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  • José Juan Aragón Gómez

El juicio


Hubo un día que podía leer

cualquier libro en mi Tierra.

Hubo un día en que en la Academia

pude pintar un cuerpo desnudo.

Hubo un día que podía escuchar

cualquier tipo de música.

Hubo un día en que pude sentir

el tacto en el sexo y la lujuria.

Hubo un día, pues, en que fui libre,

un día en que mis letras ardían como el fuego.

donde guardaba en mi biblioteca,

textos de las más hermosas ciencias,

apuntes y escritos tan antiguos como las estrellas.

Hubo un día, hubo un día, hubo un día...

Hubo un día en que entraron a mi casa,

a mi padre machetearon,

a mi madre la violaron,

a mi hermana la despedazaron,

y a mí me pusieron una mordaza,

para que de mi boca no emitiera palabras.

Entre golpes, pedradas y cadenas,

me llevaron a la iglesia,

me hincaron ante el sacerdote,

y por la fuerza, tomaron mis manos,

y con hierros muy candentes,

me fijaron las palmas con sellos de las reses.

Acto seguido, en la entrada del atrio,

colocaron un cadalso,

y una turba enardecida,

decía contra mí las peores injurias:

¡Hereje, hijo del diablo, demonio,

Brujo!

Me aventaban pedradas,

y en eso vi como a mi madre

le cortaban la cabeza.

El padre, junto con otros religiosos,

empezó a leer una sentencia:

"Tú eres acusado de herejía.

se te encontraron en tu casa:

libros de brujería,

¡biología, química, física!

tenías libros de astrología,

¡tan condenados desde los tiempos mismos de Jesús!

Tenías textos que incitaban a la fornicación,

y videos en que se detallaban los actos carnales,

¡adúltero! ¡hemos de lapidarte!

Pero no sólo eso señores: cuando llegamos,

el demonio éste estaba escribiendo una crítica,

en contra de la política nacional,

en contra de los que luchamos contra la blasfemia,

el pecado del aborto, la sodomía, la anticoncepción,

y otras obras malas a la vista de Nuestro Señor.

Criticaba el oficio del Santo Padre,

y de nuestra posición a favor de la gente,

de los pobres y de los desvalidos.

¡Este hombre no es hombre! ¡Es un demonio, que debe ser castigado!

¡que debe ser juzgado en nombre de Cristo Rey y Salvador!

Pero como le hiciesen nuestros predecesores,

santos que limpiaron al mundo de la inmundicia,

de la ciencia profana y de las manos de Satanás,

vamos a ver qué tiene que decir este mentiroso y blasfemo”.

Entre golpes, azotes y palos,

mi cuerpo herido subió al cadalso.

sabía que era mi última hora

y que no había salvación.

Pero aun así, quería dejar a la humanidad

un poco de mi testimonio,

bien o mal oído,

mal o bien recibido.

Con mi boca rota, mis ojos al frente y mi voluntad firme:

en aquel terrible momento de mi boca salieron aquellas palabras:

"Hace mucho tiempo, un hombre fue juzgado

porque decían que era un hereje.

Decían que era blasfemo y malvado, cuando

sus obras eran todo lo contrario.

Él nunca tuvo posesión de un solo centavo,

y recibió el tormento de clavo a clavo.

Y hoy, en nombre de Él, vuelven a hacer

lo que es de verdad malo.

Hace mucho tiempo

Condenaron al hombre que nos dio el conocimiento del Cosmos y de las estrellas,

a quedar ciego para siempre.

Hace mucho tiempo

condenaron a una mujer que lucho por su país,

y fueron los sacerdotes a su celda, donde la violaron,

la vistieron con <<ropa no permitida>>

y luego la quemaron viva.

Hace mucho tiempo,

vinieron a Tenochtitlán,

y mataron niños, mujeres, hombres y ancianos;

quemaron sus tradiciones y los esclavizaron

en nombre de Cristo.

Ellos excomulgaron a Hidalgo

e hicieron llorar a Morelos,

y fue por orden de ellos,

que mandaron a darles fusilamiento.

Ellos hicieron enemigos a los musulmanes,

y condenaron a los judíos en el Holocausto,

apoyaron los regímenes de Adolfo y Benito,

de Francisco y de Augusto.

Ellos prohibieron leer libros

que jamás los favorecían,

ellos hicieron añicos

a aquellos que dentro de su gremio,

a los pobres defendían.

Y hoy vienen a mí:

y me dicen que soy hereje,

y me dicen que soy demonio,

y me dicen que soy brujo...

¡Pero en nombre de Él,

han matado a mi familia

han violado y asesinado a mi madre,

y no les importa a ellos;

sé que no he sido un santo,

y que tal vez no merezco nada de Dios,

pero yo sí he sido defensor de lo correcto:

Defiendo la biología, porque habla de los seres

que abundan en el mundo y fuera de él,

y con ello uno descubre cosas interesantes de

la naturaleza. Y también se sabe de la

evolución humana.

