top of page
  • Antonio Góngora

Mi adiós más largo y terminal


Desperté fijamente cruzando nuestras miradas, como si estuviera entre los plumajes suaves de mis almohadas, perdiéndome entre el sabor, color y olor de tus labios, que en términos para mí, era una vuelta de cambios, perdiéndome en contra de mi propia realidad atrayendo cierta atracción emocional, muy a la brevedad no espiritual, conectándonos entre el cosmos, hacia la existencia de lo más cordial, sin limitarse a ninguna atadura en el comienzo del viaje donde el sentimiento por tiempos perdura, coincidencia de encontrarnos en un mismo destino, sin la procedencia del conocimiento de tener algún recuerdo tuyo a conciencia ,sintiendo que cada palabra es tan exaltante que suelto a pulmón aire seco de mi boca por besarte, teniendo como consecuencia una dulce sensación cerca de mi intestino, pero de un paso a otro puede cambiar la existencia del mismo encuentro, volviéndose, ya no nuestro el motivo por el cual debamos estar atados a una misma carne, o vida, dejando nuestros rasgos como humanos fuera de otra vida, y sosteniendo firmemente ensangrentado nuestro corazón entre los rasgos y el insostenible margen de nuestro amor mutuo, dejando atrás todo recuerdo, toda promesa, todo sueño vivo en nuestra mente que con el paso de los tiempos, muere lentamente, inconscientemente del porqué lo vaciamos físicamente de nuestra vida común, alrededor de todo ser existente como lo es nuestros sentimientos, dejándolo inmune a todo dolor posible, y todo acto incorregible, dejando en el más allá aquel amor mutuo, torturando cada nudo o parte vital de nuestro ser, dejándolo y viéndolo morir como cenizas, entre ropaje de bellas y claras y oscuras notas mestizas, terminado de ver cómo fallece mentalmente dentro de mi propia alma, y desgarrando cada parte de ti como si fueras un árbol sin raíz muriendo en paz solo porque ya, fallece ese abrupto hueco dentro.

"de tu cuerpo inmune y frio"

dentro de un adiós largo, y un encuentro terminal…

 

bottom of page