- Ma. Fernanda Iturbide Serdio
Tiempos modernos
El fluir del tiempo es el aliado más natural de la Sociedad
en el mantenimiento de la ley y el orden [..] El fluir del tiempo
ayuda al hombre a olvidar lo que era y lo que puede ser, hace
que se olvide de un pasado mejor y un futuro mejor.
HERBERT MARCUSE
Son las 5:00 a.m., suena la alarma que da inicio a lo cotidiano, se retoma lo que se había dejado en pausa el día anterior cuando se decidió descansar. Algunos suelen levantarse e iniciar con sus actividades habituales, otros prefieren tomar unos cuantos minutos para seguir descansando, aunque su descanso sea relativo, pues aún se tiene presente aquel sonido que entró en el sueño y lo quebrantó. ¿Qué es ese llamado que acostumbra a estar en todos lados, que pareciese que nos mira y nos sigue constantemente, que tiene voz y para muchos un cuerpo en el imaginario?
Poseedor de tantas vidas y que a su vez las deja a la deriva, ¿acaso se le han atribuido características que ni él mismo posee? La mayoría lo reconocemos como un tic-tac, es decir, aquel artefacto que se nos presentó como algo de suma importancia para la vida; llámese reloj o como quiera que se le identifique, sus sonidos parecen pasos que caminan uno detrás del otro por encima de la existencia misma.
A esta enigmática circunstancia se le denomina tiempo, quien parece adueñarse en buena parte de las acciones que suele llevar a cabo el humano, no en la forma de una fuerza metafísica que nos gobierna, sino algo tangible que se ha sobrevaluado en el ambiente cotidiano al igual que en las esferas que engloban lo institucional. La medición del tiempo parece necesaria para la realización de la vida cotidiana, pero también es un factor importante en lo económico y lo político.
Se utiliza para estructurar las acciones de la vida cotidiana que el individuo realiza; desde el inicio de la era moderna, la medición del tiempo se ha convertido en algo primordial. Normalmente en una sociedad que contiene valores occidentales, la estructuración del tiempo se requiere para desarrollar distintas actividades y roles del actor, mismos que se encuentran en las esferas que lo determinan, las cuales lo ciñen a lo institucional desde distintas perspectivas, tales como el ámbito familiar, estatal y laboral.
Sin embargo, hay una variable bastante importante que ha sido el factor clave para que la medición del tiempo se haga totalmente crucial en la vida humana, esta variable es la racionalidad instrumental proveniente de la modernidad y las ideologías que imperaron en su surgimiento; el dominio de la naturaleza por la ciencia impulsó una metamorfosis impresionante de gran cantidad de objetos y de sus conceptos.
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La racionalidad como reflexión del pensamiento dejó de ser importante y mutó en lo que se denomina racionalidad instrumental, que busca constantemente la autoconservación del individuo, es decir, que su actuar irá dirigido a las necesidades que éste presente. La racionalidad instrumental proviene desde la esfera de lo económico en donde su función es agilizar lo producido para después administrarlo según la utilidad y las ganancias monetarias que pueda emanar de esa misma producción; la problemática a nivel de la vida cotidiana es que esos valores se han penetrado en ella y los individuos cada vez son menos capaces de lograr una interacción, pues han transformado el lenguaje en una herramienta, se cosifica y no se considera la palabra, sino la eficacia que ella tenga sobre los otros. (1)
(1) Horkheimer, Max y otros, Dialéctica de la Ilustración, Sudamericana, Buenos Aires, 1969, p. 64
La ritualidad de la interacción, se quebranta y los sujetos distinguen a los demás como cosas u objetos que los llevarán a conseguir algún tipo de fin o bienestar. Esta temática la trató Simmel enfocándola hacia la cultura, en su análisis sobre lo que él denominaba el conflicto de la cultura moderna; el autor menciona que la cultura se encuentra en un cierto desbalance o crisis debido a que la cultura es producida por el humano para después apropiarse de ella y darle sentido sobre todo a nivel simbólico; la cultura una vez producida se introyecta en los valores de cada humano para reproducirla o desarrollarla con sus semejantes.
