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  • Jaime Torrego Gómez

Poemario I


Llueve en la

alameda central

En la arboleda nos despedimos con dos besos

y cada cual alejó sus propias coordenadas

pero dejamos, como semillas muertas, como hijos nunca-concebidos

nuestras sombras rozándose en el ramaje

ante el negocio de la muerte ajena

traté de dispersar mis lágrimas

las más sentidas las embalsamé

para embadurnar así mi cuerpo frente al espejo

detrás de ese cristal la vida es muerte

y es vida y es sombra mutua

escucho la tormenta a mi espalda reflejando (sabio cristal)

tu vicioso nombre y (nuestras) torpezas

subiendo al monte desnudos un verano

desafiando el cuerpo ajeno sudorosos y temblando

introducías tus pies cromados en las aguas del río

para que mis ojos dejasen de ver

eternamente agradecidos

Oigo

Oigo carrozas sin ruedas y espacio sin sonido

sollozando en el interior de mis suelas,

que giran como peonza famélica por tantas avenidas

miméticas y triples -siempre el patrón del 3-

Desgasto la paciencia de mi cerebro como rueda romana

que me proteja Dios de ser un anciano

y marque en mi epitafio el inicio de un calendario

garganta caduca la mía impaciente

brotarán cien mil voces

sonoras, ardientes

y sólo el eco -su plegaria o su suerte-

yacerá en la avenida

una de tantas avenidas cíclicas (nacen y morirán)

bastarán para hacer ver

que mi alma

nunca tuvo sentido.

 

[1] Estudiante de la carrera en Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III en Madrid, España. Ha realizado estancias de estudio en el extranjero, tanto en Bremen, Alemania (Üniversität Bremen), como en Ciudad de México, México (UNAM, FCPyS). Dentro del mundo de la escritura y de las artes visuales destaca en la creación, dirección y maquetación de dos revistas autogestionadas de poesía (Praxis y Caos & Laureles), así como en la colaboración en medios digitales en su país enfocados al periodismo dentro del ámbito universitario (revista La Dispensa), pero siempre desde el prisma de la creación crítica e interpretativa. Durante su estancia en México escribió un poemario dedicado a sus lugares, sus sonidos, sus provocaciones y sus figuras que comparte para la revista Crisol Acatlán.

 


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