Atípico 'Día de las Madres'
Sin lugar a dudas, el pasado 10 de Mayo de 2020 pasará a la historia ya que no fue un día como aquellos 10 de Mayo a los que México está acostumbrado desde hace casi un siglo, y todo debido a la cuarentena a las que nos tiene obligado el famosos y odiado coronavirus, encierro que, por lo mismo, provocó que no se pudiese celebrar a las madres en su día con festivales escolares, con desayunos o comidas en restaurantes, o ya de plano en fiestas en cada domicilio a las que por costumbre acudían todas y todos, amén de que con seguridad bajó la compra de regalos para la ‘reina del hogar’, la venta flores se vio mermada, y la contratación de mariachis para la obligada interpretación de “Las mañanitas” y de “Amor eterno”, sufrió un revés.
Pero también estoy cierto que esta situación atípica perderá lo atípico y volverá a ser una situación típica cuando la pandemia nos diga que ya se fue y que podemos retornar a la normalidad, sobre todo a una normalidad que desde 1922 se impuso a fin de celebrar cada 10 de Mayo a las madres de esta parte del orbe, y entonces con esta normalidad las escuelas volverán a hacer los festivales respectivos, y ese día las flores se volverán a vender, y los mariachis volverán a tener la oportunidad de mostrar su repertorio, y los restaurantes estarán llenos y con una larga lista de espera, y los comercios recuperarán lo no ganado este año, porque eso sí, una vez más la ‘madrecita santa’ de todos los mexicanos tendrá asegurada su plancha, su lavadora, su…
En 1982, Marta Acevedo –en su libro “El 10 de mayo”, SEP/Martín Casillas Editores-, se hizo la siguiente pregunta: “¿No es un tanto ocioso rastrear cómo surgió el Día de las Madres?”, y por fortuna la investigadora descubrió que esta interrogante no era tan banal, y afirmó: “Entre esa fiesta escolar y de familia existen insospechados nexos con movimientos sociales que se dieron en el sureste de México en los años 20. Esta festividad, entre empalagosa y reparadora, ha logrado, además, crear una verdadera estructura mental colectiva; y todo esto es importante”.
La autora dice que Felipe Carrillo Puerto -teniendo como antecedentes al gobierno de Salvador Alvarado, y a su propia participación en la organización del Partido Socialista Obrero, después Partido Socialista del Sureste-, el primero de febrero de 1922 asumió la gubernatura de Yucatán, y que con este hecho llegaron a esa entidad las ideas progresistas y de reforma. Carrillo Puerto, no hay que olvidarlo, estuvo a favor del divorcio, combatió el sectarismo de la iglesia, impulsó a las ligas feministas, y promulgó leyes inquilinarias, de educación y de trabajo.
Estas políticas públicas puestas en marcha -junto a la publicación y difusión del folleto “Regulación de la natalidad o brújula del hogar”, en el cual Margarita Sanger describe métodos anticonceptivos-, encendieron la ira de los sectores conservadores de la península y del país entero, y para contrarrestar esa “campaña suicida y criminal en contra de la maternidad”, como las calificó el periódico Excélsior, su director Rafael Aldúcin propuso que al igual que en Estados Unidos, México dedique el 10 de Mayo “a enaltecer a la madre, a hacer un monumento de amor y de ternura a la que nos dio el ser, a manifestar en una palabra que todos los sacrificios, que todas las infinitas ansiedades de que es capaz el corazón de la mujer cuando se trata de sus hijos, sean valorados por éstos”. Y es que, argumentó, en aquel país “el respeto para la madre está más firmemente cimentado que en nuestro medio, por más que hagamos gala y alarde de este dulcísimo afecto”.
Esta iniciativa recibió inmediato apoyo de José Vasconcelos, entonces flamante Secretario de Educación; de la iglesia católica; de las aristocráticas damas de la Cruz Roja; de las cámaras de comercio del país; de las divas Lupe Inclán y Celia Montalván. Y así, entonces, el miércoles 10 de Mayo de 1922 México celebró por vez primera el Día de las Madres.
Con esto, dice Marta Acevedo, “el diario de la vida nacional invierte el papel que el socialismo del sureste del país proponía a las mujeres. De un papel activo, de hablar de ellas, de proponer y participar, se pasa a que los hijos hablen de ellas, se consagra su pasividad y sus ‘atributos congénitos’. De definir ellas lo que anhelan, se dispone lo que ellas quieren y necesitan. La pasividad de las mujeres es productiva en términos sociales, es el amortiguador que absorbe los golpes que el trabajador recibe fuera. La sociedad capitalista no iba a renunciar a esto”.
Y claro que no iba, ni va a renunciar a eso, tan es así que también estoy seguro que los grandes comerciantes ya se están frotando las manos y ajustando las cajas registradores por el inminente arribo -el 2022- del centenario de esta celebración. Y todas y todos, obviamente, vamos a decir: "Felicidades Mamá".
*’Ociólogo’ profesional. Vago por convicción. Lector por pasión. Escritor por vocación. Asiduo al cine y a algo más.