El conflicto es el ritmo de la modernidad, es muy rápido y produce más cultura de la que se puede apropiar; en este punto entra el tiempo en primera instancia como un factor determinante, debido a la rapidez del tiempo de producción de cultura el individuo no logra relacionarse con la cultura de la época y se presenta como un sujeto alienado de esa cultura y por ende de la vida consciente.
El tiempo en la racionalidad económica influye determinando un pensamiento acorde a la ganancia monetaria, el objetivo principal es producir la mayor cantidad de objetos en el menor tiempo, es por eso que el obrero tiene una jornada de trabajo y mientras más produzca, más eficiente será él para la fábrica a la que pertenezca, las categorías de la plus valía y la enajenación de Marx se hacen presentes claramente en este tipo de dinámica industrial, en donde la racionalidad instrumental es eficaz y sirve para esos fines.
Si se lleva esta misma dinámica o racionamiento a nivel interaccional crea reacciones bastante parecidas pero que afectan a las esferas institucionales, y con mayor gravedad a las relaciones provenientes de esas esferas que los sujetos pudiesen desarrollar. La racionalidad instrumental es propia de la industria y la técnica, pero al ceñir lo cotidiano rompe con el sentido convencional de lo instituido socialmente. La permeabilidad de esta racionalidad a lo cotidiano alteró la funcionalidad de la medición del tiempo, mientras más actividades realice el sujeto en un día, más eficaz es frente a los demás, lo que le brindará cierto prestigio tal como el reconocimiento que se le brinda al obrero en el mundo industrial.
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Las actividades están sujetas a los horarios que se ofrecen para realizarlas, orillando al sujeto a planificar su vida según los horarios que dictaminen las distintas organizaciones a las que éste pertenezca involuntaria o voluntariamente. La alienación se presenta como un extrañamiento del individuo hacia sus actividades y los encuentros con los otros a los que éste se enfrenta y que deberá desarrollar, aún si estas oportunidades interaccionales no son bien representadas por el sujeto, pues su preocupación principal es llevar a cabo las actividades para seguir el orden controlado por la racionalidad imperante, es decir, el aparato técnico institucionalizado. La vida moderna se acerca más a una receta que a alguna aspiración natural del concepto de la vida misma.
Un individuo promedio proveniente de una región con valores occidentales, orienta su vida hacía la satisfacción de sus necesidades individuales, comenzando por las necesidades básicas de todo ser humano y por consiguiente otras necesidades que cree tener, pero que están asociadas a la mercadotecnia de la época. Estas necesidades secundarias tienden a ocupar el tiempo de descanso, mejor conocido como tiempo de ocio. La mayoría de la población se despierta, se asea, come, trabaja o estudia, vuelve a comer, hace alguna actividad recreativa y duerme.
La planificación de su vida no parece ser administrada por él, sino por la ideología dominante, todo se administra para la supuesta autoconservación del sujeto aunque pareciese que lo hace para “autodestruirse” como persona, esto conlleva a darle más peso a las insignias o títulos que éste vaya ganando a través de sus actividades y deja de lado a la cultura y su ritualidad interaccional al no encontrar una utilidad inmediata. La alienación de su persona es la cristalización de la crisis misma, de esa administración de la vida del sujeto en donde la medición del tiempo es el peón más importante.
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La medición del tiempo como edad es un claro ejemplo; hace que el sujeto realice las actividades determinadas por las instituciones que contienen matices políticos y económicos, de acuerdo a las diferentes etapas de la vida, el sujeto ya tiene prescritas varias de las circunstancias que enfrentará durante su vida, se le despoja de su autonomía, espontaneidad y crítica hacia la vida misma.
A nivel sociológico, la mayor preocupación parece ser la alienación que presenta el sujeto con los otros que pertenecen a su mismo tiempo y muchas veces al mismo espacio, es decir, el distanciamiento con sus semejantes. La alienación a nivel interaccional se debe a las mismas cuestiones instrumentales, el tiempo objetivo se ha permeado en el tiempo subjetivo del sujeto, lo que lo lleva constantemente a interacciones fallidas.
