- Dra. Elisa G. Cuevas Landero
Comentarios al libro: historia política del pantalón

Bard, Christine. Historia política del pantalón. México: Tusquets, colección Ensayo Tusquets, número 87, 2012, 381 pp
Este libro hace una recopilación de la información histórica que existe sobre la prenda de vestir llamada pantalón; lo hace en el contexto histórico del país que es considerado, por muchos y desde hace tiempo, la capital de la moda: Francia. Aunque es Francia en concreto y Europa en general, el contexto de reflexión, la temática es universal debido a que la historia del uso del pantalón es muy similar en la mayoría de los países donde tal prenda ha sido utilizada por las mujeres.
Es un libro interesante porque devela hechos que uno no imagina sino hasta que, al leerlo, empieza a reflexionar acerca de que el pantalón, antes que una prenda y una moda en el vestir, fue utilizado para diferenciar y discriminar política y socialmente: de entrada esta idea parece extrema, pero conforme se avanza en la lectura, los ejemplos históricos van mostrando por qué no lo es para nada...

Con los ejemplos, la autora, Christine Bard, va dando pruebas de que el pantalón ha sido un instrumento de poder muy relevante en el control de las mujeres. El sistema de vestimenta es, socialmente hablando, un sistema simbólico; es un sistema de control.
El derecho de las mujeres a portar el pantalón, ciertos colores, cierto largo en la falda o el vestido; lo ancho o pegado al cuerpo del atuendo, hubo de ganarlo a través de una larga lucha histórica. Aunque el libro en realidad se inspira en la historia francesa, los casos sobre las mujeres que dieron la batalla para tener el derecho de usar, sobre todo, el pantalón, es una lucha universal en realidad.
Para la mujer, el portar pantalón fue un verdadero reto político pues no hay nada tan poco natural, como sostiene Simone de Beauvoir, como vestirse de mujer.(1) Así que la lucha dada por las mujeres francesas desde 1792, fue muy importante porque hicieron saber a todos que ellas apoyarían a los revolucionarios, pero enfundadas en pantalones, por más que las acusaran de haberse masculinizado. En el cancionero nacional francés se conservan letras que hablan sobre esa lucha de forma muy clara:
(1) cfr. p. 18
Vestidas de hombre marchamos [...]
para vencer a los déspotas
Adiós a nuestros queridos padres Llevamos calzones
Somos las mujeres del presente
Pongámonos el traje de los hombres,
y apoyemos a los sans culottes
Abandonemos corsés y enaguas,
para abatir a los orgullosos déspotas(2)
(2) cfr. p. 5

El libro dedica una extensión importante a analizar la legislación de principios del siglo XIX existente en Francia para prohibir el uso del pantalón por parte de la mujer y para develar cómo el caso contrario, o sea, el uso de “atuendos femeninos” por parte de los hombres, fue disculpado por esas mismas leyes que prohibieron en 1800 aquel uso.
Por ejemplo, en 1836, aunque existen ejemplos de periódicos de moda que presentan propuestas emancipadoras para la mujer en el vestir, existe una gran resistencia a que el pantalón sea incluido como una prenda femenina.
Es más, aunque Claude Henri de Saint Simon consideraba a la mujer y al hombre como iguales, sus seguidoras y las llamadas sansimonianas hicieron eco de sus llamados a la mujer libre; y, aunque en un grabado de Maleuvre, aparece una mano sobre una de las obras de Saint Simon, en realidad el uso del pantalón en los años treinta del siglo XIX no era de ninguna manera algo común, aun cuando ese retrato de Maleuvre se tome como prueba (ya que aparece una mujer retratada con pantalón blanco) de lo contrario. El uso del pantalón, incluso para las sansimonianas, era algo imposible de admitir.
A mediados del siglo diecinueve las únicas mujeres que sí utilizaron el pantalón fueron las mujeres combatientes y aunque el pantalón representa la libertad, las demás prendas “femeninas” representan la tiranía e incluso la esclavitud y pese a todo, ésas no fueron prendas que las mujeres dejaran de usar.
Por otro lado, el incentivo al uso del pantalón se presenta sólo para los casos de mujeres que se incorporan a la lucha armada a mitad del mencionado siglo; y, como señala el autor, es casi por broma que se insta a que las mujeres que se enfilaran, llamadas “vesubianas” portaran tal prenda.

Es hasta pleno siglo XX que el uso del pantalón es ya objeto de diseñadores, aunque seguirán siendo criticados por realizar propuestas de atuendo masculinizante para las mujeres. El “derecho al pantalón” continuará siendo controvertido, aunque también divertido y distraído en algunos momentos.
El caso de Violette Morris, por ejemplo, será uno del que se hablará por meses en los diarios parisinos debido a que esta campeona y amazona apareció en público y fue retratada, enfundada en un pantalón de paño azul marino con una chaqueta y una camisa de seda que dejaban entrever, de la forma más elegante, lo viril de las camisas de seda.(3)
(3) cfr. p. 205

El campo del deporte fue en el que mayormente se impuso la moda del pantalón; sin embargo, la federación del deporte de Francia se opuso a la masculinización al negar el uso del pantalón como prenda deportiva para las mujeres; lo cual no sucedió con el travestismo masculino, pues según prueba la autora, las mismas leyes fueron utilizadas para autorizar a los hombres y desautorizar a las mujeres.
Aunque Christine Bard señala que es difícil defender a Violette Morris por lo polémico de su personalidad, sostiene que su caso como defensora del uso del pantalón frente a tribunales sí es incuestionable, ya que su lucha es un hito en la historia del pantalón como prenda de vestir para liberar a las mujeres de la esclavitud del vestido y demás atuendos femeninos. Para Morris, en voz del abogado que la defendió ante tribunales,
[...] el pantalón es una prenda de progreso. ‘Sois mujeres de progreso, por lo tanto, tenéis que estar a favor del pantalón [...] ¿Por qué negar a vuestras hermanas la igualdad ante el pantalón, cuando la reclamáis ante la guillotina?(4)