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  • Roberto Espinoza Paz

Cosas de la patada partida doble



Entró, cerró la puerta, no se persignó con la Virgen de Guadalupe de la entrada, tampoco con el San Judas de la escalera, siempre seguía las fórmulas, cábalas, leía su horóscopo y se persignaba con la primera venta, tampoco se persignó con la virgen de su cuarto y el cristo de la cabecera, se acostó, fumó varios cigarros y cuando ya no había ruido en su casa-vecindad, tomó el cinturón, lo anudó y se colgó de la protección metálica de su ventana, el poster del América campeonísimo de los 80, le dio la última mirada fría de Tena con los brazos cruzados.


Bueno eso es lo que yo creo, aunque las cosas van por ahí, de eso poco se habla, su familia no lo dice, los vecinos no lo saben y sus amigos andábamos en otro lado. Yo me enteré al volver de una aventura sin éxito, que me trajo de regreso a la casa materna después de rodar por la de los parientes de mí ex, aunque esa es otra historia. Así que tome algunos retazos de aquí y allá, pero lo que hablé en los años con Felipe (a) el enano, me dejo más extrañado.


Nos conocimos casi de niños, bueno por medio de Porfirio (a) el dientes, el hermano que era de mi edad, esas amistades de la calle de infancia. Ya de “grandes”, andábamos con cuates comunes, nunca fue de trascendencia, lo único que valía la pena fue que me había prestado un disco de Serrat, el cual nunca le devolví y nunca me reclamó, no era de la banda pesada, pero le caíamos en su casa-vecindad para echar desmadre, su puesto en la avenida principal era punto de reunión para cotorrear, ver viejas, planear pendejadas y pasar el tiempo infame.


Quisiera hablar bien de él o inventar unas mentiras fantásticas y eso era en especial lo que me sacaba de onda, inventaba demasiadas cosas, estuvo donde no había estado, hizo lo que no hizo, durmió con quien no había dormido, así que no puedo hacerlo, tendría que reconocer que era un muy buen jugador de futbol, acaso su mayor afición, en lo demás era bastante X, yo, bastante o.g.t .Pero bueno la cosa es que el cabrón se dio “pira”, lo que no deja de sorprenderme, no era de los extremadamente preocupados por la vida, fue hojalatero, obrero destajista, y vendedor ambulante-fijo, negocio heredado de su padre y que compartía con su hermana, después la sobrina y ahora no sé con quien más.


Era feliz con sacar para el “chivo”, ver al América los domingos y la peda del sábado, todo tan simple, tan mexicano. Y entonces ¿qué caso tiene hablar de él? pues ningún caso, sólo la curiosidad y hasta cierto punto la envidia, escuché en una escena de Belle Epoque, que el que se suicida lo que consigue es perderle miedo a la muerte, sabe cuándo le tocará, pierde la incertidumbre, algo así supongo le pasa al condenado con fecha, aunque también supongo menos angustia de fecha y hora, pero con la suficiente para decidir dar el brinco, jalarle, tomarte lo que sea sin vomitar, o la forma que prefieras: dolorosa o indolora, espectacular, simple, en fin, partirte la madre por voluntad propia.


Las cosas nunca llegaban solas a esa casa-vecindad, no era como las muertes artísticas de tres a la vez –afortunadamente-, pero lo que me sorprendía es que llegaran en pares, sus hermanas mayores se embarazaron casi al mismo tiempo, se casaron o algo por el estilo, previamente y lo que llamaba la atención era verlos empujando la silla de ruedas de su papá, igual tampoco nunca supe cómo pasó, años después conversé en el camión con un llamativo árbitro de futbol llanero, tuvo sus 5 minutos de fama cuando salió en un noticiero de Televisa en la sección deportiva, de un informativo intrascendente y un reportaje en el Esto o el Ovaciones por su poco común forma de arbitrear, con una prótesis y muletas.