El individuo en sus encuentros, constantemente tiene presente el tiempo que ha sido determinado para encontrarse con el otro; es ahí en donde se puede llegar a presentar un primer acercamiento a lo que se ha definido como alienación, pues al parecer el individuo no está consciente de que la medición del tiempo de su vida no está bien estructurada del todo por su propia voluntad y consciencia; se puede tomar por ejemplo el ritual de tomar té de los ingleses a las 5:00 p.m.
Muchas veces el tiempo que se ha determinado para desarrollar las actividades, va orientado a ciertos ritos que fueron introyectados mediante la socialización, los cuales son parte de la cultura del individuo y al concordar con una actividad de corte laboral se le tenderá a administrar. Un inglés podrá tener una reunión importante (relacionada con su actividad laboral y unir su costumbre de tomar una taza de té) si es que el horario establecido interfiere en ambas actividades; esta relación de actividades es importante ya que el actor procura hacer “ágiles” y “eficaces” sus encuentros acorde al tiempo que tiene disponible.
Por ello puede llegar a unirlos y muchas veces omitirlos para que todo lo “planeado” salga a la perfección. Con tal de lograr esa meta, el actor no experimenta del todo los momentos que lo definen como persona y, mucho menos, respondiendo a las expectativas que los otros tienen de él; puede que no esté realizando lo que está en su voluntad arbitraria, es decir, lo que se le conoce como autorrealización, y únicamente esté respondiendo a lo que conllevan los roles que aprendió a lo largo de su vida y las demandas unidas a esos roles para lograr obtener un status de prestigio, ya no sólo con los otros, sino a la rutina que él ha establecido inconscientemente orientada bajo la racionalidad instrumental; si el inglés tiene como fin conseguir un ascenso, se encargará de satisfacer las expectativas de los que se presentan ante él; si el caso es a la inversa y el sujeto no tiene interés alguno hacia lo que puede obtener del otro tenderá a impedir que se logré una interacción o si quiera se presente una.
Su tiempo objetivado o cosificado no tiene relevancia si no está consiguiendo como tal un beneficio a su persona, se aliena del momento y de las variables que se presentan. Sin embargo, hay que demarcar constantemente cómo es que se presenta la alienación en sus acciones con los demás por el poder atribuido al tiempo en sí. ¿Cuántas veces en un día se logra observar a personas revisando constantemente la hora en su reloj de correa o en su celular? En muchas ocasiones puede distinguirse en sus gestos que se les ha hecho tarde, pero también se llega a observar personas que se notan tranquilas en el andar cotidiano y, que el tiempo, no pareciese ser algo totalmente determinante en sus vidas.
Esto es una variante de lo cultural y la internalización de valores, empero, no se puede negar la presencia de la lógica instrumental, la presencia del otro, en el mismo espacio y tiempo; parece cada vez más insignificante la imposibilidad del individuo de utilizar el lenguaje para transmitir algún sentir, lo que es algo constante en la actualidad. Los medios electrónicos son hoy los que transportan la palabra, dejando a la deriva la significación de la misma ¿para qué pasar tiempo con un solo sujeto si se puede contactar a todos los conocidos por medio de un dispositivo tecnológico?
Es el absurdo en el mismo absurdo, la significación e importancia de lo interaccional se coloca en la misma crisis que ha ido permeando a toda esfera de lo social. Las relaciones que se derivan de lo institucional como las familiares, de pareja, amistad o compañerismo se quebrantan y los individuos solo recurren a ellas cuando lo creen necesario para conseguir algún tipo de satisfacción personal, la significación de esos mismos roles cambia; el tiempo destinado para relacionarse está objetivado, el fin de ese encuentro tiene más relevancia que sus medios o su significación.
