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  • Joaquín Balancán Aguirre

XXXV Convención Nacional de Modelismo: Un bazar de asombros


Usualmente cuando hablamos de modelismo, pensamos en virtudes como dedicación, paciencia, pasión, mucha minuciosidad, además de entrar en la complicación de clasificarlo como un hobby o un oficio.

Menciono lo anterior, ya que el pasado fin de semana, los días 18, 19 y 20 de octubre, se llevó a cabo la XXXV edición de la Convención Nacional de Modelismo, un evento que reunió a más de 340 modelistas y albergó a más de 1500 modelos en poco más de 100 categorías.

A lo largo del salón de convenciones del Hotel del Prado de la Ciudad de México, se pudo apreciar el producto del trabajo de los modelistas en aviones comerciales, aviones de guerra, autos, autos clásicos, dioramas con escenas militares, motocicletas, barcos de madera, figuras de ciencia ficción, figuras de películas, además de diversos modelos relativos a los 50 años de la llegada del hombre a la luna.

No sobra decir que, en cada una de estas categorías, existen varias escalas de acuerdo con el tamaño del modelo, así como de sus materiales, por ello es un deleite a la vista apreciar las mesas donde se ubican los modelos y pasar de una categoría a otra observando el detalle, la factura y los colores de cada uno.

De esta forma, el trabajo de los jueces es implacable a la hora de evaluar los detalles, ya que un auto con un color demasiado brillante o un barco con la cubierta demasiado pareja puede hacerlos pasar por irreales y por no suficientemente detallados por el modelista.

 
 

Así el momento culminante de la Convención se da el domingo cuando los jueces dan a conocer quiénes son los acreedores de los tres primeros lugares de cada categoría y se conceden los premios especiales dados por patrocinadores y las asociaciones de modelismo de diversos estados de la república.

En esta ocasión, se premió a poco más de 300 modelistas, destacando que de todos ellos, sólo una fue mujer, y se otorgaron premios a la excelencia en aviones, autos, barcos, y modelos de ciencia ficción, además de que se premió de manera especial la categoría de Star Wars, la conmemorativa de los 50 años de la llegada del hombre a la luna, así como al modelo más popular del evento.

Sobre los modelos premiados, quiero hacer mención especial al Barco de madera San Francisco II de la categoría 110, el cual fue obra de mi padre Joaquín Balancan Lizcano y quien se hizo acreedor a la medalla de oro de primer lugar por su trabajo en cubierta y el titánico trabajo de velas e hilos, los cuales fueron montados uno a uno en los mástiles y dan realismo al modelo.

De esta manera la XXXV edición de la Convención Nacional de Modelismo, fue un evento que reunió a varias generaciones y que seguramente constituye un aprendizaje para los nuevos y para los modelistas profesionales, además de ser un deleite visual para quienes sólo apreciamos el trabajo y dedicación de todos ellos. Una especie de visita al museo, o un viaje al tiempo en el que todo se hacía de manera artesanal y, sobre todo, para ser apreciado. Una virtud que en ocasiones en el mundo actual no nos permite tener.

Dedicado a:

Joaquín Balancan Lizcano

 

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