Aunque normalmente andaba con ambas prótesis de poca tecnología y las muletas, supongo se quitaba una para equilibrar el peso al correr tras el balón, del él supe eran lesiones de futbol, fracturas de principios de los 60, que le habían llevado a la amputación, lo más curioso, es que fue poco tiempo después que su hermano quedara paralítico, sí, el hermano era el papá de el enano, casualidades, por eso decía que todo estaba en partida doble, creo que ambos también eran cornudos, sus viejas eran muy salidoras, aunque creo al árbitro lo abandonaron en algún momento, eso comprobaría sus cuernos, de la santa madre de mi cuate pues no tengo referencias, solo sé que era tremendamente culona y tremendamente fodonga.


Bueno, ahora que lo pienso sus dos hermanos menores no se parecían a los demás y eso que todos eran muy similares en estatura y complexión y creo son hijos post mortem del señor, bueno estaba vivo, pero por las características de la invalidez, quien sabe si le funcionaba, de todos modos solo fueron dos más.


Ya que comento lo del futbol, deporte nacional y deporte familiar, el hermano de mi edad también le daba a las patadas, tanto y tan fuera de lugar, que lo expulsaron en un partido, para consolarse se destapó una caguama y se fumó un churro junto a la cancha, con la pinche mala suerte de hacerlo justo detrás del cuartel de los judas de la colonia, así que… vas pa’ dentro, nos enteramos y por supuesto comentamos su pendejez, al día siguiente ya no fue risa, el cabroncito se había colgado en la celda con una venda, la indignación, ¡¡neeeel a ese güey le dieron en la madre!!, ¡¡se pasaron putos policías!!, pero bueno mientras era una u otra, el acta de defunción dice lo mismo, que se ahorcaron solos.


Simples casualidades.El velorio, sí fue más o menos concurrido, nos reunimos los cercanos y algunos otros, el ambiente se tornó festivo y jodedor, demasiadas risas y eso fue antes de sacar el primer toque, de los eventos formales más divertidos en ese periodo, tal vez sólo superado o equiparado con la boda de mi tío más joven, donde compartimos el pan y la sal, el vino y la marihuana, entre primos conocidos, otros primos que ni conocía, pero todos acostumbrados a quemarle las patas al chamuco, por cierto el proveedor fue el mismo tío que nos acompañó en la primera forjada, antes de ponerse serio, sólo por unas horas. Pero bueno después de esta breve crónica social, sigamos con esta familia y las casualidades.


Como dije, sus hermanas mayores se embarazaron demasiado jóvenes, así que les había faltado gozar un poco de la vida, tenían hijas de 15 cuando ellas pasaban por poco de los 30, como suele ocurrir en estos lugares del México profundo, la historia estaba a punto de repetirse, aquí no podíamos decir como farsa en eso de la relación interpersonal y la reproducción siempre es tragedia, y bueno a la sobrina también le dio interés por ver que había debajo del short de otro futbolista pacheco, con tan mala suerte que al estar recibiendo poderoso ataque del equipo rival en su propia cancha, digo, casa-vecindad, llego el árbitro ausente, digo, su papá.


No le sacó la tarjeta roja, pero le metió un susto y unos madrazos, con el desmadre, se asomó por la escalera la madre, envuelta en una sábana de florecitas 60% poliéster, 40% algodón, y el silbante que para ese momento pitaba cual locomotora, subió a reclamarle por no cuidar de la hija y ¡¡carajo!!, la madre ahora ensabanada, estaba hasta unos segundos antes en las mismas, con un atacante en el área chica, este nazareno que ahora sí podemos nombrarle así por el doble sentido futbolístico y sacrificable, no arrojó a los mercaderes del templo, madreó a las Magdalenas y dio uno que otro descontón a los que deshonraron su hogar y al templo Shaolin.


Claro de esto tampoco se habló mucho, pero trascendió en toda la calle, a tal grado que el árbitro se fue a vivir al este del paraíso, y ellas siguieron con las sanas costumbres, supongo ahora la historia estará por repetirse.


Como dije al principio es una casa-vecindad de casualidades y repeticiones, donde se sabe, medio se dice, medio se calla. Al menos estos amigos se llevaron el secreto.Por cierto esto de la partida doble lo pensé hasta que me acosté con la segunda de sus hermanas. Abril de 2013.

 


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