Queda claro que la razón instrumental se ha permeado a tal grado a lo cotidiano, que parece que el interactuar conlleva una jornada de tiempo, se vuelve un trabajo pesado que se trata de evitar diariamente, el lenguaje se transforma en meras letras y emoticones estratégicamente plasmados para dar un cierto tipo de imagen aprobada ante el otro, una imagen virtual que se acerca a la irrealidad. El tiempo objetivado se vuelve un fetiche al que se le obedece y no se le considera desperdiciar en circunstancias que parezcan “inútiles”.
El tiempo, manejándose como un factor importante de realización humana, se le tiene en un pedestal simbólico debido al conocimiento de un tiempo indefinido de vida, ¿Es ésta una percepción alienante de la vida por la muerte, donde juega el tiempo un papel determinante? El tiempo puede ser algo sin definición alguna, pero desde el nacimiento del humano, su conteo vivencial comienza y no se detiene hasta el día en que llega la muerte.
Entonces, ¿será que los seres humanos se alienan a la medición del tiempo por temor a que su vida se acabe repentinamente en cualquier instante? O por el contrario, si realmente hubiese una conciencia de la significación del tiempo en la cultura a la cual se pertenece, probablemente el individuo, ya sea en grupo o solo, haría de sus acciones algo más infinito que finito, no seguiría lo prestablecido para poder sentir control de su propia vida, pero es común que a los hombres no les agrade el hecho de pensar en un concepto del tiempo como algo escaso en la vida y, prefieren, que sus acciones estén orientadas por algo que ya está determinado, y con ello seguir un camino establecido o prescrito; recaen en la comodidad que brinda la modernidad, no requiere del proceso de reflexión, sin embargo, carece de sentido, es decir de vida.
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Es la conciencia del sujeto, lo que debe rescatarse cuando se hace un acercamiento a lo alienante y a lo que deriva de ello. La alienación ha sido tratada bajo diversas miradas en la investigación, es un factor que no deja de perseguir al humano, se encuentra en él de muchos modos como si fuese una sombra que puede hablarles al oído y ellos creen nunca escuchar pero siguen correctamente sus dictámenes. La alienación nos transforma en extraños ante nosotros mismos, un reflejo que difícilmente será perceptible a los ojos propios, los hombres se vuelven ciegos de su sentir, frígidos ante todo lo que pueda acontecer, se cosifican. Puede parecer que brinda poder, pero ¿de qué serviría el poder si no contiene nada de lo que realmente puede llegar a constituir a un ser humano?
La monotonía sumerge en lo que simula ser un campo florido cuando realmente está lleno de trampas que la misma raza humana realiza para demostrar lo frágiles que pueden llegar a ser, el miedo que se tiene de vivir pero aún más al miedo de morir, la preferencia a encerrarse en la jaula de hierro de la modernidad como lo mencionó Max Weber, de donde no habrá escapatoria, pues la conciencia se anula y se le da un posicionamiento encima de ella a la lógica instrumental.
Este escrito no tiene la finalidad de ser fatalista o fantasioso respecto al pseudo-destino que puede tener la humanidad o del que parece ser presa, sin embargo, la idea principal es la relevancia de la conciencia sobre todos estos parámetros prestablecidos y alienantes, ya que la conciencia unida a la voluntad del sujeto es lo que realmente puede llegar a brindar poder, hace del ser humano alguien en estado sólido, mas no líquido.
La individualización, el utilitarismo y la alienación son los grandes personajes de esta época, arrasan con los protagónicos dentro de cualquier sociedad; se les rinde tributo todos los días, las horas, los minutos y los segundos. La cuestión es si se dedica la vida a la autorrealización o se está esperando lo que estos personajes decidan poner de moda.
Son colosos que no se pueden ignorar y el portarlos brinda aceptación y comodidad en casi cualquier lugar. La ambivalencia entre la conciencia y la alienación parece ser algo ya añejado, fermentado con el paso de los años, los discursos que los envuelven y sus enunciados son los que le dan ese tinte tan dramático y a la vez pintoresco satíricamente. [Debería dormir, ya son las 3:33 a.m. y mañana hay muchas cosas por hacer y tan poco tiempo con el cual contar…]