fortalecer su economía, y de esta forma contar con la pujanza económica suficiente para sustentar su poderío de fuerza.


En otras palabras, es un círculo virtuoso en donde los conceptos de guerra económica y guerra militar tienen un intercambio de posiciones con cierta frecuencia. Por ello, es que en el presente se puede observar un énfasis en las relaciones comerciales entre naciones así como intra / entre regiones; lo que hace pensar que por el momento existe un impasse en el uso de la fuerza, que ha dado pie a una competencia por los recursos y mercados.


En consecuencia, la búsqueda del acopio de capital humano con visiones compartidas representa una oportunidad de crecimiento y dominio, sin utilizar mayores recursos que el don del convencimiento y atracción por la cultura dominante.




Formas del poder blando a través de la educación y la cultura


El poder de influencia, educación, cultura y convencimiento se logra a través de ejemplos y sugerencias de lo que en el mundo “creado” es los más avanzado, eficiente, benéfico y complaciente. Entre otras cosas, consiste en acciones psicológicas encubiertas o abiertas al escrutinio de la sociedad, pero diseñadas para construir pilares de “apoyo y aceptación” de las acciones emprendidas por el ente hegemón, o superior en fuerza e influencia, en favor de sus intereses particulares.


En el medio internacional, de manera práctica y coloquial, a esto se le conoce como propaganda o promoción de actividades, que no es otra cosa más que un conjunto de documentos, actividades sociales, culturales, mediáticas, académicas y políticas conformado para brindar el apoyo de las ideas y posiciones que se desean impulsar, por no decir imponer, en el territorio de un Estado endeble u objetivo, a fin de hacer mella en la percepción de la realidad por parte de la población que habita dicho espacio y ganar adeptos a la causa propuesta.




Es pertinente hacer hincapié, que por su propia naturaleza, las actividades del poder blando pasan imperceptibles para la mayoría de las personas y atienden/enfocan las necesidades básicas del hombre como son la seguridad y el sentido de pertenencia e identidad; por lo que dichas actividades se convierten en un medio altamente eficaz para lograr los objetivos de dominación a través de las ideas y la cultura, utilizando figuras reconocidas como agentes multiplicadores.


Se ha establecido en el ámbito diplomático que para lograr cambios requiere del convencimiento / negociación o de la manipulación, por un lado la primera requiere de los acuerdos sobre soluciones “compartidas”, mientras que la segunda es el control mental del individuo a través del poder blando. Así, lo antes mencionado permite deducir que no es casualidad que algunos presidentes de los Estados de América Latina, quienes han impulsado grandes cambios políticos o cometido grandes atropellos contra su población en sus respectivos países, sean egresados de escuelas estadounidenses.


En breve, dichas ideas y formas de vida adoptadas, finalmente son propagadas como la mejor alternativa, por aquellos iconos culturales, académicos, artísticos y políticos que han sido captados, seducidos y/o formados, en centros educativos y de preparación destinados a reclutar seguidores y potenciales líderes. Y sus acciones posteriores son simplemente resultado de la aplicación de la doctrina aprendida y los compromisos contraídos bajo la perspectiva del ente dominante, lo que les genera conflictos de lealtad, entendida como deber y obediencia, por servir a dos instituciones internacionales al mismo tiempo.


Por ejemplo, Philip Agee, ex agente de la CIA, señala en su libro La ‘Compañía’ por dentro / Diario de la CIA que los presidentes de México Adolfo López Mateos, identificado con la clave Lienvoy 2; Gustavo Díaz Ordaz, con clave secreta Litempo 8; y Luis Echeverría Álvarez, Litempo 14 fueron reclutados como agentes de la mencionada agencia.



Otra forma alternativa de educar y modificar la cultura de un lugar llega por medio de la “ayuda” desinteresada, que otorgan las grandes potencias. Aunque no se menosprecia el trabajo que brinda alivio a poblaciones en desgracia, se considera acertado señalar que muchas de las instituciones de ayuda altruista, no son más que meras cubiertas de las actividades de propaganda implementadas por una potencia, para lograr ganarse a la población más necesitada que representa en no pocos casos la enorme base de una pirámide poblacional.


Tal es el caso de Agencia Internacional para el Desarrollo de los E.U.A. (USAID por sus siglas en inglés) que es citada por Evo Morales como una agencia de injerencia política, influencia y reclutamiento estadounidense en territorio boliviano.


Por supuesto, que aquellos que buscan influenciar no sólo cuentan con instituciones de ayuda, sino también con medios de expresión públicos de gran alcance y cobertura para formar la opinión pública como son: los periódicos, revistas, estaciones de radio, televisión e internet; los cuales funcionan como agentes transmisores de la cultura y de influencia de amplío espectro. Dicho instrumentos propagadores llegan no sólo a los individuos que toman las decisiones, sino a de todo aquel que los observa u oye; que se ven complementados con centro de captación de talentos y posibles colaboradores como son: las asociaciones, clubes sociales, bibliotecas, casas de la cultura, al igual que centros educativos y de investigación tanto nacionales como internacionales.