Defiendo la Física, porque es dentro de la

naturaleza misma, la que nos explica su dinámica:

a cuánto corre un animal, por qué vuela el ave,

por qué nada tan rápido el tiburón, por qué salta

la ballena.

Defiendo la Química, porque en la Naturaleza,

lo inofensivo de una planta puede llegar a ser mortal

y lo mortal de la picadura de un animal, puede salvar

una vida. Esos líquidos y sustancias, que todos los días

utilizan las personas todos los días aquí y allá, para hacer mejor sus vidas.

Defiendo y me gustan las Estrellas, que son lo más bello

que el ser humano ve en este pequeño punto azul,

que es nuestro hogar en el Cosmos como dijo Sagan,

que gira alrededor de un Sol y no al revés,

como estas personas que hoy me condenan

les quieren volver a hacer creer.

Yo veo pornografía, no lo niego, me gusta ver la anatomía perfecta

la sinfonía melódica del acto carnal, y a mí me condenan por poseerla abiertamente;

pero, ¿cuántos sacerdotes teniendo voto de castidad

no han violado a mujeres jóvenes, adolescentes y hasta niñas?

me dicen adúltero, pero ellos son los que defendieron a un Legionario

y dejaron impune tantas violaciones de la joya más preciada de la

humanidad: sus niñas y niños.

Soy crítico de mi país, pues soy patriota, igual que Nuestros Dulces Padres

ellos que lo dejaron todo, sus vidas, sus caminos, sus sueños por vernos

crecer libres de estas cadenas que nos están volviendo a poner,

heredé su tenacidad y su desobediencia en contra de lo injusto,

y al igual que ellos, hoy estoy aquí, preso y siendo juzgado,

por reprobar a un mal gobierno, que tiene a mi pueblo ignorante, jodido, reprimido.

Pero contrario pasa con los que me juzgan, viven impunes de tantos delitos,

ellos que apoyaron a los malvados y se olvidaron de los buenos,

ellos que comen bien y no les falta nada, y adornan sus iglesias

con santos vestidos de oro y de plata.

Ellos que han derramado la sangre de inocentes y santos,

de patriotas y de próceres.

Me hablan de que apoyo la decisión libre de las mujeres y de los hombres

de decidir sobre sus vidas y sus direcciones,

y que no vivan esclavos de sus pasiones,

cometiendo verdaderos crímenes y abominaciones como lo hacen estos que me juzgan,

que se desquitan metiendo a gente a la cárcel y haciendo miles de atropellos.

Quieren que odie a los homosexuales, a las lesbianas y a los travestis,

quieren que odie a las mujeres que por necesidad tienen que abortar,

quieren que odie a todo el que lee, escribe y piensa diferente,

no se dan cuenta que eso es un imposible, hablan con un tolerante,

pero ellos, los que me están juzgando, no tienen nada en su mente,

ellos obedecen a Satán, y al nombre malo de la Muerte,

y daré razón de ello:

Por qué dejaron ciego a Galileo, que nos dio el Telescopio;

Por qué violaron y mataron a Juana de Arco, que libero a su Patria.

Por qué quemaron a mis indios e indias, preciosos nativos de América.

Por qué condenaron a quienes nos dieron libertad.

Por qué acabaron con quien hablo con la verdad.

Por qué no conocen la verdadera esencia de ser Santo.

Por qué se olvidaron de los mandamientos de aquel que fue Crucificado.

Por qué ellos son la puta de Babilonia, que se sacia con la sangre de los santos.

Yo no quiero su absolución,

porque quiero morir, sin las cadenas de la falsa religión,

quiero morir libre como el pájaro, como el pez en el mar,

quiero morir como Hatuey, quiero morir como Cuauhpopoca,

quiero morir como los agraristas, como los guerrilleros,

como los de la Teología de la Liberación...

Porque sé que no he hecho nada malo,

he vivido mi vida como un ser pensante y he ayudado

a mi familia, a mi comunidad y a mi pueblo,

que hoy me quiere ver muerto.

Y si me permite, hágame un favor señor sacerdote,

no quiero su lástima, y no quiero sus santos óleos,

y no quiero que me recen nada,

yo voy en paz, y quiero que se prenda de mí la hoguera

que en un futuro sea la que libere por fin a mi nación"

La gente me abucheó.

entre golpes, patadas, palos, piedras,

me rompieron mis costillas,

y también una de mis piernas,

y me subieron al cadalso.

La leña ya estaba preparada,

había muchos tipos diciendo aquella consigna de los años 60:

"cristianismo si, comunismo no",

y cuando la antorcha estaba a punto de quemar

toda esa madera, alcé un clamor:

“¡Viva la conciencia!”

Mientras mi carne empezaba a ser consumida

por aquellas mortales llamas, de una multitud sumisa.

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