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  • Joaquín Balancan Aguirre

80 años de Plácido Domingo



El próximo 21 de enero de 2021, Plácido Domingo cumple 80 años de vida, este dato podría parecer una efeméride operística más, sin embargo, hablamos de un cantante con una carrera de más de 60 años, la cual sigue activa.


Por ello, más que llenar este espacio de datos y estadísticas de su prolífica carrera, quiero recordar algunos momentos de asombro y de emoción que como espectador me ha hecho vivir, ya sea en su faceta de tenor, barítono o director de orquesta.


Preludio

Mi primer encuentro formal con Plácido fue gracias a uno de mis primos, quien en una reunión familiar nos mostró el mítico concierto que Domingo ofreció con José Carreras y Luciano Pavarotti en Roma en 1990, con motivo de la clausura del Mundial de Fútbol de aquel año.



Recuerdo la impresión que me causó verlo cantar, aún sin saber qué estaba diciendo, E lucevan le stelle, un aria de la ópera Tosca de Giacomo Puccini. Gracias a las tomas espectaculares, recuerdo su gesticulación y movimientos de las manos, su emoción de recibir el aplauso y las escenas cuando recorre el impresionante pasillo que forma la orquesta de casi 200 integrantes.


Después, escuchamos la romanza No puede ser de la zarzuela La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal. De esta pieza, me quedó el dominio vocal y la expresividad que logra el artista. Sin duda, para mí esta es la mejor versión que él ha hecho de esta pieza, creo que no superada ni en sus álbumes de estudio o en los recitales de zarzuela que han quedado grabados.


Finalmente, de ese concierto romano, me queda la sorpresa con que escuché el Cielito lindo cantado por los Tres Tenores en su medley final de casi media hora. Solo años después, supe que el popurrí fue realizado con listas de canciones favoritas de cada tenor y Domingo incluyó esta pieza como homenaje a México.



Acto I

Los tres tenores darán un concierto en Monterrey, Nuevo León en junio de 2005, para lanzar la candidatura de aquella ciudad como sede del Forum Universal de las Culturas 2007. Dos días antes de realizarse, desde Italia llegó la noticia de que Luciano Pavarotti se encontraba indispuesto para viajar. Así, el concierto se convirtió en el de dos tenores con el cantante mexicano Alejandro Fernández como invitado.


Ese concierto pude verlo en pago por evento y recuerdo mi impaciencia y mi emoción de verlos interpretar Volver, volver y El Rey de José Alfredo Jiménez, dos piezas en las que Domingo se mueve como pez en el agua y en las que Carreras participó con entusiasmo. Este agradable momento sólo está empañado por la terrible producción que acompañó al concierto. Sin embargo, esa presentación me hizo escuchar a Plácido, por primera vez en directo, aunque fuera a la distancia.



Acto II

Diciembre de 2009, después de una espera de casi 14 horas, pude escuchar, en vivo a Plácido Domingo, en un concierto al pie del Ángel de la Independencia de la Ciudad de México.

Recuerdo que mi amigo Daniel Miranda y yo estábamos en primera fila, y gracias a ello, pudimos ver como se llenaban poco a poco las localidades y de manera especial ver detalles del ensayo previo, con el cual fui armando el programa de la noche.


Me impresionó el cariñoso y largo aplauso que recibió el tenor en su primera aparición, pero también lo mucho que cantó la gente, creo que esa noche estuve rodeado de personas que disfrutaron tanto como yo y que llegaron al embeleso, gracias a las notas de El son de la negra y Paloma querida o El rey que inundaban el espacio de la avenida Reforma. Sin duda, una noche memorable.



Acto III

Los primeros días de septiembre de 2015, pude asistir al concierto de Domingo en el Auditorio Nacional con motivo de sus 55 años de debut en México. Esa noche, el artista le confirmó al público mexicano que no era sólo tenor, sino también barítono, de ahí que abriera la velada con la tremenda aria llamada Perfidi! ... Pietà, rispetto, onore de la ópera Macbeth de Giuseppe Verdi. También cantó (y cantamos con él) Solamente una vez, Aquellos ojos verdes y Sabor a mí. Fue una velada digna de aniversario, de la que aún conservo una taza comprada afuera del Auditorio.


Días después, el 19 de septiembre, pude verlo en su otra faceta al frente de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, interpretando el Requiem de Verdi, en Tlatelolco como homenaje a las víctimas del sismo de 1985. Aquella imagen de Domingo dirigiendo la misa por las y los difuntos, me estremeció mucho, ya que es bien sabido que el artista colaboró en las labores de rescate en aquella tragedia e incluso meses después organizó diversas galas para recolectar fondos.



Acto IV

En una visita al Teatro Degollado de Guadalajara en 2016, pude apreciar la placa de la función con motivo de su centenario, fechada en 1966. Unos metros más adelante, en el mismo vestíbulo del Teatro, se encuentra una más dando cuenta de los 150 años del Teatro y de la gala del concurso de canto Operalia. En ambas placas, está inmortalizado el nombre de Plácido Domingo. Por su parte en la mente del artista, también está inmortalizado aquel Teatro, ya que, su público fue el primero que le aplaudió en la vida.



En 2017, me conmueve ver el video en que el artista, después de una gala de dos horas, devela la placa de una nueva sala de conciertos de Guadalajara y en la que descubre que ese foro llevará su nombre. La gente aplaude y el artista llora de agradecimiento y emoción.



Final

Mientras escribo esto, dejó correr el disco Domingo at the Met, una recopilación de los roles operísticos que cantó en la Ópera Metropolitana de Nueva York y quedaron registrados en vivo. Al poner este álbum, cierro los ojos y mi mente lo imagina encarnando esos papeles, siento la emoción de escucharlo, de estar en esa casa de ópera. Abro los ojos y sonrío, Plácido Domingo lo volvió a lograr, me descolocó me conmovió, es un artista, le deseo larga vida.


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