Lo anterior muestra, la amplitud y variedad de formas en las cuales podemos encontrar el poder suave, que poco a poco mina la resistencia nacional contra la intervención extranjera y genera un campo de cultivo para los intereses extranjeros. Un ejemplo en México sería la reciente reforma al artículo 27 Constitucional que ahora permite la compra de terrenos a pie de playa por parte de extranjeros, lo que históricamente ha sido un error en la historia de México por su impacto social y en la seguridad nacional.



 

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Las ideas y su impacto en el ámbito académico


La libre circulación de ideas es la razón de existir de las universidades, que deben salvaguardar la existencia de la universalidad de formas de pensar, así como el pensamiento crítico en la búsqueda de la verdad ante el embate de las tendencias educativas globalizadoras. Por ello, acotar el impacto de una educación globalizadora debería ser una prioridad máxima, ya que amenaza la identidad y soberanía no sólo de los centros educativos, sino también de los Estados.


Con esto no buscamos evitar el libre intercambio de conocimiento, sino simplemente hacer conciencia de la importancia de educar en valores, costumbres y prácticas sociales particulares que nos identifican como un grupo de vida y no a través de planes y programas que se venden como el último grito de la moda educativa, que lo único que hacen es distorsionar la realidad nacional.


En el aspecto académico, el poder blando, representa la formación de instituciones así como el diseño de planes y programas de estudio orientados a desviar las mentes de los cursantes hacia la dirección deseada y con la profundidad requerida por el ente dominante y, su puesta en práctica atiende dos niveles.


Primero, en el nivel individual, su implementación se logra a través de intercambios académicos tanto de docentes como discentes, así como por el otorgamiento de becas a líderes de opinión e individuos con un perfil de alto rendimiento. Segundo, a nivel institucional, la ayuda desinteresada para la conformación de planes de estudio o la venta de modelos educativos por parte de la potencia dominante se convierten en las formas predominantes para lograr el objetivo de implantar tendencias e ideas.


Como muestra basta un botón, por el prestigio que esto representa en el ámbito globalizado del presente, es evidente que cualquier Estado estaría más que complacido, si tuviera una institución educativa que funcionará de acuerdo con el modelo Harvard o que pudiera formas sus cuadros de profesionistas de acuerdo con los lineamientos educativos “internacionales”, que aparentemente les brindan mejores oportunidades y capacidades, pero que sacrifican las realidades nacionales y deforman su visión de la realidad nacional en su interrelación con el exterior.


Invariablemente, la adopción de este tipo de sistema educativo sacrifica muchos de los eventos nacionales importantes que representan parte de la esencia del presente de cualquier Estado, que como bien se dice deben ser estudiados para no estar condenados a repetirlos.


En breve, lo que se intenta es que, de un solo brochazo se borren los males y conflictos del pasado, para imponer un nuevo sistema de relaciones bilaterales y multilaterales donde reine la armonía impuesta por una potencia hegemónica; lo cual pone de manifiesto que las controversias de intereses fueron la punta de lanza de una nueva relación en la cual el ganador impone las condiciones sin, con o a pesar de los reclamos de terceros Estados.


Lo cual, gracias al bombardeo educativo y propagandístico, se ha facilitado con la aparición de nuevas generaciones educadas en las realidades actuales, que poco se preocupan por construir su presente desde el pasado histórico nacional y que incluso, sin tapujo alguno consideran como “superior” todo aquello que procede del Estado dominante.



Conclusiones


Se busca dominar a los líderes de opinión y políticos para de esta forma doblegar al resto de participantes; lo que nos hace pensar en las palabras dichas por Richard Lansing, secretario de Estado del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, quien afirmaba, en 1924:



México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta controlar a un solo hombre: el Presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a los jóvenes ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos.[1] [1] Consultado en http://www.jornada.unam.mx/2002/03/22/ el 20 de abril de 2013



La guerra psicológica así como la dominación autoaceptada, son una realidad perenne en nuestras vidas, aunque desgraciadamente menospreciamos su impacto, porque emplea una variedad de medios “inofensivos” que en su mayoría no se consideran una amenaza para nuestra identidad y seguridad; sino como medios de entretenimiento, educación, comunicación y, crecimiento a nivel personal y profesional.


La educación de calidad que se imparte en las universidades del extranjero sirve para alcanzar dos objetivos: primero, como medio para conciliar intereses entre grupos gobernantes o de elites; así como, para sembrar la semilla del olvido que omite o suaviza las ofensas y abusos recibidos en el pasado.


El conocimiento de la cultura propia y ajena permite identificar las fortalezas y debilidades del sistema, la sociedad, el gobierno, el régimen político y judicial; lo que representa una ventaja estratégica para quienes los emplean como un medio de intervención y dominio.


Hay que recordar las ideas del filósofo de la guerra SunTzu, que hacen referencia a la necesidad de estar preparado para lo imprevisto y conocer al enemigo como a ti mismo, en donde se justifica conocer las intenciones de otros Estados a detalle y previamente, para posicionarse con ventaja y así lograr los objetivos o ideales planificados en toda relación internacional.












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